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Vacunas contra el cáncer personalizadas, ¿cada vez más cerca?

7 abril, 2015 16:47

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Lograr fabricar vacunas contra el cáncer puede ser todo un hito de la medicina, pero si además dichas vacunas pueden personalizarse para cada paciente y tipo de cáncer específico las cosas son aún mejor. Precisamente este camino parece ir viento en poca, gracias al éxito de un pequeño ensayo clínico que ha logrado ayudar al sistema inmune en la lucha contra el cáncer de manera efectiva. Como sabéis, los ensayos clínicos tienen varias fases que en conjunto pueden durar años, y esta tan solo es la primera de ellas, pero la primera piedra ya está puesta, y no ha ido nada mal.

Vacunas contra el cáncer a la carta, un largo camino a recorrer

En este caso, tras años de obstáculos y frustraciones, la Dra. Beatriz Carreño, de la Universidad de Washington, ha logrado anunciar en la prestigiosa Science su pequeño éxito en la fabricación de futuras vacunas contra el cáncer personalizadas. En este caso, los protagonistas son los linfocitos T, los elementos responsables del sistema inmune capaces de idenfiticar células anormales y guiar su destrucción, pero que acaban siendo limitados cuando se trata de detener el cáncer. Mejorar su capacidad es primordial, y en eso se han basado estas investigaciones de vacunas contra el cáncer.

En un principio se podría pensar que el camino ideal sería exponer partes de células cancerosas a los linfocitos T, de la misma forma que las vacunas contra bacterias o virus exponen parte de estos microorganismos, o los mismos microorganismos muertos o sin función, con el fin de que estas células T se entrenaran y pudiesen responder rápidamente frente a la enfermedad. Sin embargo, las mismas proteínas expresadas por las células cancerosas también aparecen en la superficie de las células sanas, aunque en menor cantidad, por lo que este enfoque sería peligroso.

Como alternativa, tendríamos las mutaciones del ADN de las células cancerosas, pues el cáncer tiende a modificar el genoma, produciendo péptidos que no se encontrarían en otras zonas corporales, y pudiendo ser identificados por las células T de forma específica sin afectar a células sanas. Pero hay un problema: Estos péptidos son diferentes en cada individuo, lo que supondría fabricar una vacuna específica para cada cáncer e individuo, algo demasiado específico, complejo y caro. Aún así, el camino de apuntar al genoma como objetivo de las vacunas no es mala idea, o eso pensó la Dra. Carreño.

Vacunas personalizadas mediante mutaciones de ADN

En este caso, la Dra. Beatriz Carreño eligió el melanoma para trabajar en su estudio, pues la luz ultravioleta que desencadena este tipo de cáncer también es capaz de causar otros daños en el ADN de las células sanas de la piel, dando lugar a muchos antígenos con los que poder trabajar. Carreño secuenció el ADN del melanoma de tres pacientes que fueron sometidos a cirugía y lo comparó con los genes equivalentes de células sanas.

Se analizaron los antígenos potenciales para cada paciente hasta seleccionar siete de ellos, los cuales se mezclaron con células inmunes, y se volvieron a inyectar a dicho paciente (sí, a modo de sensibilización como una vacuna típica). Este proceso se repitió tres veces más a lo largo de varios meses.

El objetivo de esta primera etapa del ensayo era evaluar la seguridad de la “vacuna”, y por lo visto la sensibilización provocó una gran respuesta por parte de las células T del sistema inmune de los pacientes. Estas nuevas células T eran capaces de matar a las células cancerosas cultivadas en laboratorio.

De los tres pacientes que participaron en esta primera etapa, uno de ellos fue declarado libre de cáncer, y otros dos que tenían tumores inoperables metastásicos, pero se pudieron retirar los tumores primarios. En todos los casos, los cánceres no habían crecido tras 8-9 meses del proceso de “vacunación”, aunque aún no es posible afirmar totalmente que la responsable de este no-crecimiento fuese la vacuna, pues se estaban usando otros tratamientos complementarios.

Sin embargo, este proceso de producción de células T, por su baja toxicidad, ha aumentado las esperanzas para el futuro, y la FDA ya ha aprobado el futuro del ensayo clínico.

Vía | IFLS.

Fuente | Science.