Tecnología

¿Por qué no es bueno posponer el despertador por las mañanas?

27 enero, 2016 09:13

Doce de la noche. Vas a acostarte y, como siempre, programas el despertador del móvil para el día siguiente. Empiezas a trabajar a las nueve; así que, con levantarte a las 8 será suficiente. Después de poner la alarma a esa hora decides preparar otra cinco minutos antes, para ir espabilándote. Pero cinco minutos puede ser poco, ¿no? Bueno, pues pones otra más. Y así, vas creando alarmas durante la media hora previa a intervalos de cinco o, como mucho, diez minutos. Orgulloso, te echas a dormir y, cuando parece que sólo han pasado un par de horas, escuchas la melodía infernal. La apagas y sigues durmiendo, sabes que hay muchas más. Y así, caes en un sueño nada reparador hasta que, inevitablemente, llegan las ocho. Seguro que muchos os sentís identificados con esta descripción y, si es así, estaréis de acuerdo conmigo en que durante esa media hora descansar, lo que se dice descansar, no descansas. Además, ese mal vicio puede afectar al transcurso de nuestro día; pero, ¿cómo?

Las fases del sueño

Antes de entrar en la razón por la que posponer la alarma es un error, es importante tener claro en qué consisten las fases del sueño. Mientras dormimos, normalmente pasamos por cinco etapas que, a grandes rasgos, serían las siguientes:

Etapa 1: También conocida como adormecimiento, es la fase en la que se produce la transición entre la vigilia y el sueño. Es la fase por la que, a veces, recordamos cosas que no tenemos claras si nos pasaron despiertos o dormidos.

Etapa 2: En ella nos encontramos bajo un sueño ligero. Los ritmos cardíaco y respiratorio comienzan a disminuir. En esta fase tiene  lugar el típico sueño en el que creemos que caemos, debido a que nuestras pulsaciones disminuyen tanto que al cerebro le cuesta conectar con el cuerpo, por lo que manda un impulso súbitamente para corroborar que todo está bien.

Etapa 3: Es la fase de transición hacia el sueño profundo.

Etapa 4: Es la fase más profunda del sueño. Resulta muy complicado despertarse en ella y no se suelen tener sueños, por lo que si transcurre correctamente se traducirá en un sueño muy reparador.

Fase REM: Existe una actividad cerebral semejante a cuando estamos despiertos. Sin embargo, en este caso dicha actividad llega hasta el punto de bloquear las neuronas motrices, de modo que no nos podemos mover. En esta fase se producen la mayoría de los sueños.

¿Cómo influye el despertador?

Estas fases se van sucediendo mientras dormimos, alternándose la fase REM, con las demás (conocidas como NREM). Normalmente, cuando nos despertamos de forma natural, algo que acaba ocurriendo cuando seguimos siempre el mismo horario, nos encontramos en los últimos momentos de la fase REM. En este punto, el sueño es más ligero y, además, el cuerpo se ha preparado para el comienzo del día, aumentando la temperatura y bombeando dopamina y cortisol, que bloquearán la sensación de somnolencia. Si todo esto se interrumpe por el simple hecho de usar alarma, nos despertaremos con una mayor sensación de cansancio. Vale que depositar demasiada confianza en nuestros ritmos circadianos es una apuesta arriesgada y no queda más remedio que usar despertador, pero si encima éste suena cada cinco o diez minutos, volveremos loco a nuestro cerebro. En ese periodo de tiempo, comenzará un nuevo ciclo de sueño, pero no completaremos correctamente las etapas, por lo que iremos aumentando el malestar. Así, cuando finalmente  salgamos de la cama, nuestro día comenzará con una ralentización de la capacidad de tomar decisiones, unida a problemas de memoria y, en general, a un rendimiento deteriorado.  Eso explicaría, por ejemplo, lo durísimo que es elegir lo que nos vamos a poner por las mañanas.

Por lo tanto,  si queréis media hora más de sueño, probad a ir a la cama media hora antes, pero no juguéis con vuestro reloj interno, que alterar esa maquinaria puede costarnos mañanas muy complicadas y, al fin y al cabo, os vais a acabar levantando a la misma hora.

Vía: El Pais  ASAP Science