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Aumentan los casos de síndrome de aislamiento social, o Hikikomori, fuera de Japón

11 noviembre, 2014 20:21

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En Medciencia ya os hemos hablado del síndrome que ocupará el artículo que sigue: el síndrome de aislamiento social o de Hikikomori. Las personas que lo sufren síndrome se retiran completamente de la sociedad durante al menos 6 meses y se recluyen en el hogar con el objetivo de evitar cualquier compromiso social, como la educación, el empleo y las amistades. De ahí el nombre Hikikimori, que en japonés significa “recluirse” o ”aislarse”. El síndrome se denominó de este modo porque es un fenómeno propio del país nipón. De hecho, ha sido descrito como enfermedad ligada a la cultura (a pesar de no estar incluido en el DSM).

El motivo de que volvamos a hablar de esta afección es la aparición de un nuevo trabajo llevado a cabo por investigadores del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, en Barcelona. En éste, los expertos han advertido del aumento de españoles que sufren el síndrome, que ha sido descrito clínicamente a través de 164 pacientes.
El estudio se ha publicado en la revista International Journal of Social Psychiatry. En un comunicado emitido por el centro, los expertos constatan que el síndrome Hikikomori “se ha subestimado hasta ahora en España por la dificultad para acceder a estas personas y por la falta de equipos de atención especializada a domicilio”.

Es cierto que se describió por primera vez en Japón, pero se han detectado casos recientes en otros países como Omán, Italia, India, Estados Unidos, Corea y España. No en vano, en Japón se cree que hay 700.000 personas con el síndrome y otro millón y medio en riesgo. Parece evidente que en ese país existen unas condiciones favorables a su aparición, condiciones que podrían estar floreciendo en otros países.

Asociado a trastornos psicóticos

Los expertos han evaluado 164 casos de españoles con un periodo medio de aislamiento de 39,3 meses (el de mayor duración llevaba 30 años recluido). La mayoría de los casos, no todos, sufrían trastornos mentales asociados, como trastornos psicóticos (34,7%), ansiedad (22%) o trastornos afectivos (74,5% de). Relacionado con esto, los científicos también han detectado que los que llevan recluidos más de 4 años tienen un trastorno psicótico, lo que constata que las personas con trastornos mentales graves son más propensas a estar un mayor tiempo aislados.

El análisis de los resultados también constata que casi tres cuartas partes de los casos estudiados son hombres con una edad media de 36 años, mientras que la edad media de las mujeres es de 51 años. Asimismo, la mayoría de los afectados viven con la familia y la mitad tiene estudios superiores. El estudio también ha puesto de manifiesto que casi el 40% de los pacientes ya ha requerido un ingreso hospitalario, y que casi un 60% tiene una historia psiquiátrica de Hikikomori en la familia.

Años de aislamiento

Las personas con este síndrome pueden pasar años sin hablar con otras personas, y en ocasiones mueren por agotamiento. En Japón, la ya denominada primera generación de hikikomori comenzó a recluirse a finales de la década de 1990. Todas estas personas, que ya se han hecho mayores, han pasado años de incomprensión por la falta de especialistas para tratarles y la confusión de las familias, que les tachaban de perezosos. Los motivos que les llevaron a aislarse fueron desde una ruptura sentimental al suspenso en el examen de acceso a un instituto o universidad. Para los japoneses, se trata de una generación perdida.

Como se indica en este artículo de El Mundo, el hecho de que se haya ligado este síndrome a la cultura está relacionado con uno de los posibles orígenes de la enfermedad: “la falta de comunicación y las exigencias de la rígida sociedad japonesa, donde el prestigio dentro de la comunidad tiene una gran importancia. Las demandas para cumplir las expectativas comienzan desde la niñez, cuando los alumnos compiten por acceder a las mejores guarderías. Es el comienzo de una dura vida académica que no todos pueden soportar y en la que no hay tiempo para atender a los que se quedan atrás […] En los casos más graves la situación termina en violencia o suicidio”.

Fuente | Europa Press

Imagen | Francesco Paolo Catalano (Flickr)