El 10 de octubre de 1964 el laborista británico Harold Wilson llegó a Buckingham Palace para su primer encuentro con la reina Isabel II. La monarca recibía en casa al político "más rojo" desde que accedió al trono. La tradición dicta que, tras las elecciones, es la soberana la que debe encargar al ganador de las urnas la formación de un nuevo Gobierno "en su nombre". 

Una formalidad que en aquella ocasión supuso todo un trance para Isabel II. Como muestra con gran puntería la tercera temporada de la serie The Crown, la reina -"intoxicada" por algunos susurradores de la Corte- llegó a pensar que estaba ante un "traidor" o un "infiltrado de la KGB". Al final, nada de esto ocurrió.

La monarquía sobrevivió a los dos mandatos de Harold Wilson y medio siglo después la misma reina sigue despachando primeros ministros en su palacio real. El 12 de diciembre, Reino Unido afronta unas nuevas elecciones anticipadas y uno de los candidatos con posibilidades para gobernar adelanta por la izquierda a Wilson. 

Corbyn presenta un "radical" programa laborista

Se trata del veterano Jeremy Corbyn, que afronta su segundo asalto a Downing Street con el programa electoral más de izquierdas de las últimas décadas. La revolución fiscal que pretende "freír" a impuestos a las grandes empresas y bancos (83.000 millones de libras más) para costear mejoras en el estado de bienestar ya inquieta a los mercados y los diarios financieros coinciden: se trata de la hoja de ruta "más izquierdista" de toda una generación. 

El "progresismo radical" con el que Corbyn quiere llegar al poder está lleno de medidas para "transformar" el país -revolución ecológica o semana laboral de 32 horas- pero, sin embargo, no hay una sola línea en lo referente a la monarquía. 

En lo que va de campaña, el líder laborista ha moderado su posición al respecto. En el cara a cara con Boris Johnson se limitó a decir que la familia real "necesitaba algunas reformas" cuando la moderadora puso sobre la mesa el escándalo del príncipe Andrew.  

Hay que acudir a la hemeroteca para saber qué piensa realmente Jeremy Corbyn de la institución monárquica. Para empezar, el laborista es alérgico a la pompa que rodea cada acto de la familia real. Sobre el tradicional discurso de la Reina con el que se inauguran las legislaturas: "Es absolutamente ridículo. Caballos, caballeros, reverencias y la reina leyendo un discurso que ni ha escrito ni comparte convierten todo eso en una performance del siglo XVII"

En su amplia trayectoria política, Corbyn siempre ha dejado claro que su preferencia es que Reino Unido se convierta en una república pero siempre ha matizado que, dada la "popularidad" de los Windsor, "se trata de una batalla que no voy a luchar". En su primera campaña electoral como candidato a primer ministro, en 2017, zanjó el debate para siempre: "Abolir la monarquía no está en mi agenda".

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