Ayer desde Mountain View nos sorprendieron con el primer portátil con Chrome OS fabricado totalmente por Google: el Chromebook Pixel. Entre sus características destacan una pantalla de 13 pulgadas (12,85 para ser exactos) con una bestial resolución de 2560 x 1700 y un potente hardware compuesto por un Intel Core i5 y 4GB de RAM, características que posicionan a este Chromebook en la guerra de los ultrabooks, donde ya competían el MacBook Air y la Surface Pro (aunque no es realmente un ultrabook, sino más bien un híbrido).

Si comparamos los tres dispositivos insignia de cada sistema operativo, la verdad que el Chromebook supera en muchos aspectos a las otras dos alternativas (en términos de hardware), y así lo podemos ver en la siguiente tabla:

tablachromebook

Pero donde el Chromebook está en principal desventaja es en su sistema operativo. Chrome OS está muy verde aún como para plantar cara a Mac OS X y a Windows, además, supone un cambio muy radical de filosofía para el que aún no está preparado el mercado. Supone una apuesta total por la nube y por la web en lugar de los programas nativos y el trabajo offline. Probablemente el futuro será así, pero de momento no hay hueco para un dispositivo como este, sobre todo en Europa, donde las conexiones a internet no están lo suficientemente desarrolladas como para soportar esta filosofía.

Por otra parte, tenemos el tema del precio, donde el Chromebook Pixel se posiciona como el más caro de los tres. Es verdad que la excelente pantalla tiene un costo, pero creo que si Google quiere potenciar Chrome OS con el Pixel, deberían de haberse apretado más el cinturón y ajustar mucho más el precio, tal y como han hecho con la gama Nexus y que tan buenos resultados está dando (exceptuando el problema de la distribución, claro).

El Chromebook Pixel está aquí y supone una excelente alternativa, pero aún tiene un par de factores en contra que probablemente impiden su despegue. Al menos por el momento.