Musk y Trump antes del lanzamiento de la Starship

Musk y Trump antes del lanzamiento de la Starship Reuters

Defensa y Espacio

Por qué Trump no podrá llevar a un humano a Marte y todo lo que tendría que sacrificar si quiere intentarlo

Dentro de su discurso de toma de posesión, el nuevo presidente de EEUU mencionó a Marte como una de sus prioridades, pero lo tendrá complicado.

Más información: 2025, el año clave para el vuelo del Miura 5: el cohete español para disparar la carrera espacial nacional frente a SpaceX

Publicada

El propósito principal de Trump en su regreso al despacho oval es arrancar de raíz cualquier mínimo rastro de la anterior administración demócrata. Este afán irreprimible también ha impactado en la línea de flotación de la NASA y sus planes para el corto y medio plazo en todo lo que rodea a Marte en particular y a la exploración espacial en general.

"Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, que aumenta nuestra riqueza, expande nuestro territorio, construye nuestras ciudades, eleva nuestras expectativas y lleva nuestra bandera hacia nuevos y hermosos horizontes", declaró el nuevo presidente en el Capitolio. "Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar las barras y las estrellas en el planeta Marte".

A pocos metros de Trump, un visiblemente entusiasmado Elon Musk gesticulaba con ambos pulgares hacia arriba y amplia sonrisa ante el importante anuncio presidencial. Se abre así una nueva etapa en la NASA o, al menos, una vía paralela en la cronología que todavía se maneja dentro de la agencia espacial más importante y con el presupuesto más abultado de todo el planeta.

Elon Musk, en segundo plano, celebrando las declaraciones de Trump sobre Marte

Elon Musk, en segundo plano, celebrando las declaraciones de Trump sobre Marte La Casa Blanca

Esta inesperada referencia del nuevo presidente al planeta rojo no es la primera que realiza en los últimos meses. Ya el pasado octubre, en plena campaña electoral, Trump declaró la intención de conseguir ser "líderes mundiales en el espacio" y llegar a Marte antes del fin de su mandato, el 20 de enero de 2029.

Hasta que no haya un cambio oficial, los planes de la NASA respecto a Marte pasan obligatoriamente por la Luna y el programa Artemis. Concretamente la idea es crear todo un ecosistema tecnológico que permita el regreso de humanos a la superficie del satélite y el levantamiento de una colonia permanente.

Una vez todo eso esté atado, el siguiente paso es utilizar la superficie lunar como trampolín para llegar a Marte. La baja gravedad que genera la masa de la Luna en comparación con la Tierra la convierte en el lugar perfecto para emprender un viaje tan largo y complejo. Menos gravedad se traduce en una reducción importante del combustible a bordo de los cohetes y naves, espacio que puede emplearse para llevar más víveres o materiales para los potenciales astronautas marcianos.

Sin embargo, esta necesidad hasta ahora imperante de hacer escala en la Luna parece no estar en los planes de la nueva administración republicana. De hecho, Trump no ha mencionado ni una sola vez a Artemis durante ninguna de sus intervenciones pese a ser el programa estrella de la NASA y el que más financiación necesita en la actualidad.

El cohete SLS de la primera misión Artemis despegando

El cohete SLS de la primera misión Artemis despegando NASA Omicrono

Quien sí se pronunció al respecto hace unas semanas fue Elon Musk, cuando ya se sabía que iba a incorporarse como líder en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que pretende recortar partidas de gastos "innecesarias". "La arquitectura de Artemis es extremadamente ineficiente, ya que es un programa que prioriza el empleo y no los resultados", indicó, el día de Navidad, el multimillonario sudafricano. "Se necesita algo completamente nuevo".

Cómo llegar a Marte

Con todo este revuelo alrededor de los programas espaciales lunares y marcianos, las dudas sobre cómo se llevará a cabo no han sido pocas, aunque Elon Musk ha arrojado algo de luz en las últimas semanas. "Vamos a ir directamente a Marte", aseguró a principios de enero en X al ser preguntado sobre ello. "La Luna es una distracción".

Las declaraciones llegaron sólo unos días después de que la NASA anunciara un nuevo retraso en el calendario de lanzamientos del Artemis. El programa tiene ahora previsto el primer despegue con tripulación —pero sin bajar a la superficie lunar— para abril del 2026, mientras que la misión poniendo un pie en el satélite tendrá que esperar hasta mediados de 2027. Por lo menos.

Estos plazos se cumplirán si todo marcha bien hasta entonces, porque las prórrogas han sido constantes debido, principalmente, a problemas técnicos en el escudo térmico de la nave espacial Orión y en el cohete SLS. Asimismo, el gasto acumulado desde 2012 y hasta 2025 de Artemis supera ya los 88.500 millones de euros, a los que hay que sumar los próximos ejercicios. El presupuesto inicial de la NASA para todo el programa estaba previsto que fuera en torno a 7.000 millones.

Musk y Trump durante el sexto lanzamiento de la Starship

Musk y Trump durante el sexto lanzamiento de la Starship Reuters

Con estos números y ese calendario de lanzamientos tan poco prometedor, Elon Musk ya podría tener las excusas perfectas para dar carpetazo al asunto. Sin embargo, SpaceX —entre otras compañías— tiene varios contratos cerrados con la NASA por unos 4.000 millones de euros para el desarrollo de una versión específica de la nave espacial Starship; con la que llevar a los astronautas desde la órbita lunar hasta su superficie.

Esta nave espacial tan particular es la denominada HLS (Human Landing System, Sistema de Aterrizaje Humano) que, en un futuro y tras haberse probado en la Luna, podría ser la candidata perfecta para ejecutar la misma misión en Marte. SpaceX tiene el encargo de modificarla convenientemente para albergar a los astronautas en su periplo lunar, proporcionando instalaciones tanto científicas como habitacionales.

El desarrollo todavía no está muy claro y Musk hace tiempo que no hace referencia a cómo será esta versión de la Starship. Lo que sí se conoce es el reciente fracaso en el séptimo vuelo de la nave, que explotó en el cielo sobre el Caribe hace sólo unos días, y que prometía ser la plataforma más fiable hasta ahora al incorporar algunas modificaciones y nuevos materiales.

Conseguir un perfecto funcionamiento de la Starship es clave tanto para el regreso a la Luna como el primer viaje a Marte. Para el satélite, la NASA y SpaceX acordaron lanzar varias de estas unidades para crear una red de repostaje espacial. La Starship dedicada a ser el módulo de aterrizaje lunar (HLS) iría entonces acoplándose a cada una de ellas para recargar los tanques de combustible a medida que se acerca a la Luna. Una operativa que podría replicarse a la hora de llegar al planeta rojo, aunque a una escala mucho mayor.

Musk y Trump antes del lanzamiento de Satship

Musk y Trump antes del lanzamiento de Satship Reuters

Del viaje directo a Marte, sin pasar por la Luna, nada se sabe más allá de ser una intención de Musk para el medio plazo. El multimillonario al frente del DOGE planea lanzar las primeras naves en el año 2026, cuando se abre la más inmediata ventana de lanzamiento. Serán misiones sin tripulación a bordo y con la intención de establecer allí una suerte de campamento base mínimo.

Para ello tendrá que solucionar todos los problemas técnicos de la Starship y cumplir escrupulosamente con el calendario de este 2025, que terminará en la certificación de la nave espacial. A partir de ese momento, la cadencia de fabricación de unidades deberá incrementarse para satisfacer la necesidad de plataformas, con la dificultad añadida de las diferentes versiones: HLS, como gasolineras orbitales, despliegue de satélites de Starlink y otras preparadas para Marte. 

El primer tripulado, en 2028

El desafío real de este viaje interplanetario está en las misiones tripuladas, mucho más exigentes, demandantes de recursos y limitadas que las expediciones sólo con carga. De las declaraciones de Trump se extrae la pretensión de realizar estos trayectos a cuenta del erario destinado a programas espaciales, algo que está por ver cómo encaja en la hoja de gastos.

Musk propone el primer viaje con astronautas en 2028 —cuando se abre la siguiente ventana después de 2026—, coincidiendo exactamente con el final del mandato del nuevo presidente estadounidense. Pero las tecnologías planteadas para permitir ese trayecto todavía se encuentran muy poco desarrolladas.

El vuelo a Marte sin escalas durará meses. Las estimaciones calculan que puede llegar incluso a superar los 300 días para completar el trayecto sólo de ida. Durante todo ese tiempo, los que los astronautas deberán nutrirse e hidratarse, así como luego vivir en las durísimas condiciones del planeta rojo, mucho más extremas que las experimentadas en la Luna. Y, si todo va según lo previsto, traerlos con vida de vuelta a la Tierra.

Para cumplir con este esquema sin renunciar a nada, la Administración Trump tendría que incrementar de forma notable los presupuestos para la NASA; algo que no parece coincidir con los planes de austeridad anunciados por el gobierno republicano.

Este escenario abre a la puerta a posibles recortes tanto en la parte principal de Artemis como en cualquiera de sus ramificaciones, reduciendo de forma considerable la ambición del regreso a la Luna y al mismo tiempo a que la inversión se reconduce hacia Marte.

Otra posibilidad es que la NASA termine con el programa tal y como se conoce actualmente, desechando tanto la nave Orión como el cohete SLS a favor de "algo completamente nuevo" y presumiblemente más económico, como ya dijo Musk. O incluso contratar directamente a SpaceX tanto el viaje a Marte como la vuelta a la Luna sin un peso importante en temas tecnológicos por parte la NASA. Algo que ya ocurre con los vuelos a la ISS a bordo de las naves Dragon de Musk.

Donald Trump en el centro de transmisión del sexto lanzamiento de Starship

Donald Trump en el centro de transmisión del sexto lanzamiento de Starship Reuters

El golpe en este caso sería doble. El principal contratista de la nave Orión es Lockheed Martin, una de las compañías de defensa más importantes de Estados Unidos, que Musk ha criticado indirectamente en varias ocasiones. La última el pasado noviembre, cuando dijo que su caza F-35 "no era bueno en nada" y que "los aviones de combate tripulados están obsoletos en la era de los drones".

La vida en el planeta rojo

La composición atmosférica de Marte la convierte en un entorno extremadamente complejo para la vida terrícola. El 95% de su composición es dióxido de carbono y la práctica totalidad del 6% restantes es nitrógeno. El oxígeno y el vapor de agua, en conjunto, no llegan a sumar un 0,2%, según datos del CSIC.

Representación de una base lunar

Representación de una base lunar P. Carril / ESA

La superficie del planeta también es más fría y "experimenta grandes cambios estaciones de temperatura y variaciones diurnas", con diferencias entre la mínima y la máxima que pueden superar los 70 grados. A ello se une las tormentas de polvo que prácticamente dejan en la oscuridad la zona afectada, algo extremadamente perjudicial para las expediciones espaciales que suelen recurrir a paneles fotovoltaicos para obtener energía.

"Los sistemas de generación de electricidad, los modos de vida de los astronautas, cómo se contamina todo con el polvo de Marte... Todo eso queremos probarlo primero en la Luna", según explicó hace un año Carlos García-Galán, ingeniero malagueño que trabaja en el programa Artemis, a EL ESPAÑOL-Omicrono.

"Creemos que la Luna es el sitio idóneo porque está relativamente cerca para poder llevar muchas cosas sin tener que invertir años y muchísimo dinero", indica. "Pero también está suficientemente lejos como para demostrar la capacidad que vas a tener en Marte, es ideal".

Además de los desafíos tecnológicos de los sistemas de propulsión y la autonomía para llegar a Marte, los retos biológicos de la vida allí son también un fenómeno de estudio por parte de la NASA. "Ya ha habido mucha investigación en al Estación Espacial Internacional y seguimos en ello intentando acaparar expertos de todos los campos".

Entre abril y mayo del pasado 2024, la NASA realizó un experimento con cuatro voluntarios de cómo sería la vida en Marte en una pequeña instalación de 60 metros cuadrados durante 45 días. El objetivo fue conocer el comportamiento humano en condiciones de confinamiento equivalentes a las que se vivirán en el planeta.

"Nos dicen que va a ser una cuestión que combine la parte física y psicológica, un componente muy importante al estar tan lejos de la Tierra". García-Galán también indica que hay que hay que seleccionar las tripulaciones individualmente y como grupo ya que pasarán muchos meses encerrados en una nave espacial.

"No es lo mismo trabajar con un grupo de gente súper inteligente por separado que ir a hacer una excursión en el campo y que estén todos en la misma tienda de campaña", explica. "Estamos estudiando eso bastante". Desde el prisma biológico de los astronautas, evitar la Luna como prolegómeno y laboratorio experimental añade una dosis de riesgo complicada de asimilar.