Bruselas

El laberinto interminable del brexit vuelve a acaparar toda la atención de la tradicional cumbre de primavera de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que empieza este jueves en Bruselas, eclipsando el resto de temas clave en la agenda, como el frenazo económico que vive la eurozona o las dificultades en las relaciones con una potencia emergente como China. Los líderes europeos están cada vez más hastiados de que la salida de Reino Unido absorba todas sus energías y les impida ocuparse de problemas más importantes para el futuro de la Unión.

El primer punto en el orden del día de los líderes europeos es dar respuesta a la carta que les ha enviado Theresa May. En la misiva, la primera ministra británica pide a sus socios aplazar hasta el 30 de junio la fecha de salida, actualmente fijada para el 29 de marzo. Su objetivo es disponer de más tiempo para intentar que la Cámara de los Comunes ratifique el acuerdo de divorcio que firmó con la UE en noviembre. Las dos votaciones anteriores se saldaron con sendas derrotas históricas de May y no hay señales concluyentes de que a la tercera la cosa vaya a cambiar.

Por eso, los jefes de Estado y de Gobierno no están dispuestos a conceder gratis esta miniprórroga: la supeditan a que Westminster ratifique el Acuerdo de Retirada la semana que viene. "A la luz de las consultas que he llevado a cabo en los últimos días, creo que una prórroga corta será posible, pero estará condicionada a un voto positivo en la Cámara de los Comunes", ha explicado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en una comparecencia de prensa sin preguntas tras recibir la carta de May.

Es una especie de ultimátum al Parlamento británico: o aprueba el acuerdo de divorcio ya o el escenario más probable es un brexit caótico a las bravas el próximo 29 de marzo. Una eventual prórroga corta debe servir únicamente para completar en Londres los trámites que permitan una salida ordenada, pero nunca para renegociar el pacto o para exigir nuevas garantías sobre la polémica salvaguarda irlandesa.

La duración de esta miniprórroga también está sujeta a debate. La fecha del 30 de junio que ha propuesto May "plantea problemas de naturaleza jurídica y política", ha dicho Tusk. La primera ministra británica sostiene que el principal motivo por el que se ha decantado por una extensión corta -en lugar de pedir un retraso largo de hasta dos años- es porque no quiere celebrar elecciones al Parlamento Europeo.

Pero según los servicios jurídicos de la Comisión, cualquier fecha posterior al 23 de mayo -cuando empiezan a celebrarse las votaciones europeas- obligaría de hecho a Londres a participar. De lo contrario, los ciudadanos británicos o los europeos residentes en Reino Unido podrían impugnar cualquier decisión comunitaria por no estar representados.

Juncker rechaza la fecha propuesta por May

De hecho, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, le ha avisado de estos riesgos a May durante una conversación telefónica este mismo miércoles. "Le repitió en esta llamada su recomendación de que la retirada debe haberse completado antes del 23 de mayo", ha relatado el portavoz del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas. Pero la primera ministra ha desoído los consejos de Juncker y ha seguido adelante con su plan. 

En todo caso, la UE es muy escéptica sobre las posibilidades de que este ultimátum tenga éxito. Cree que la posición de May es muy precaria incluso dentro de su propio Gobierno y que en Westminster no hay mayorías para ninguna salida. En las dos votaciones anteriores, el Acuerdo de Retirada fue tumbado por un margen muy amplio. Pero hace un último intento porque no quiere que Londres le culpe de un brexit caótico sin acuerdo.

"Incluso aunque la esperanza de éxito al final es frágil o incluso ilusoria y aunque la fatiga del brexit es cada vez más visible y justificada, no podemos renunciar a seguir buscando hasta el último momento una solución positiva, por supuesto sin reabrir el Acuerdo de Retirada", ha dicho Tusk.

¿Otra cumbre de emergencia?

De momento, el presidente del Consejo Europeo no tiene previsto convocar otra cumbre extraordinaria la semana que viene. "Si los líderes aprueban mis recomendaciones y si hay un voto positivo en la Cámara de los Comunes, podemos finalizar y formalizar la decisión sobre la prórroga mediante un procedimiento escrito", ha explicado.

Pero si Westminster rechaza por tercera vez el acuerdo de divorcio, sí que habría una reunión de emergencia de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete para completar los planes de contingencia para un brexit sin acuerdo

El único escenario alternativo sería una prórroga larga de hasta dos años. Tusk no ha descartado explícitamente esta opción. Pero en su discurso ante la Cámara de los Comunes de este miércoles, May ha dicho que "como primera ministra, no retrasaré el brexit más allá del 30 de junio". Es decir, los líderes europeos sólo considerarán una extensión larga si cae el Gobierno británico y se celebran elecciones anticipadas.

"A algunos nos preocupa el funcionamiento de la UE más que la relación con Reino Unido. La salida sin acuerdo es muy grave y hay que evitarla a toda costa, pero también hay que tener en cuenta que una permanencia larga y sin un propósito claro es una situación difícil de gestionar", explica un alto diplomático europeo. En Bruselas temen que Londres se dedique entonces a boicotear decisiones básicas de la UE como el nombramiento del próximo presidente de la Comisión o la aprobación del próximo presupuesto plurianual.

"Hemos reaccionado con paciencia y buena voluntad a los numerosos giros en los acontecimientos y confío en que, también ahora, no nos falte la misma paciencia y buena voluntad en el punto más crítico del proceso", apunta Tusk. Quedan 8 días.