
Recreación de la Cúpula Dorada Omicrono
La Cúpula Dorada, el escudo que quiere encargar Trump a Musk para interceptar misiles hipersónicos desde el espacio
Las tecnológicas SpaceX, Anduril y Palantir serían las mejor colocadas para lograr los contratos más cuantiosos de este ambicioso sistema de defensa.
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Pocos días después de tomar posesión del cargo en su segunda presidencia de EEUU, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que podría considerarse la primera piedra de un nuevo sistema de defensa para hacer frente a un ataque con misiles hipersónicos, "la amenaza más catastrófica a la que se enfrenta Estados Unidos", según el propio mandatario. Es algo que ya reclamaba desde la campaña electoral, cuando hablaba de una futura Cúpula de Hierro muy distinta a la de Israel y renombrada en los últimos meses como Golden Dome o Cúpula Dorada, llamada a ser uno de los elementos clave del ambicioso plan para afrontar una posible 'guerra de las galaxias' contra China y Rusia.
Esta red de defensa a gran escala incorporaría tecnologías espaciales y terrestres para detectar y neutralizar misiles balísticos, hipersónicos y de crucero. ¿Y quién puede ser la gran beneficiada de los multimillonarios contratos que implicaría un sistema de estas características? Todo apunta a SpaceX. Junto con empresas como Palantir o Anduril, la compañía de Palmer Luckey, el gurú que creó las primeras gafas de Facebook que ahora se hace de oro con los drones baratos para Ucrania, la compañía espacial de Elon Musk se encargaría de construir y lanzar al espacio partes claves de la infraestructura de la Cúpula Dorada. Y tendría que ser en tiempo récord, ya que los plazos que maneja la Casa Blanca incluyen capacidades iniciales previstas para 2026, enfocadas en proteger ciudades clave como Nueva York o Washington D.C., y una expansión total proyectada para después de 2030.
Aunque todavía es muy pronto para conocer detalles concretos sobre el funcionamiento y las capacidades de este sistema, lo que parece claro es el giro del Pentágono bajo la administración Trump. Los contratistas más habituales del Departamento de Defensa, como Lockheed Martin, RTX, Boeing o Northrop Grumman tendrían también su papel, pero quedarían desplazados por las empresas de billonarios tecnológicos que han apoyado a Trump públicamente y contribuyeron a su campaña con 'generosas' donaciones. Además, la magnitud y complejidad del proyecto han suscitado encendidos debates sobre su viabilidad técnica, los elevados costes que supondría y su reducida eficacia frente a otro tipo de amenazas como los drones.
Qué es la Cúpula Dorada
En primer lugar, hay que diferenciar las intenciones de Trump de la Cúpula de Hierro original. Esta se ha convertido desde sus primeras operaciones en la piedra angular de la defensa de Israel contra los ataques de Hamás y Yihad Islámica, evitando que la inmensa mayoría de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza impacten en ciudades y pueblos de todo el país.
"Es el sistema de defensa antimisiles más desplegado del mundo, con más de 2.500 intercepciones y una tasa de éxito superior al 90%" de media, según anuncian desde la propia Rafael, la empresa que lo ha desarrollado en estrecha colaboración con compañías estadounidenses.
En portada | El escudo antimisiles 'Iron Dome' de Israel impide que los cohetes de Hamás impacten
El funcionamiento se basa en la tecnología radar para detectar a mucha distancia las potenciales amenazas, especialmente cohetes, artillería y mortero (C-RAM), pero también aviones, helicópteros, drones y hasta misiles de crucero. El radar se encarga de localizar, identificar el cohete o la munición de artillería lanzada y monitorizar su trayectoria. Los datos del objetivo se transmiten directamente al Battle Management & Weapon Control (BCM), un centro de mandos donde el sistema procesa automáticamente los datos y realiza los cálculos necesarios.
"La trayectoria de la amenaza se analiza rápidamente y se estima un punto de impacto. Si esa trayectoria estimada se traduce en una amenaza crítica, se ejecuta un comando y un cohete interceptor se lanza contra la amenaza", según recoge Rafael en la ficha del producto. El proceso completo desde que se detecta hasta que el interceptor elimina la amenaza dura unos 15 segundos. Por ese motivo, su eficacia no es total si los palestinos lanzan sus proyectiles muy cerca de la frontera.
A diferencia de este sistema, diseñado para el corto alcance (a una distancia de entre 4 y 70 km), la Cúpula Dorada combinaría satélites, sensores avanzados y armas de energía dirigida, como láseres, para detectar y neutralizar los misiles hipersónicos o balísticos lanzados desde cualquier parte del mundo antes de que reingresen en la atmósfera terrestre.
Este nuevo escudo antiaéreo formaría parte de un ecosistema más amplio de defensa basado en el espacio, integrándose con redes de vigilancia como las de los satélites de Infrarrojos persistentes aéreos (OPIR, por sus siglas en inglés) de nueva generación y plataformas de inteligencia artificial para respuesta automática ante amenazas.

Batería de Patriot
Así, el concepto de Cúpula Dorada se basa en una red multicapa que combina sistemas existentes con innovaciones aún inéditas. Entre los componentes de los que ya dispone EEUU se contempla el uso de baterías Patriot, sistemas THAAD desplegados en puntos estratégicos, destructores navales equipados con tecnología Aegis para vigilar las costas y aviones F-35 en misiones de patrullaje constante.
Estos elementos formarían una primera línea de defensa contra amenazas convencionales. Sin embargo, el proyecto va más allá al proponer una constelación de satélites para la detección y seguimiento de misiles, junto con interceptores espaciales capaces de neutralizar proyectiles en su fase inicial de lanzamiento, conocida como fase de impulso.
Según las estimaciones de las fuentes citadas por Reuters, esta red podría requerir entre 400 y más de 1.000 satélites de seguimiento, complementados por otros 200 satélites armados con misiles o láseres, lo que representa un desafío tecnológico monumental. Llamada de forma preliminar "capa de custodia", la constelación de la que podría encargarse SpaceX detectaría misiles provenientes de potencias como Rusia, China o Corea del Norte, seguiría su trayectoria y determinaría si se dirigen hacia territorio estadounidense, en cuyo caso activarían la "capa de intercepción".
Modelo de suscripción
No sorprende que SpaceX sea una de las empresas mejor colocadas para hacerse con los contratos. No sólo por la cercanía entre Trump y Elon Musk, además de su rol al frente del departamento de eficiencia gubernamental (DOGE), sino por la labor de la empresa como principal contratista civil y militar en EEUU a la hora de enviar satélites al espacio.

Musk y Trump antes del lanzamiento de Satship
Lo que sí es más chocante es lo que señalan ciertos informes: la propuesta de que la Cúpula Dorada sea un modelo de suscripción. Según dos fuentes consultadas por Reuters, esta estrategia podría permitir que el sistema se despliegue más rápidamente al evitar ciertos procesos burocráticos tradicionales del Pentágono.
Aunque no violaría ninguna norma formal, un contrato de estas características implicaría que el gobierno estadounidense se suscriba al servicio en lugar de poseer el sistema, lo que podría reducir su control sobre aspectos clave como el desarrollo tecnológico y los costes a largo plazo. De hecho, algunos funcionarios del Departamento de Defensa han expresado reservas sobre la idea de adoptar este modelo para una infraestructura tan crítica como la Cúpula Dorada.

Omicrono
Sería algo insólito en programas de defensa de gran escala, donde normalmente el gobierno busca mantener un control más directo, y podría indicar un evidente conflicto de intereses, dado el papel de Musk en la administración Trump. El propio magnate ha negado la veracidad de la información de Reuters de forma contundente en su cuenta de X —"no es cierto", ha señalado—, aunque sin ofrecer ninguna explicación al respecto.
El modelo de suscripción tiene sentido al incluir en el pack a los posibles socios de SpaceX en esta aventura espacial. Palantir, con el gurú tecnológico Peter Thiel al frente, lleva años ofreciendo su software de análisis de datos a agencias gubernamentales mediante contratos similares a suscripciones, lo que permite actualizaciones continuas sin necesidad de rediseñar el sistema cada vez.
Demostración del sistema Palantir
Por su parte, Anduril ha propuesto modelos en los que los sistemas autónomos de vigilancia se ofrecen como un servicio (Defense-as-a-Service), cobrando a los gobiernos por el uso en lugar de vender equipos físicos. En el ámbito del software de guerra electrónica y comunicaciones, también se exploran contratos por suscripción que permiten acceso constante a actualizaciones, inteligencia en tiempo real y soporte técnico sin adquirir la infraestructura subyacente.
Un coste desorbitado
Para hacer realidad el Golden Dome, las compañías tecnológicas y del sector de defensa que finalmente participen en los contratos deberán superar múltiples y complejos desafíos. En primer lugar, la escala geográfica de Estados Unidos, 400 veces mayor que Israel, complica la cobertura total, ya que los misiles intercontinentales pueden reingresar a la atmósfera en cualquier punto. Esto requiere una red de radares, sensores y sistemas de comunicación extremadamente robusta, capaz de coordinar respuestas en tiempo real.
En segundo lugar, el coste es una barrera significativa: estimaciones iniciales sugieren que el proyecto podría costar entre 370.000 millones y 1,2 billones de dólares, cifras que han generado un enorme escepticismo sobre su viabilidad económica, especialmente en un contexto de restricciones presupuestarias. Aún así, la orden ejecutiva de Trump señala que el proyecto estará exento de los recortes que el gobierno está aplicando en múltiples partidas.
Expertos como Laura Grego, directora de investigación de la organización sin ánimo de lucro Union of Concerned Scientists, señaló a Reuters que varios estudios concluyen que un sistema de estas características es "una mala idea, caro y vulnerable". También indicó que "un sistema de este tipo podría verse desbordado por el lanzamiento de múltiples armas al mismo tiempo, lo que elevaría el tamaño necesario de la defensa a cifras muy elevadas, potencialmente de decenas de miles de satélites".