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Tecnología

Carteras de cuero sin matar animales gracias a un nuevo proceso

El cuero de champiñón es una gran alternativa a la piel de vaca u otros animales usada de forma convencional y hoy os contamos en qué consiste.

16 agosto, 2016 09:14

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El cuero es un material muy polémico, pues es indiscutible lo bien que sienta, pero la cruel forma en que se obtiene lleva a que muchas personas no quieran tenerlo en sus vidas.

Además, es muy caro de producir, como se puede comprobar en el precio de los productos fabricados con él, y para colmo el proceso de curtido es tóxico.

Por ese motivo, la ciencia hace tiempo que decidió acudir al rescate de los amantes del cuero mediante la producción en el laboratorio de células de la piel o, directamente, a través del desarrollo de nuevos materiales sintéticos. La opción de la que os vamos a hablar hoy está a medio camino entre ambos métodos, pues conlleva la síntesis de nuevos materiales sin perder el componente biológico. Y no, no os preocupéis, no es necesario sacrificar ningún animal para ello, sólo es necesario cultivar champiñones. Sí, sí, como lo leéis. ¡Champiñones!

El cuero de champiñón, un biomaterial muy interesante

champiñones

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El responsable de este peculiar material es Phil Ross, artista y fundador de la empresa Mycoworks, y su trabajo consiste en el uso de micelios de champiñón para producir una materia prima prácticamente igual que el cuero.

Estos micelios son las raíces densas de los hongos y su cultivo puede adaptarse a diferentes condiciones de temperatura y humedad que, junto al bronceado posterior del hongo obtenido, puede dar lugar a un producto muy interesante para la fabricación de tejido similar al obtenido de la piel de vaca, serpiente o avestruz.

Además de su versatilidad y su parecido, también aporta un gran número de ventajas, pues es un material biodegradable cuya producción es mucho más barata y sostenible que la cría de ganado vacuno.

De momento su única desventaja es su durabilidad, bastante menor que la del cuero de vaca, pero una vez solventado este problema se podría tratar de proceder a su producción a gran escala, pues es mucho más flexible y, además, durante su fase de crecimiento se le pueden ir añadiendo componentes de utilidad para el fabricante.

No es la primera vez que se obtienen biomateriales de los micelios, pues ya se han dado casos de empresas que los han utilizado para fabricar embalajes o para recubrir algunos tipos de maderas, por lo que ya se ha demostrado que no es algo tan descabellado como parece.

Sin duda parece una buena idea; así que, ¿quién sabe?, quizás pronto vayamos por ahí con chaquetas y carteras fabricadas únicamente a base de micelio de champiñón. ¿Os gustaría probarlo?