adaptación de los globos ocualres

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Tecnología

Así es como el cerebro reajusta nuestros globos oculares

La adaptación de los globos oculares en el parpadeo es esencial para que nuestra visión no nos vuelva locos. Por suerte el cerebro lo tiene todo controlado.

22 enero, 2017 12:36

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El parpadeo es un mecanismo muy necesario para nuestros ojos, pero si no fuese por cómo el cerebro reajusta los globos oculares, podría convertirse en algo muy molesto.

Y es que, a pesar de cerrar los ojos de forma inconsciente cada pocos segundos, nuestra visión no se interrumpe y ni siquiera somos conscientes de los instantes de oscuridad resultantes.

Esto se debe a que cada vez que parpadeamos nuestro cerebro reposiciona los globos oculares, de modo que se estabiliza la imagen que llega a nuestros ojos, evitando molestas interrupciones. Dicha teoría resulta de las conclusiones de un estudio recientemente publicado en Current Biology y vale la pena conocerla, pues pone de manifiesto una vez más lo perfectamente hilado que está el trabajo de nuestro incansable cerebro.

Parpadeo y oscuridad, ¿por qué es tan importante la adaptación de los globos oculares?

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Resulta que no todo nuestro organismo funciona como un mecanismo de relojería suiza, pues tenemos ciertos componentes muy poco eficientes; aunque, afortunadamente nuestro cerebro está siempre alerta, para solucionar los percances que éstos pudieran ocasionar.

Un claro ejemplo es el de nuestros músculos oculares, ya que resultan muy lentos e imprecisos a la hora de estabilizar la imagen que vemos entre parpadeo y parpadeo.

Por eso, para solucionar el cambio de posición de los globos oculares después de abrir y cerrar los ojos, el cerebro actúa adaptando las señales motoras instantáneamente, y favoreciendo que nuestra mirada apunte a dónde tengas que apuntar.

Un aburrido experimento para investigar la adaptación de los globos oculares

ojo_humano

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Para llegar a esta conclusión, los investigadores responsables del estudio llevaron a cabo un experimento que no debió de resultar especialmente divertido para sus participantes; ya que consistió, básicamente, en mirar a un punto fijo situado en una pantalla, en el interior de un cuarto oscuro.

Lo que no sabía ninguno de los voluntarios es que mientras parpadeaban el punto se cambiaba ligeramente de posición, pasando desapercibido a la parte consciente de su mente, pero no a su cerebro, que se encargó de adaptar sus globos oculares para evitar las perturbaciones resultantes.

Por lo tanto, queda claro que, como cabía esperar, el cerebro se encarga de calibrar lo que vemos antes y después del parpadeo, promoviendo la adaptación de los globos oculares para que el resultado no nos vuelva locos, con las imágenes cambiadas de sitio. ¿Qué haríamos sin él?