Con la aprobación de la nueva ley de vigilancia francesa, el país se enfrenta a un futuro oscuro.

El ataque terrorista a la redacción de Charlie Hebdo ha demostrado ser la excusa perfecta del gobierno del primer ministro Manuel Valls para implementar una red de vigilancia nacional.

Ya lo advertíamos: mientras todo el mundo salía a la calle para llorar la muerte de doce personas y pedir libertad de expresión, en el gobierno francés sacaban del cajón planes que serían demasiado polémicos en tiempos de tranquilidad.

La nueva ley de vigilancia francesa da inicio a una era sin privacidad

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Hoy, con la aprobación por parte del Consejo Constitucional de la nueva “Loi Renseignement” (“Ley de información”), da comienzo una era oscura en Francia, en la que la privacidad pasa a un segundo o incluso tercer plano, y en el que la división de poderes se ve seriamente afectada.

Esta ley otorga una gran variedad de poderes a la policía y agencias de seguridad del estado, sin necesidad del visto bueno de ningún juez. Por ejemplo, ahora está permitido hackear cualquier ordenador sin tener que pedir autorización judicial.

También se ha aprobado la instalación de “cajas negras” en las líneas de las operadoras, que monitorizan toda la información que pasa por ellas, como por ejemplo todo lo que escribimos en Internet o nuestras llamadas.

En teoría esta vigilancia tiene como objetivo a “sospechosos de terrorismo”, pero estos métodos capturan todos los datos, sin importar de quién sean.

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Además, mientras que la ley es muy específica en explicar el “cómo” se podrá espiar, es mucho más vaga explicando el “por qué” se podrá espiar: el texto apunta que las violaciones de privacidad tendrán que ser “proporcionales” al objetivo perseguido, es decir, que la policía puede violar más nuestra privacidad si piensa que somos sospechosos de delitos más graves.

Ver cómo esta ley de vigilancia francesa pasa todos los controles de la democracia puede que te recuerde a otras leyes implementadas después de ataques terroristas. Siendo la más famosa de ellas la “Patriot Act” de Estados Unidos, que dio lugar al monstruo llamado NSA y la recolección de datos personales de cualquier persona sin motivo.

Y no cabe ninguna duda de que esta ley acabará exactamente igual. La historia se repite, como suele decirse.