En aeropuertos se usan águilas y halcones para mantener alejados a las aves. Es lo que se conoce como cetrería, y es una práctica muy común por razones obvias: si un ave se estrella con un avión, puede llegar a ser muy peligroso, más aún si el accidente se produce en alguna de las hélices y en un despegue/aterrizaje. Pero en el siglo XXI hay un peligro añadido: los drones.

Estos pequeños dispositivos voladores pueden y de hecho son mucho más peligrosos que las propias aves que puedan accidentarse. Pero no solo afectan a los aeropuertos, sino también a zonas especialmente protegidas, como centros militares, donde no se puede grabar (los drones pueden estar previstos de cámaras). Se han planteado varias soluciones, como la de atrapar estos drones con redes implantadas en otros drones, o incluso ‘armas’ que envían señales para hacer caer al drone, pero también se han propuesto otras ideas más locas.

Hace un año Holanda, igual que otro países (Reino Unido, Australia y Estados Unidos) comenzó a entrenar águilas para que capturaran drones en pleno vuelo, como si fuera un ave. Poder controlar no solo un drone que se ha colado en una instalación privada, sino también drones terroristas es muy importante, o eso pensaría el gobierno neerlandés. No obstante, ahora han decidido cancelar el programa porque es inviable (realmente lo era desde el principio).

Una solución ‘natural’ para un problema tecnológico

aguila drone 3

Sumamos todos los problemas del proyecto y al final tenemos un cóctel fatal, que es el que ha obligado a cancelarlo: las aves no siempre obedecían (y es normal, pues cazar un drone hace mucho daño, las hélices van a una velocidad tremendamente alta); era muy alto el coste de entrenamiento; y además no había tantos drones para cazar, por lo que el problema no era tan grave, al menos en las instalaciones de Holanda.

aguilas cazando drones holanda seguridad

Si no son capaces de obedecer a los policías en un entrenamiento (donde el ambiente está controlado), mucho menos serán capaces de hacerlo en una situación de peligro real. Por ello, la policía, que era el organismo que se había encargado de desarrollar el proyecto (que consistía en entrenar pollos de águila para que cazaran drones), ha acabado por darlo por finalizado.

La patrulla de águilas llegaron a estar presentes en dos eventos en Rotterdam y Bruselas, pero nunca actuaron. Por lo tanto, nunca se sabrá si realmente era efectivo en la práctica o no, aunque todo apunta a lo segundo.