Bruselas

"El impactante asesinato del periodista saudí Khashoggi fue un crimen horrible. Incluso el más mínimo rastro de hipocresía debería avergonzarnos", ha proclamado en la Eurocámara el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Pero lo cierto que es el 'caso Khashoggi' ha situado a los grandes países de la UE en una posición muy incómoda. Los Gobiernos europeos se debaten entre dos impulsos contradictorios, casi incompatibles entre sí: por un lado, castigar un asesinato especialmente truculento, un atentado contra la libertad de expresión que según todos los indicios fue como mínimo instigado por la monarquía saudí; por el otro, preservar los fuertes vínculos económicos y militares que todos ellos mantienen con Riad

De momento, sólo la Alemania de Angela Merkel ha dado un paso al frente y ha anunciado que congelará las exportaciones de armas a Arabia Saudí. Sopesa incluso parar los contratos ya firmados, según ha dicho este jueves su portavoz, Steffen Seibert. Berlín anima al resto de países de la UE a hacer lo mismo, pero de momento no ha conseguido arrastrar a nadie más. Reino Unido y Francia hacen todo lo posible para evitar la cuestión, mientras que el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha dicho que mantendrá los contratos con Riad en defensa de "zonas devastadas por el desempleo".

La única institución de la UE que viene manteniendo una posición firme de denuncia de los abusos de la monarquía saudí en materia de derechos humanos es la Eurocámara, que paradójicamente no tiene competencias en materia de política exterior. En 2015 concedió el premio Sájarov al bloquero saudí Raif Badawi, que sigue encarcelado por supuestamente "insultar los valores islámicos". Y ya ha votado varias resoluciones pidiendo el fin de las exportaciones de armas al régimen saudí por su participación en la guerra de Yemen, la última a principios de octubre.

Este jueves, el pleno del Parlamento Europeo ha aprobado otra resolución más que pide un embargo de armas a Arabia Saudí a escala de la UE como represalia inmediata al asesinato de Khashoggi. El texto -aprobado por 325 votos a favor, uno en contra y 19 abstenciones- ha sido pactado por todos los grupos políticos, desde el Partido Popular Europeo hasta Izquierda Unitaria. Lo apoyan incluso los euroescépticos del UKIP de Nigel Farage. Sólo se ha desmarcado la extrema derecha. Es muy infrecuente que una resolución genere tanto consenso.

Los eurodiputados reclaman una investigación internacional independiente e imparcial sobre las circunstancias de la muerte del periodista y que los responsables sean identificados y llevados ante la justicia. La UE tiene que preparar "sanciones selectivas" contra estas personas, incluyendo la congelación de sus cuentas bancarias y la prohibición de viajar a la UE. "La lista debe incluir no sólo a los autores materiales, sino a los cerebros y a los instigadores de este crimen", resalta una resolución particularmente dura.

"El asesinato del periodista Jamal Khashoggi encaja en un patrón de represión generalizada contra destacados defensores de los derechos humanos, mujeres activistas, abogados, periodistas, escritores y blogueros, que se ha intensificado desde que el príncipe heredero Mohamed Bin Salman empezó a consolidar su control sobre los órganos de seguridad del país", sostiene el Parlamento Europeo.

Prudencia extrema de los Gobiernos

En contraste con la contundencia de la Eurocámara, la jefa de la diplomacia de la UE, la socialista italiana Federica Mogherini, cuya tarea es coordinar las posiciones de los Gobiernos, ha optado por una prudencia extrema. "La reacción de la UE a partir de ahora dependerá de los próximos pasos que den las autoridades saudíes", ha dicho este miércoles su portavoz. Su prioridad es "una investigación creíble y transparente". El embargo de armas, añade, "es responsabilidad de los Estados miembros", pese a que en teoría existe una posición común de la UE que prohíbe exportar a países que vulneran los derechos humanos. Mogherini ha hablado este miércoles con el ministro de Exteriores, Josep Borrell.

En Londres, la primera ministra Theresa May ha rechazado los llamamientos de la oposición para cesar la venta de armas a Riad. "Los procedimientos que seguimos están entre los más estrictos del mundo", se ha justificado durante la sesión de control celebrada este miércoles en el Parlamento británico. El negociador del brexit, Dominic Raab, ha sido mucho más claro: Reino Unido quería evitar lo que él consideraba una reacción desproporcionada. "No vamos a poner fin a nuestras relaciones con Arabia Saudí, no sólo por el gran número de puestos de trabajo británicos que dependen de ellas, sino porque si quieres ejercer influencia sobre tus socios tienes que poder hablar con ellos", afirma Raab.

El presidente francés, Emmanuel Macron, se negaba este mismo martes incluso a responder a los periodistas que le preguntaron por un embargo de armas a Riad. Un día más tarde, sus portavoces en El Elíseo han dicho que Francia no adoptará "decisiones precipitadas", sino que esperará a que se aclararen todas las incógnitas que rodean a la muerte de Khashoggi. "Si se toman decisiones en el futuro, se adoptarán basándose en hechos que hayan sido aclarados y responsabilidades que hayan sido claramente establecidas", aseguran.

Reino Unido y Francia son los países de la UE que exportan más armas a Arabia Saudí (el 23% y el 4% del total), según los datos del Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz. Les siguen España, Alemania e Italia (el 2% cada uno). A la cabeza de la clasificación se encuentra Estados Unidos, que está en el origen del 61% de las armas que recibe el régimen de Riad.

En la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 28 celebrada la semana pasada, el asesinato del periodista saudí en el consulado de su país en Turquía ni siquiera figuraba en la agenda oficial, pese a que los detalles más dramáticos ya habían trascendido. Tuvo que ser el primer ministro holandés, Mark Rutte, el que sacara el tema para expresar su inquietud y pedir a sus homólogos que al menos aplicaran políticas restrictivas en la venta de armas a Riad como ya hace Países Bajos o también Suecia. Pero de momento una posición común de la Unión Europea hacia la monarquía saudí todavía parece muy lejana.