Vivimos en un mundo cada vez más controlado por lo digital. Nuestra memoria cada vez reside menos en nosotros y tendemos a externalizarla, siendo soportes basados en tecnología digital los encargados de guardar nuestros recuerdos.

Hace algo más de medio año escribía un extraño artículo titulado Suscríbete por correo postal a Omicrono por si Internet se rompe, en el que planteaba una situación hipotética en la que Internet dejase de funcionar de un día para otro, y en el que la solución pasaba por tomar medidas anticipadas y empezar a tener seguros en soportes no digitales.

Todavía hoy me sigo planeando a menudo esta situación. Es prácticamente imposible, y de hecho estaríamos hablando de una situación tan extrema que posiblemente Internet fuese lo de menos, y las consecuencias de algo que acabase por completo con este conglomerado online afectasen aspectos mucho más importantes como la supervivencia en la Tierra. Esta mañana me he encontrado un artículo en NPR que me ha vuelto a hacer pensar en este asunto.

En el libro An Optimist’s Tour of the Future, el escritor Mark Stevenson pregunta sobre la posibilidad de que esto ocurra a Vint Cerf, uno de los científicos que puso en marcha Internet. Su respuesta es como la podríamos imaginar: “Es posible, pero muy improbable”. Y es que la coincidencia de tantos routers en el mundo desenchufándose o atacados con éxito a la vez es remota.

Sin embargo David Eagleman ha imaginado varias situaciones en las que esto podría ocurrir, y una de ellas sería una tormenta solar que borrase todos los dispositivos digitales con un impulso electromagnético. Y precisamente en ese escenario se ha inspirado este pequeño corto francés en el que podemos ver la profundidad que deriva de la memoria digital y la externalización de nuestros recuerdos:

Espero que os haya gustado el vídeo.