Bruselas

Tras la conmoción inesperada que supuso la elección de Donald Trump como presidente en noviembre de 2016, la Unión Europea se afanó por marcar distancias con Estados Unidos y buscar socios alternativos con el objetivo de apuntalar un orden mundial multilateral, abierto y basado en reglas. En aquellos meses convulsos, los líderes europeos creyeron que China podría convertirse en un aliado estratégico en el frente anti-Trump. Al menos en apariencia, Pekín apoyaba prioridades de la UE que el presidente estadounidense desprecia como la liberalización comercial, el acuerdo de París de lucha contra el cambio climático o el pacto nuclear con Irán.

Dos años y medio después, la visión bruselense sobre China ha dado un giro de 180 grados: de socio privilegiado a rival sistémico al que hay que plantar cara. "Hay una creciente sensación en Europa de que el equilibrio de retos y oportunidades presentado por China ha cambiado", escribe la Comisión Europea en su último análisis estratégico de las relaciones entre Bruselas y Pekín recién publicado. "El poder económico y la influencia política de China ha crecido a una velocidad y con una escala sin precedentes, lo que refleja su ambición de convertirse en una potencia mundial líder", resalta el texto.

"China es, simultáneamente, en diferentes áreas políticas, un socio de cooperación con el que la UE tiene objetivos estrechamente alineados, un socio de negociación con el que la UE debe encontrar un equilibrio de intereses, un competidor económico en la búsqueda de liderazgo tecnológico y un rival sistémico que promueve modelos alternativos de gobernanza", avisa el Ejecutivo comunitario en un informe dirigido a los jefes de Estado y de Gobierno. Si el brexit no lo eclipsa todo, los líderes europeos tienen previsto pasar revista a las relaciones con China en la cumbre que celebran el jueves y viernes de esta semana. Deben preparar la próxima reunión de alto nivel con Pekín programada para principios de abril.

¿Qué ha ocurrido en este tiempo para que la UE se aleje de China y vuelva a acercarse a los EEUU de Trump? "Hace dos años, China cambió su retórica, empezó a usar un lenguaje diferente. La gente decía que se estaba convirtiendo en el principal defensor del libre comercio. La UE siempre ha defendido no sólo un comercio libre sino también basado en reglas, pero estábamos contentos de que Pekín usara el mismo tipo de lenguaje que nosotros. Pero desde entonces, ha habido pocos avances concretos. Han abierto algo su mercado, pero muy poco", se queja el vicepresidente de la Comisión, Jyrki Katainen.

"Además, el compromiso de China con el multilateralismo es a veces selectivo y basado en un entendimiento diferente del orden internacional. Ese es uno de los problemas", resalta Katainen. La situación de los derechos humanos en China "se está deteriorando", como demuestra la continua persecución de activistas y abogados especializados en la materia. Las ambiciones territoriales de Pekín en el Mar del Sur de China y su negativa a aceptar los dictámenes de la ONU generan tensión. Además, pese a su teórico compromiso en la lucha contra el cambio climático, el Gobierno chino está construyendo centrales de carbón en muchos países.

El reto, mantener la unidad

El principal desafío al que se enfrenta la UE a la hora de lidiar con una China cada vez más asertiva es mantener su unidad interna. Y es que el Gobierno de Pekín está intentando dividir a los Estados miembros con sus promesas de inversiones multimillonarias sin ninguna condición anexa. Por ejemplo, a través de la Nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative BRI), un plan gigante de inversiones en infraestructuras en Asia, Europa y África en el que ya participan varios Estados miembros como Hungría, Polonia, Portugal o Grecia. Y está a punto de sumarse el Gobierno populista italiano, que sería el primer país del G-7 que se sube al carro de esta iniciativa china.

El Gobierno italiano tiene previsto firmar un memorándum de entendimiento sobre el BRI el próximo 22 de marzo, cuando el presidente chino, Xi Jinping, visite Roma. Un movimiento que ha disgustado profundamente a Estados Unidos. "Somos escépticos sobre la posibilidad de que el respaldo del Gobierno italiano traiga ningún beneficio económico sostenido a los ciudadanos italianos y podría dañar la reputación mundial de Italia a largo plazo", dijo un portavoz de la Casa Blanca al FT. Para la Casa Blanca, la Nueva Ruta de la Seda es en realidad un instrumento encubierto de Pekín para extender su influencia mundial.

En Bruselas esta iniciativa también genera muchas dudas. El Ejecutivo comunitario insiste en que todos los Estados miembros que quieran participar deben respetar las reglas de la UE en materia de transparencia y competencia en la adjudicación de contratos. "Las licitaciones deben abrirse a todos", ha reclamado Katainen. Las empresas europeas siguen teniendo muchos problemas para acceder al mercado chino y Pekín favorece sistemáticamente a sus campeones nacionales.

Los intentos de Pekín de dividir a la UE no se centran únicamente en la Nueva Ruta de la Seda. Además, China mantiene un foro de diálogo separado con los países del Este mediante el grupo 16+1, en el que se abordan cuestiones de inversión y comercio. Forman parte 11 Estados miembros (Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia) y 5 países de los Balcanes (Albania, Bosnia, Macedonia, Montenegro y Serbia). De hecho, el primer ministro chino, Li Keqiang, participará en una reunión del 16+1 a principios de abril, inmediatamente después de la cumbre con la UE.

La UE es muy crítica con esta política china. "Las inversiones chinas han contribuido al crecimiento de muchas economías receptoras. Al mismo tiempo, estas inversiones frecuentemente dejan de lado la sostenibilidad socioeconómica y financiera y pueden resultar en altos niveles de endeudamiento y en la transferencia (a Pekín) del control de activos y recursos estratégicos", dice la Comisión. Además, China descuida cualquier consideración en materia de Estado de derecho y derechos humanos.

Huawei y el espionaje

Otro foco de conflicto creciente entre Bruselas y Pekín es el papel de la compañía china Huawei en el despliegue de las redes de telefonía 5G. También en esta disputa las presiones han llegado en primer lugar de Estados Unidos, que acusa a Huawei de espionaje en favor del Estado chino y ha pedido a la UE que prescinda de sus servicios. Aunque los Estados miembros están también divididos sobre el papel de Huawei, cada vez son más los países que se cuestionan su seguridad.

El pleno de la Eurocámara aprobó una resolución la semana pasada en la que "expresa su profunda preocupación por las recientes acusaciones de que los equipos 5G desarrollados por empresas chinas podrían incluir puertas traseras que permitan a los fabricantes y a las autoridades acceder sin autorización a los datos personales y privados y a las telecomunicaciones de la Unión". Por su parte, el Ejecutivo comunitario tiene previsto elaborar en las próximas semanas una recomendación sobre la seguridad de las redes 5G. ¿Un enfoque común de la UE para contrarrestar a Huawei?

Además, Bruselas erigirá en los próximos meses nuevas barreras para defenderse del poderío económico aplastante de China. De momento, acaba de aprobar un nuevo mecanismo común para controlar inversiones extranjeras directas que planteen riesgos en sectores estratégicos, una iniciativa que venían reclamando desde hace años países como Alemania o Francia y que entrará en vigor en abril. Pero además, la Comisión promete nuevas reglas de aquí a final de año que garanticen que las empresas chinas que quieran comprar compañías europeas no compitan dopadas con ayudas públicas.

"Es imperativo que la UE esté unida frente al reto que plantea China en muchos ámbitos y cooperar en pie de igualdad en otros campos. La idea no es antagonizar, pero tampoco dejarse arrollar", resume un diplomático europeo. "Con China hemos coincidido en una agenda multilateral frente a Trump, que es mucho más unilateral. Pero al final Trump es mucho más de fiar que China, que nos habla de multilateralismo pero en realidad entiende otra cosa. Estados Unidos, aunque a veces tengamos discrepancias, sigue siendo nuestro principal socio y aliado", concluye.