5.000 europeos se han ido a luchar en las filas del autodenominado Estado Islámico en Siria e Irak. Entre un 25 y un 20% de los combatientes extranjeros movilizados por el autodenominado Estado Islámico provienen de Europa, una movilización en Occidente como nunca antes se había visto con el terrorismo yihadista. Otros se han quedado aquí. Recientemente se han producido varios foros de debate sobre la lucha contra la amenaza terrorista en Madrid, lo que ha dado la oportunidad de establecer las claves para combatirla.

1. Quiénes son los yihadistas europeos

Son sobre todo jóvenes y segundas generaciones de inmigrantes que no se sienten identificados con el país de sus progenitores ni con aquel en el que viven. Lejos de la idea de que provienen en su mayoría de entornos marginales, en Francia más de la mitad son de clase media, y en el Reino Unido muchos tienen estudios universitarios, ejemplifica Fernando Reinares, director del Programa de Terrorismo Global del Real Instituto Elcano (RIE).

También hay conversos al islam. Aunque no son la mayoría, la investigadora Carola García-Calvo -también del RIE- destaca que mientras en 2012 sólo una de las personas condenadas en España por vinculaciones al yihadismo era conversa, hoy más del 10% lo son.

“No podemos establecer un perfil sociodemográfico definido”, reconoce Reinares, a la vez que relativiza la conexión entre la radicalización ligada a motivos religiosos. De hecho, uno de cada cuatro jóvenes cree que la falta de empleo y oportunidades es el principal factor que impulsa el reclutamiento del grupo terrorista, de acuerdo con el estudio anual sobre Juventud Árabe de Burson-Marsteller. En las 3.500 entrevistas realizadas para el estudio, la mayoría rechazaban “rotundamente” el Estado Islámico, pero un 13% de los encuestados afirmó que podrían verse a sí mismos apoyando el Estado Islámico si no utilizaran tanta violencia (al menos supone un descenso de 6 puntos frente al 19% de 2015).

Reinares indica que también existe una “islamización del radicalismo”, con conversos que anteriormente pertenecieron a grupos de extrema izquierda o derecha no religiosos. El codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús Núñez, añade que “se enganchan individuos con motivaciones muy distintas; no pensemos que cada uno es un yihadista convencido”.

“Es un fenómeno muy sustancialmente mediático y urbano, donde la gran mayoría de las víctimas son civiles”, ha indicado Maite Pagazaurtundua, eurodiputada por UpyD, en un reciente encuentro con la prensa.

Este esbozo del perfil de los yihadistas en Europa ayuda poco a poco a aproximarse a la comprensión de un fenómeno que hoy se conoce notablemente mejor que cuando sucedió el 11-M en España, apunta Reinares. Pero todos coinciden en que la complejidad de esta “guerra asimétrica” -como la ha calificado Emilio Lamo, presidente del Real Instituto Elcano- sigue dejando más preguntas que respuestas. Y asignaturas pendientes.

2. Crisis de identidad, problema fundamental

“En Europa el problema de identidades es un problema sustancial, [con] políticas de integración que no están funcionando”, afirma Núñez. Reinares y García-Calvo coinciden. Los programas de prevención se pusieron en marcha en Europa tras los atentados de 2005 en Londres, cuando se aprobó una estrategia europea que en su opinión no están funcionando. Ahí están los últimos atentados en París y Bruselas, además de la salida de terroristas a Siria e Irak para unirse a las filas del Estado Islámico [EI] para demostrarlo.

“Los atentados que más nos han golpeado no vinieron desde Siria en avión, sino desde dentro”, ha destacado el eurodiputado socialista y exministro de Justicia, Juan Fernando López-Aguilar, durante un encuentro con la prensa. “Debemos analizar en serio la yihadización de muchos europeos en Europa: qué les lleva a enloquecer de odio, qué se lleva a cabo en redes sociales, prisiones y qué les dispone a matar y a morir matando”.

García- Calvo urge a revisar la estrategia europea “en ámbitos especialmente sensibles, como las prisiones” y advierte: “Muchos ya están retornando [y pueden acabar en la cárcel], con experiencia en combate, contacto con organizaciones terroristas y mucho más radicalizados”. Por ello apunta a que los programas existentes ya han quedado obsoletos y “hay que pensar ya en la desradicalización”.

La investigadora explica que a los jóvenes atraídos por el EI les convencen ofreciéndoles esa sensación de pertenencia y reconocimiento que no encuentran en el país donde viven (cuya nacionalidad a menudo ostentan) ni en el país de sus padres. “El mensaje que les está llegando desde el Estado Islámico es 'en tu país no eres ciudadano de primera; vente a este territorio, que aquí eres relevante'”, resume.

Dounia Bouzar, experta francesa en prevención de la radicalización del Centro de Prevención contra las derivas sectarias vinculadas al Islam cree que en Francia es más que un problema de identidad. “Desde hace 20 años nos hacen elegir entre ser republicano, demócrata o ser musulmán, lo ponen como si fuera incompatible. El hiyab [velo] en las universidades está otra vez en el debate”, lamenta.

3. Cuidado con la forma de comunicar y explicar

“Hace falta sensibilizar y ser didáctico, [abordar la] problemática que ocurre en nuestras aulas, en espacios deportivos, en lugares de culto...”, ejemplifica García- Calvo. Los expertos creen que los organismos oficiales y los medios de comunicación tienen un papel esencial para explicar el terrorismo del autodenominado Estado Islámico (o Daesh en su acrónimo árabe) y otros grupos como Al Qaeda.

No sólo sobre lo que son, sino también sobre lo que no son. Por ello, Reinares recuerda las diferencias elementales: el islam es la religión; el islamismo, una ideología política; el salafismo, una visión muy rigorista y “antiracional, pues no permite la historicidad o antropología en el Corán”; y el yihadismo es la versión más violenta del salafismo.

“¿Qué lenguaje empleamos? Islam, islamismo, yihadismo, salafismo… son barbudos todos”, ironiza Núñez. “Al meter a todos en el mismo saco [se comete] un primer error. Cuando se magnifica una amenaza, les damos fuerza, al contrario que el 'divide y vencerás'”. Los kamikazes tampoco se “inmolan”, advierte sobre un término que tiene una connotación positiva de sacrificio o martirio.

Además, los islamólogos recuerdan que ni es "Estado" ni es "Islámico". Por ello, a menudo prefieren emplear el acrónimo en árabe, que significa "Estado Islámico de Siria e Irak", pero cuyo sonido (Daesh) se asemeja a 'algo que aplastar o pisotear'", indica el libro Objetivo: califato universal (Ed. Libros La Vanguardia). Puedes consultar aquí el "Diccionario exprés sobre la perversión del Estado Islámico" de EL ESPAÑOL.

4. Falta contrarrestar su maquinaria propagandística

El Estado Islámico tiene una completa maquinaria profesional de propaganda, como publicó EL ESPAÑOL. El grupo terrorista edita la revista Dabiq, que distribuye en varios idiomas de la Unión Europea (incluido el inglés, por supuesto) y cuyo objetivo es el público residente en Occidente. También dispone de productoras audiovisuales, centros de comunicación en varias localidades de Siria e Irak donde dominan parte del territorio, y un importante manejo de las redes sociales.

“Las redes sociales han ampliado muchísimo el ámbito de captación de los potenciales miembros. Pero su importancia también tiene que ser matizada. En España, los ámbitos físicos, el cara a cara y el entorno afectivo siguen siendo importantes”, apunta García-Calvo.

Los recursos comunicativos del Estado Islámico son un elemento en el que la Administración Obama está trabajando desde hace un año. Sin mucho éxito hasta el momento, como reconocían algunos altos cargos a The Washington Post hasta enero de este año.

Tras el ataque en San Bernardino (California) en diciembre que causó 14 muertos, volvieron a ponerse en marcha para mejorar su estrategia de contrapropaganda. Si bien cabe recordar que la pareja que llevó a cabo el tiroteo se declaró fiel al Estado Islámico, que más tarde reivindicó el ataque como propio a pesar de que las investigaciones apuntaban a que no estaban al corriente y ni siquiera conocían a los asesinos.

El excoordinador del Centro de Comunicaciones Estratégicas de Contraterrorismo de Estados Unidos, Alberto M. Fernández, explicaba en noviembre en un artículo publicado por el centro de pensamiento Brookings Institution elementos clave a mejorar en una herramienta pensada hasta entonces para Al Qaeda. Tras los errores cometidos, cree que la contrapropaganda contra el EI debe contener:

- una red igual de grande que la red que combate (“el volumen tiene valor”);

- historias de refugiados que han sufrido en primera persona al Estado Islámico;

- un contenido igual de “multifacético” (con sarcasmo, hechos, ideología, etc.) que el que da el grupo terrorista.

Reinares no duda de que la “contranarrativa ha de ser un componente estratégico en los programas de prevención de la radicalización yihadista y de contención del extremismo violento”. Pero lamenta que hasta ahora no hayan funcionado y advierte de que falta resaltar las contradicciones del discurso terrorista. “A menudo también ocurre que ni los emisores de la contranarrativa ni los destinatarios de la misma son los adecuados”.

5. Es imprescindible incrementar el intercambio en Inteligencia europea (y fuera)

Es la gran crítica a los 28 tras los últimos atentados, que han dejado expuesta la falta de intercambio en la información de los servicios secretos. Turquía había advertido a Bélgica sobre uno de los terroristas suicidas del aeropuerto de Bruselas (Brahim el Bakraoui) y lo deportaron a Holanda pero lo sometieron a vigilancia ni interrogaron. El FBI también advirtió a Holanda sobre los hermanos El Bakraoui (ambos atentaron en la capital belga), pero Bélgica asegura que su país vecino no se puso en contacto con ellos. Y ésta es sólo una muestra de los últimos fallos detectados en el intercambio de Inteligencia.

Los expertos reprochan un excesivo celo en los Estados a la hora de compartir información. Núñez critica que la coordinación de los servicios de Inteligencia, policía y el sistema judicial “está sobre el papel ya, pero no en la práctica”. Reinares añade que los países Schengen deberían “alimentar” su base de datos con información de Inteligencia. De haberlo hecho, “podrían haber contribuido a que la acción policial hubiese sido más rápida de lo que ha sido”.

Comenta el experto en terrorismo del RIE que cuando estuvo en Bagdad (Irak) a mediados de 2014 y habló con los asesores del aún primer ministro Nuri al Maliki, éstos ya le advirtieron sobre objetivos europeos en el Estado Islámico. Le explicaron que habían creado un mando externo y decidieron establecer sus bases en Bélgica.

Para enmendar la falta de una Inteligencia común europea, los socialistas europeos defienden la creación de un “FBI europeo”, que al igual que los liberal- demócratas, que demanda más funciones, capacidades y presupuesto para la lucha antiterrorista desde la Europol.

Tanto López-Aguilar como Pagazaurtundúa se muestran orgullosos de los avances en el PNR (registro de viajeros aéreos) que se aprobó el jueves pasado en la Eurocámara, aunque lo consideran insuficiente. Frente a la polémica creada por el temor de que las autoridades cometan abusos al obtener los datos de los pasajeros en manos de las aerolíneas, el eurodiputado socialista recuerda que eso ya se hacía en varios países y reitera que sólo se accede mediante algoritmos a metadatos. Lo novedoso -en su opinión- es el acuerdo de los 28 para realizarlo. Sin embargo, la Directiva sigue dejando en manos de cada Estado su aplicación… y para dentro de dos años.

6. No hay que darles el gusto de excluir a los musulmanes

“Hay que buscar aliados para los cuales es posible [la combinación de] islam y democracia, porque si no, estaremos contribuyendo a erosionar [la situación] desde dentro”, demanda Reinares. “No se puede hablar de prevención sin la participación de comunidades musulmanas”, incide García-Calvo.

La experta en prevención y desradicalización Bouzar explica que “lo que desea y necesita el Daesh es el odio del islam para justificar su propio odio”. Por eso si caemos en el discurso del “ellos y nosotros” les damos más autoridad. Y añade que cuando se mira la propaganda del entorno del Estado Islámico, “siempre hablan de un complot internacional contra el islam”.

“Deberíamos acercarnos a líderes musulmanes”, añade Núñez, reconociendo que es una de las grandes asignaturas pendientes en la lucha contra el terrorismo de corte islamista. Precisamente las voces especializadas en el islam, como la profesora emérita de la Universidad de Barcelona, Dolors Bramon, o el presidente del Centro Cultural Islámico de Valencia e imán, Abdelaziz Hammaoui, piden que se hable de terrorismo a secas, pues nada tienen que ver los asesinatos que cometen estos radicales con la fe musulmana.

La mayoría de las víctimas del Estado Islámico son musulmanes, a quienes consideran “infieles” por no estar de acuerdo con su interpretación sesgada y radicalizada del Corán y la tradición islámica, como analizó EL ESPAÑOL.

Reinares apunta, sin embargo, a que echa de menos que alguna institución musulmana de reconocido prestigio confirme precisamente lo que defienden figuras como Bramon o Hammaoui. “Si son musulmanes o no, es algo que yo no puedo discutir. Sí podría hacerlo la institución de referencia en el mundo chií [una de las principales ramas del islam], que es la Universidad Al Azhar en Cairo, que ya se ha negado a considerarlos [a los miembros del Estado Islámico] apóstatas a pesar de llevar a cabo acciones en contra del Corán”, lamenta.

Este experto critica “una suerte de espiral del silencio” general en el seno de las comunidades musulmanas, a pesar de rechazar mayoritariamente el terrorismo. Apunta a la “interferencia” de países como Marruecos, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, a la vez que indica que en España existen “canales efectivos de comunicación” entre las comunidades musulmanas y las autoridades. Lo que no tiene tan claro es que esos portavoces tengan el “adecuado” reconocimiento entre los dos millones de musulmanes españoles o residentes en España.

Núñez añade otro elemento a mejorar: la relación de Occidente con los países de mayoría musulmana. Critica especialmente la relación de intereses con Arabia Saudí, a pesar de ser uno de las principales fuentes de financiación del terrorismo yihadista.

“Nuestros principios nos llenan la boca y nuestra realpolitik sobre el terreno contribuye -cuanto menos- a alimentar el problema. Si nosotros estuviéramos allí, la mayoría seríamos antioccidentales. Estamos alimentando el antioccidentalismo”, afirma.

Es una idea en que subraya Bart Somers, alcalde de la ciudad belga de Malinas (Mechelen en flamenco), considerada ejemplo de integración por sus programas de inclusión social en una localidad donde tres de cada diez de sus 84.000 habitantes son de origen extranjero y dos de cada diez son musulmanes.

“No cometáis el error de defender los valores occidentales, sino humanos. Nuestros valores fueron creados para la libertad”, recuerda este político liberal-demócrata. Pide que no se caiga en dictar desde fuera de la comunidad musulmana cómo debe ser un buen musulmán y reivindica que los musulmanes de la Unión Europea son igual de europeo y occidentales que quienes profesan otra fe o ninguna.

7. “Existe Inteligencia humana”

“Existe Inteligencia humana”, dice García-Calvo, en referencia a la información de primera mano que pueden compartir ciudadanos de a pie con las autoridades si ven algo que les resulte sospechoso. Comenta que tras el estreno de la web 'Stop Radicalismos' lanzada el año pasado por el Gobierno español, las llamadas recibidas por las autoridades se incrementaron en un 600%. Y hubo numerosas llamadas con información relevante. “Esta Inteligencia hay que movilizarla, porque es lo que nos permitirá interrumpir estos procesos a tiempo, acompañado con otro tipo de campañas”, apunta.

El ámbito municipal es “de vital importancia” en la lucha antiterrorista, opina Fernando Arias, director de la Fundación Pluralismo y Convivencia. Pide que se contemple la gestión de la libertad religiosa en el entorno más cercano para evitar que sucedan casos como que un concejal de urbanismo no dé permiso para la construcción de una mezquita sin tener en cuenta los derechos a la práctica todos los credos. Arias apunta a que episodios como ese pueden provocar el rechazo de una comunidad que previamente se ha visto tratada como ciudadanos de segunda.

Una experiencia similar a la de 'Stop Radicalismo' se ha vivido en Francia. Dounia Bouzar estuvo un año al frente del programa de prevención y desradicalización del Ministerio del Interior allí. Cuando el equipo de esta antropóloga que lleva una década trabajando en esto abrió un canal de comunicación con los padres y exponer “indicadores de alerta”, el Ministerio recibió 9.000 llamadas de padres que sospechaban que sus hijos podrían estar en pleno proceso de radicalización.

Los indicadores habían señalado eran, entre otros:

- motivación a menudo no era religiosa;

- no confían en los adultos hasta el punto de la “paranoia” pensando que “todos les mienten”;

- demonizan la música o el fútbol- desprecian la sociedad que les rodea hasta el punto de la ruptura.

“Nosotros elegimos hacernos aliados de los familiares. Hace falta pasar por un acercamiento emocional de los padres y personas cercanas para reafirmar [a los jóvenes radicalizados o en proceso de radicalización] y eliminar la paranoia”, opina Bouzar.

8. La intervención militar es un elemento más

“Si cada vez que hay un atentado de París, lo primero que se le ocurre al presidente o primer ministro es mandar unos cuantos cazas más y poner más policías en el aeropuerto, no estamos abordando otras dimensiones del problema”, que Núñez, que además de codirigir el IECAH fue militar y estuvo sobre el terreno en Afganistán. “No estamos en guerra. Guerra significa protagonismo de los medios militares. Y si algo hemos aprendido después de años de invasión de Afganistán y en Irak, es que Al Qaeda sigue funcionando y no hay un estado funcional [en esos países]”.

Sin embargo, no existe consenso sobre el nivel de prioridad que se le debe dar a la respuesta armada contra el Estado Islámico entre los expertos. Los expertos en terrorismo coinciden en que es un elemento necesario para acabar con él, pero complementario a otros.

“No debemos centrarnos en medios militares, pero sin ellos no habríamos expulsado a los yihadistas del norte de Mali ni podríamos combatir al Estado Islámico y sus pozos petrolíferos”, opina Reinares. Núñez advierte sobre el cortoplacismo de las intervenciones militares, que pueden servir para retirarles territorio a los terroristas pero no para acabar con ellos.

Actualmente el Parlamento Europeo trabaja sobre una nueva Directiva para la lucha contra el terrorismo, mientras cada país busca medidas para paliar el problema. En Francia la ministra de Justicia dimitió después de que François Hollande promoviera la retirada de la nacionalidad francesas a aquellos binacionales que fueran condenados por terrorismo. Además continúa en estado de emergencia y las organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional ya han denunciado abusos, por ejemplo, en arrestos domiciliarios de personas que no han sido formalmente acusadas de nada.

Francia declaró la guerra al día siguiente de los atentados de París. Bélgica ha enviado un F-18 a Siria. Y sin embargo, los expertos piden reflexionar, pensar a largo plazo y trabajar mucho en la prevención. Todos unidos. Sin ideologías ni religiones que -recalcan- sólo dan más fuerza a los terroristas.

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