Cuando uno piensa en el concepto de “vida extraterrestre”, lo primero que viene a la mente son las imágenes que el cine, o los videojuegos, nos han ido imponiendo: humanoides bípedos, súper-inteligentes, y usualmente, agresivos.
Sin embargo, de encontrarse vida más allá de los confines de nuestro planeta, las probabilidades de hallar algo similar serían ridículas. Lo más lógico sería pensar en la existencia de microorganismos, o, a lo sumo, pequeños animales submarinos.
Y puede que dicha “vida subdesarrollada” esté mucho más cerca de lo que creemos. En Europa, el satélite helado de Júpiter, sin ir más lejos.

La Agencia Espacial Europea pretende medir el grosor de la capa de hielo que cubre los océanos de Europa, la cual ha aislado múltiples lagos en toda la superficie del satélite creando unas condiciones perfectas para la aparición de vida, muy similares a las que se dieron millones de años atrás en la Tierra. Así, para 2030, se pretende enviar una misión que perfore dicha capa y nos permita explorar los misterios que esconde el satélite.

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Al mismo tiempo, expertos de la División de Tecnología de Microsistemas de la Universidad de Uppsala están desarrollando para la NASA el DADU (Deeper Access, Deeper Understanding), un nano-submarino pensado para sumergirse en las profundidades de Europa, equipado con propulsores para la navegación, un sonar, una cámara, y otros instrumentos para la recolección de datos. Dicho sumergible tiene el tamaño de una botella de plástico, y se podrían enviar una gran cantidad de los mismos en una sola misión, distribuyéndolos por las profundidades para que explorasen, y nos confirmasen si, efectivamente, es viable la vida fuera de nuestro planeta.

De no ser así, los científicos tendrían una nueva duda en mente. ¿Qué es exactamente lo que hizo aparecer la vida en la Tierra? Si en otros planetas con condiciones similares no es plausible… ¿Cuál fue la condición que nos diferenció del resto?