Bruselas

"A las 18:30, cena de trabajo. Si es necesario, la reunión puede continuar con un desayuno el lunes 1 de julio", avisa el programa de trabajo remitido a la prensa de la cumbre urgente convocada para el próximo domingo 30 de junio. Los líderes europeos se preparan para pasar otra noche sin dormir discutiendo el reparto de poder en la UE para la próxima legislatura. Es ya el segundo intento y el tiempo apremia. Se trata de cerrar un acuerdo sobre todo el paquete antes de que la Eurocámara elija la semana que viene a su nuevo presidente, uno de los cinco altos cargos en juego. Pero las probabilidades de que esta vez haya fumata blanca son casi nulas.

La guerra abierta que han entablado Francia y Alemania a cuenta de la presidencia de la  Comisión, el cargo más codiciado, bloquea cualquier avance. El enfrentamiento ha  alcanzado cotas de violencia verbal que hace tiempo que no se veían en Bruselas. "El eje franco-alemán ya no existe. Emmanuel Macron es un revisionista que hace todo lo que puede por destruir la democracia europea", ha dicho esta semana Daniel Caspary, el jefe de la delegación en la Eurocámara de la CDU, el partido de la canciller Angela Merkel.

Unas declaraciones incendiarias en las que Caspary acusa además al presidente francés de ser "antialemán" y de trabajar para "destruir el sistema de partidos europeo" a semejanza de lo que ya ha hecho en Francia. El ataque responde a la férrea oposición de Macron al nombramiento del candidato del Partido Popular Europeo, el alemán Manfred Weber, como sustituto de Jean-Claude Juncker. El presidente francés lo ha vetado por su absoluta falta de experiencia ejecutiva (ha pasado toda su vida en la Eurocámara).

El presidente francés cuestiona además la validez del sistema de los Spitzenkandidaten, según el cual la presidencia de la Comisión le correspondería al aspirante de la familia política ganadora de las elecciones del 26-M. Para Macron, este método sólo tendría sentido si existieran listas trasnacionales y todos los europeos pudieran votar directamente a los candidatos en cuestión. Pero sólo los alemanes han podido votar a Weber, que por lo demás es un absoluto desconocido para la opinión pública. A su juicio, los líderes europeos no deben renunciar a la prerrogativa que les reconoce el Tratado de proponer al candidato, sin aceptar imposiciones de la Eurocámara.

"No todo el mundo en el Consejo Europeo está a favor del proceso de los Spitzenkandidaten y, como valoramos mucho la relación franco-alemana, tenemos que aceptar que el presidente francés tiene un punto de vista diferente al mío", dijo Merkel en el Bundestag el miércoles en un tono mucho más conciliador que Caspary. Eso sí, la canciller mantiene firme su respaldo a Weber.

Pero el alemán sigue sin tener mayoría ni entre los líderes de la UE ni en la propia Eurocámara. A instancias de Macron y con el apoyo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, socialistas y liberales europeos han forjado una alianza para frenar al alemán al precio que sea. Además de su falta de cualificación, argumentan que el PPE monopoliza la presidencia del Ejecutivo comunitario desde hace ya 15 años.

En la anterior cumbre del 20 y 21 de junio, que se saldó con un fracaso total, Macron y Sánchez clamaron victoria en su objetivo de tumbar definitivamente la candidatura de Weber. El precio que habían pagado era fulminar con él a los aspirantes de las otras dos familias políticas: el holandés Frans Timmermans (el spitzenkandidat de los socialistas); y la danesa Margrethe Vestager, a la que apoyan los liberales. Tocaba volver a empezar y poner sobre la mesa nuevos nombres.

Trump le hace la campaña a Vestager

Sin embargo, no sólo no han surgido aspirantes frescos (al menos en público), sino que además los tres únicos candidatos declarados han resucitado. Weber justifica su empeño en que hay que acabar definitivamente con los acuerdos inconfesables a puerta cerrada entre jefes de Estado y de Gobierno y democratizar la elección del presidente del Ejecutivo comunitario. "Si la democratización fracasa, la UE puede verse también seriamente amenazada", ha escrito.

El alemán se reunió el miércoles por la noche en Berlín con Merkel. Durante la cena, cada uno hizo un repaso de cómo están las cosas tanto en la Eurocámara como en el Consejo Europeo. Weber defendió que el PPE está abierto a un compromiso que respete dos principios: el proceso de los Spitzenkandidaten y el resultado de las elecciones. "Todo lo demás, sea del color político que sea o el nombre que sea, tiene un riesgo de encontrarse con el voto en contra del PPE en el Parlamento", explican a EL ESPAÑOL fuentes conocedoras del encuentro.

"Seguiremos apoyando a Frans", asegura por su parte la nueva presidenta del grupo socialista en la Eurocámara, la española Iratxe García. Los socialistas europeos siguen creyendo que Timmermans es el candidato que puede reunir más apoyos en el Parlamento Europeo. No obstante, el propio Pedro Sánchez admitió el pasado viernes que el holandés tampoco tiene mayoría suficiente para ser presidente de la Comisión. 

Y vuelve a subir la cotización de la candidata liberal. La nueva primera ministra danesa, la socialista Mette Frederiksen, ha anunciado que Vestager seguirá otros cinco años como comisaria incluso aunque no consiga el cargo de Juncker, pese a que no es de su misma familia política. "Como dicen entrañablemente en Bruselas, todavía no estoy muerta", ha declarado la candidata liberal tras conocer la noticia.

¿Contribuirá a su campaña el ataque furibundo que le acaba de dirigir el presidente de EEUU, Donald Trump? "Ella odia a Estados Unidos, quizá más que cualquier otra persona con la que me haya encontrado. Lo que ella está haciendo a nuestro país: está demandando a todas nuestras compañías. Y deberíamos ser nosotros los que demandáramos a Google o Facebook", ha dicho Trump de Vestager. El inquilino de la Casa Blanca no es precisamente popular en Bruselas por su apoyo al brexit y su desprecio a la UE.

Sánchez no enseña sus cartas

Mientras tanto, Sánchez sigue sin enseñar sus cartas. Sus buenos resultados electorales le han convertido en referente de los socialistas europeos y han redoblado su influencia en el reparto de altos cargos, pero el presidente del Gobierno no ha explicado lo que quiere conseguir para España.

Su último movimiento ha sido pedir a Josep Borrell que renuncie a ser eurodiputado y continúe como ministro de Exteriores por la "incertidumbre" sobre la investidura, de la que culpa a Pablo Iglesias. "Creo que tengo capacidad para hacerlo, sin duda alguna", responde Borrell si se le pregunta si todavía aspira a un cargo en la UE. En Bruselas creen que España pretende una supervicepresidencia económica de la Comisión para Borrell o para la ministra de Economía, Nadia Calviño.

Si al final no logran un acuerdo el domingo o el lunes, los líderes europeos perderán el control sobre la renovación de la cúpula comunitaria. La Eurocámara tiene previsto escoger sí o sí a su presidente el miércoles 3 de julio y el resultado condicionará la elección del resto de altos cargos, ya que se trata de un paquete en el que hay que respetar equilibrios geográficos, políticos y de género.

Con la elección del presidente del Parlamento, sólo quedarían cuatro cargos a repartir: presidentes de Comisión, Consejo Europeo y Banco Central Europeo, así como la jefatura de la diplomacia comunitaria.