Mánchester

Rashad Ali tenía 15 años cuando se unió Hizb ut-Tahrir, una organización extremista islamista cuyo objetivo es establecer un califato mundial. Ahora, con 36, dirige una consultoría antiradicalización para musulmanes. “Me sentí atraído por Hizb ut-Tahrir por razones políticas”, explica en una conversación telefónica con EL ESPAÑOL. “Pero también porque me daba un sentido de identidad y de pertenencia”, añade, indicando precisamente lo que los expertos internacionales en terrorismo señalan como motivo principal y común en quienes ahora se unen al grupo terrorista Estado Islámico.

Rashad nació en Sheffield, una ciudad industrial británica que él define “de mentalidad contraria al establishment”. Fue en parte este instinto rebelde lo que le animó a unirse a esta organización, que a pesar de estar prohibida en países como Alemania, Pakistán o Jordania, sí es legal en Reino Unido.  



A Rashad no le gusta recordar esta etapa de su vida, y sin embargo lo hace casi a diario. En 2012 participó como testigo en un comité del Parlamento británico sobre las raíces de la radicalización, y la Comisión Europea incluye en su biblioteca audiovisual un vídeo del año 2014 en el que relata su experiencia como exmiembro de un grupo extremista.

La empresa que dirige -con el descriptivo nombre Consultoría, Entrenamiento, Investigación e Intervenciones para luchar contra el Extremismo (CENTRI, por sus siglas en inglés)- trabaja principal y directamente con individuos que las autoridades británicas consideran en riesgo de radicalización. Llegan a él a través de las unidades regionales encargadas de implementar la estrategia “Prevent” (Prevenir), el polémico programa antiterrorista británico cuyo objetivo es identificar a aquellos individuos susceptibles de ser radicalizados.

CENTRI ha colaborado con los equipos antiradicalización de varias regiones británicas, incluyendo el área metropolitana de Londres y los Midlands ingleses. La unidad Prevent de los Midlands Orientales confirma a EL ESPAÑOL que han referido a muchos individuos a la consultoría de Rashad Ali, y aunque por razones de seguridad se niegan a entrar en detalles, afirman estar más que satisfechos con su labor. 

Con 15 años, usted se unió a Hizb ut-Tahrir, un grupo de ideología islamista radical y anti-semita. Perteneció a este grupo durante 10 años, hasta 2004. ¿Cómo fue esa experiencia?

No es algo que me guste recordar. Me uní a Hizb ut-Tahrir por razones políticas, pero también porque formar parte de este grupo me dio un sentido de identidad y de pertenencia en un momento en el que no lo tenía. No era un chico especialmente religioso, me volví practicante a raíz de la ideología política de esta organización. La religión fue algo secundario.

¿Por qué decidió abandonar este grupo?

Empecé a darme cuenta de que su ideología era inhumana. Organizaciones como Hizb ut-Tahrir intentan reemplazar tus percepciones naturales de lo que está bien y de lo que está mal con “no hay bien ni mal, sólo está lo que dice Dios”. También me di cuenta de que establecer un califato mundial no tenía nada que ver con el islam, que se podía ser musulmán sin necesidad de imponer esta idea a todo el mundo.

Me di cuenta de que establecer un califato mundial no tenía nada que ver con el islam, que se podía ser musulmán sin necesidad de imponer esta idea a todo el mundo

¿Qué estrategias de reclutamiento utilizan grupos islamistas radicales como Hizb ut-Tahrir?

Los grupos extremistas suelen intentar reclutar sobre todo a jóvenes. Se sabe que el [grupo terrorista] Estado Islámico intenta atraer a chicos y chicas de tan sólo 13 o 14 años. Normalmente los que se ven atraídos por estas organizaciones son personas jóvenes y vulnerables. Pero cualquiera puede ser radicalizado.

Hizb-ut-Tahir utilizaba técnicas de reclutamiento distintas dependiendo del individuo. Hay personas que buscan un sentido de identidad en estos grupos, otros se sienten atraídos por razones políticas, otros por experiencias de discriminación o de racismo.

Usted trabaja con personas en riesgo de radicalización. ¿Cómo se ponen en contacto con esta gente?

La mayoría son referidas a nosotros por unidades regionales de antiradicalización como parte de la estrategia “Prevent”. Pero también trabajamos con personas que han sido referidas por mezquitas, colegios, universidades, prisiones…. Mucha gente nos contacta porque está preocupada de que un amigo o conocido esté siendo radicalizado.

¿Cuáles son sus técnicas de desradicalización con estas personas?

Hablamos con ellos. Intentamos entenderles y les animamos a que cuestionen su ideología. Si piensan que la necesidad de imponer un estado islámico es su obligación religiosa, procuramos hacerles entender que esto no es verdad. El conocimiento religioso de esta gente es, por lo general, muy limitado. Intentamos que comprendan que en realidad el 'Estado Islámico' está violando los valores religiosos tradicionales del islam. Procuramos encontrar la raíz del problema. A lo mejor es un sentido de alienación en su comunidad, o a lo mejor es un sentimiento de venganza debido a sus circunstancias personales.

El 'Estado Islámico' está violando los valores religiosos tradicionales del islam

Para dar un ejemplo: si trabajamos con una persona cuya principal motivación para unirse a un grupo extremista es una razón política, lo primero que hacemos no es hablar de teología, sino de política. Una vez trabajamos con un individuo que se había radicalizado a raíz de la guerra de Irak. Nosotros le decíamos, espera, ¿estás en contra de la guerra de Irak? Muchos británicos y gran parte del Parlamento también lo está. No es que el Occidente esté en guerra contra los musulmanes. En la guerra de Serbia el Gobierno británico apoyó a los kosovares musulmanes”.  

Ha mencionado que los jóvenes son particularmente susceptibles a ser radicalizados. ¿Qué puede llevar a un chico o chica occidental a unirse al autodenominado Estado Islámico?

Ahora mismo estamos viendo que la guerra de Siria es uno de los principales motivos. Los jóvenes, que suelen ser muy impresionables, ven cómo la mayor parte de países occidentales, junto con Rusia, siguen apoyando el régimen de [Bashar] al Asad.

Muchos jóvenes están decepcionados con Occidente por permitir que siga existiendo este régimen. Las atrocidades que se están cometiendo en Siria son una de las razones que más a menudo mencionan los jóvenes en riesgo de radicalización con los que trabajamos.

¿Cree que se puede hablar de un perfil a la hora de identificar a aquellos en riesgo de radicalización?

No. Cada persona tiene motivaciones distintas. Muchas de las personas que nos han sido referidas tienen un buen nivel de educación. Hemos trabajado con cientos de personas, algunas que estaban a punto de volar a Siria. A veces trabajamos con ellos durante años, les tenemos localizados.

¿Cómo se financia CENTRI?

Nuestra consultoría no cobra a mezquitas, colegios o universidades por las intervenciones que realizamos, pero sí a las unidades de antiradicalización del Gobierno. También tenemos proyectos de investigación y de entrenamiento antiradicalización con distintas instituciones.

La estrategia “Prevent” ha resultado ser bastante controvertida, sobre todo en la comunidad islámica. Algunas personas piensan que fomenta la discriminación contra los musulmanes. ¿Cuál es su opinión?

Ha habido controversia durante años, pero “Prevent” no sólo se refiere al extremismo islamista, también trata con el extremismo de extrema derecha. A mí no me parece que haya nada de malo en esta estrategia.

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