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Algunos mitos sobre el Trastorno Límite de la Personalidad (I)

22 mayo, 2015 20:21

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El trastorno límite de la personalidad, TLP o Borderline Personality Disorder (BPD) es uno de los más complicados e incomprendidos. Ya de por si los trastornos de personalidad son difíciles de manejar pero más aún lo es este, probablemente por las complicaciones que entraña y la variedad de síntomas y áreas afectadas. Pues flaco favor le hace la sociedad creando mitos al respecto. No vamos a engañar a nadie, es un trastorno complicado y los que lo padecen sufren mucho, pero de ahí a decir según qué cosas…

En Medciencia os habíamos hablado un poco ya sobre el trastorno límite, principalmente de sus características y tratamiento, así como algunas pautas de interacción con ellos. Podéis consultar el artículo para una descripción más detallada, pero principalmente podemos decir que las personas límites se caracterizan por su inestabilidad e impulsividad, temen el abandono, tienen una imagen inestable de sí mismos, sentimientos crónicos de vacío, gran reactividad emocional, pueden tener dificultades para controlar la ira o incluso sufrir periodos paranoides o disociativos transitorios y lo que más conoce la gente, pueden presentar autolesiones o conductas autodestructivas. Esto sí es parte del trastorno límite, sin embargo hoy os hablaremos de lo que no es cierto o los conceptos erróneos que tiene la gente sobre el mismo.

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Los mitos…

  1. Las personas con trastorno límite son peligrosas. Si bien es cierto que llegan a sentir emociones muy intensas, son igual de capaces de sentir cariño o amor hacia otros de manera muy intensa. Cuando las emociones se elevan tanto, por ejemplo la ira, es más probable que acaben siendo un peligro para ellos mismos que para el resto. Lo que nos hace sentir así es su impredictibilidad (pues son impulsivos), pero una cosa es ser impredecible y la otra peligroso. También los vemos como personas sin control pero en realidad si tienen control, lo que ocurre es que sienten la emoción de una manera muy intensa y eso hace que en ocasiones las técnicas de autocontrol no les funcionen y pasen a utilizar estrategias poco efectivas. Pero es raro que causen peligro a otros.
  2. Solo las mujeres sufren este trastorno. Esto se pensó durante mucho tiempo, pero los estudios empiezan a mostrar que los números no son tan desequilibrados. Si parecen presentarlo con más frecuencia mujeres que hombres pero también lo que ocurre es que los hombres pueden presentar los síntomas en diferente forma o acudir menos a consulta, también los médicos y profesionales tienden a pensar en otros trastornos antes que un límite cuando se les presenta un caso masculino.
  3. El límite quiere evitar responsabilidades a toda costa y solo quiere estar en el hospital. Esto no es así, lo que ocurre es que en ocasiones pueden encontrar en el hospital un lugar seguro cuando ellos mismos no se fían de poder controlar sus impulsos nocivos (como las autolesiones). Además e  un claro indicativo de una búsqueda de ayuda. En ocasiones han pasado por muchos centros y esto se debe a que en el dolor que sufren buscan desesperadamente el tratamiento que les funcione y les haga sentir mejor.
  4. principe-saudi

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  5. No existe tratamiento para estas personas, es incurable. Esto es falso, existe la terapia dialéctica-conductual entre otras (menciono esta porque es la más conocida y la que cuenta con más estudios que la validan), esta funciona en la mayoría de casos, así como la ayuda de ciertos tipos de medicaciones cuando son necesarias. Es verdad que un trastorno límite no desaparece totalmente pero la persona puede aprender a manejarlo, a desarrollar control y estrategias de afrontamiento sanas, a controlar sus emociones y pensamientos, a relacionarse de forma sana. Una persona con un tratamiento adecuado puede mejorar y llevar una vida mejor. Este mito proviene de épocas pasadas en las que ni la definición ni el tratamiento del trastorno estaban claramente delimitados, pero ahora lo están y existe un tratamiento.
  6. Todos los que padecen un trastorno límite sufrieron abusos de pequeños. Esto no es así, si bien es verdad que muchos los sufrieron no podemos hablar de una totalidad, ni mucho menos. Puede y hay casos de personas que han crecido en familias “sanas” y que han desarrollado este trastorno.
  7. No se puede diagnosticar a un adolescente. Si bien técnicamente esto era cierto (por la definición del diagnóstico que daban los manuales), ahora cada vez más se ve que no es exactamente así. Los trastornos de personalidad suelen mostrar indicios en edades tempranas y el trastorno límite es uno de los más vistosos en estas edades, es cierto que la personalidad a estas edades es cambiante y no está del todo desarrollada pero también es cierto que se suelen ver las desviaciones claramente. Es cierto que los psiquiatras y psicólogos son reticentes a etiquetar a las personas en edades tan tempranas y susceptibles y también es cierto que las alteraciones por las que pasa un adolescente pueden evocar síntomas similares que luego sean pasajeros. La idea es no causar daño con un diagnóstico erróneo, pero tampoco hay que dejar de ofrecer un tratamiento (que cuanto antes es aplicado mejor funciona) por no tener la persona los 18. Los rasgos del trastorno suelen ser claramente visibles en la adolescencia y se puede en estas edades empezar a trabajar con ello.
  8. El trastorno límite es raro. No es raro en absoluto, de hecho se da en un 2% de la población, lo cual es bastante.

Fuente: PsychCentral, Borderline personality treatment, PsychCentral, Trastorno límite.

Imagen: Devianart.