Las pulseras de actividad del McDonalds inicialmente iban a ser una campaña de marketing ideal para estas fechas, pero en vez de eso se ha convertido en un recordatorio de que no todo tiene que salir a pedir de boca.

Vamos a dejarlo claro de entrada: comer en el McDonalds no es lo más saludable que puedes hacer, y eso lo saben hasta sus propietarios.

Por mucho que pongan alguna ensalada en el menú y organicen campañas publicitarias al respecto, es una imagen que no van a quitar de la mente de todo el mundo. Y es una imagen que no encaja muy bien con el espíritu olímpico que estamos viviendo estas semanas.

McDonalds intenta subirse al carro del espíritu olímpico

Mientras vemos a los mejores atletas del mundo en la TV, personas que han trabajado durante años para conseguir cuerpos merecedores de una medalla de oro, nosotros estamos engullendo una hamburguesa doble con queso. Desde luego no es lo más apropiado para las fechas.

Como digo, McDonalds es plenamente consciente de los problemas para su imagen que supone esta temporada, y tal vez por eso esta semana arrancó una campaña con la que pretendía fomentar el consumo responsable y la quema de calorías, con el regalo de unas pulseras de actividad.

Las pulseras de actividad del McDonalds eran tremendamente simples, pero eso es porque estaban diseñadas para los más jóvenes; vendrían incluidas gratuitamente en todos los Happy Meals vendidos en EEUU y Canadá, y la idea era que después de comerse la hamburguesa los niños empezasen a andar o a realizar actividades físicas para quemar las calorías que habían ingerido (nada menos que 840 calorías).

Como a lo mejor os podéis imaginar, esta era una idea de bombero que nunca conseguiría el éxito que la compañía pretendía; para empezar, mucha gente vio la inclusión de estas pulseras como un acto hipócrita, ideado para lavarse las manos ¿No sería más apropiado que la compañía se centre en mejorar los componentes de sus hamburguesas para que sean más saludables siempre, no sólo cuando ocurra un evento deportivo?

El peligro de las pulseras de actividad del McDonalds

Incluso si ignoramos ese punto de vista, la campaña no se sostiene por ningún lado. Para empezar, la llamada “pulsera de actividad” es un simple contador de pasos, que cuenta con una lucecita que se enciende al ritmo de los pasos de un niño.

Se supone que la idea es que el niño use la luz para conseguir un ritmo apropiado para andar, pero la cantidad de pasos que tendría que dar para quemar esas 840 calorías es absurda: un niño tendría que andar durante cuatro horas y dar 24.000 pasos para quemar una hamburguesa del Happy Meal como apuntan en Gizmodo. Por lo tanto, su uso real es de placebo, para que los padres se queden tranquilos de que “al menos el niño hace ejercicio”.

Pero eso no es todo. Ahora resulta que la campaña ha durado sólo un día. El motivo es que aparentemente las pulseras pueden provocar irritaciones en la piel, por lo que no sólo son sumamente inútiles, sino que encima son activamente perjudiciales para los niños.

Ante los primeros informes de niños afectados, McDonalds ha decidido retirar todas las pulseras 24 horas después de distribuirlas. Ya ha anunciado que serán sustituidas por un juguete, pero no está claro si tendrá algo que ver con el deporte (probablemente saquen algo del cajón de juguetes sin usar). La compañía aún no sabe porqué las pulseras provocan esas irritaciones.

Si algo deberíamos aprender de toda esta historia, es que si los Juegos Olímpicos realmente nos han inspirado a ponernos en forma, lo último que deberíamos hacer es ir a un McDonalds.