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Según indica la Sociedad Española de Neurología, entre el 20% y el 48% de la población adulta sufre de problemas para iniciar o mantener el sueño y, en el 10% de estos casos, los trastornos del sueño son crónicos. Además, tal y como recoge la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (FIJE), España es el país del mundo que más medicamentos consume para dormir.

Los datos no solo son sorprendentes, sino que llegan a ser preocupantes. Dormir no solo nos permite recargar energías, sino que también juega un papel crucial en procesos fisiológicos como la regulación hormonal, el procesamiento cognitivo y la reparación celular.

Más allá del estrés, los acontecimientos de la vida o hábitos que alteran el sueño, la alimentación puede tener un papel importante en la prevención y el tratamiento de los trastornos del sueño. De hecho, hay alimentos que pueden provocar justo lo contrario y que, según expertos como Aitor Sánchez, deberíamos evitar en la cena si queremos descansar bien. Uno de ellos es el queso.

El impacto del queso en el descanso

La elección de los alimentos para la cena es un aspecto fundamental para garantizar un descanso reparador. Existen ciertos productos que, debido a su composición y efectos en el organismo, pueden dificultar el sueño o afectar la calidad del mismo. Así lo ha explicado el nutricionista y tecnólogo alimenticio Aitor Sánchez a Upperslife.

Según el experto, el queso y los platos que contienen este ingrediente en abundancia —como pizzas, canelones o lasañas— puede generar efectos indeseados que repercuten negativamente en el descanso nocturno. Entre ellos, su alto contenido en sal es su principal inconveniente.

La sal es un ingrediente esencial en la cocina, pero en cantidades elevadas puede provocar deshidratación y aumentar la sensación de sed. Es común que, tras cenar una pizza o cualquier otro plato con abundante queso, experimentemos una gran necesidad de beber agua aproximadamente "una hora o una hora y media después de haber comido".

Este incremento en la ingesta de líquidos puede alterar el sueño, ya que el organismo requerirá una mayor hidratación y, en consecuencia, es probable que nos despertemos en mitad de la noche para beber agua o incluso para ir al baño. Como consecuencia, lo que hacemos es interrumpir el ciclo de sueño y pueden hacer que el descanso no sea tan profundo ni reparador.

Además, el queso contiene una cantidad significativa de grasas, lo que puede hacer que la digestión sea más lenta y pesada. Cuando el organismo está ocupado procesando una comida copiosa y rica en grasas, el cuerpo no logra relajarse completamente para entrar en las fases más profundas del sueño.

Esto puede traducirse en una sensación de incomodidad, pesadez estomacal e incluso reflujo ácido, lo que a su vez puede provocar despertares nocturnos o dificultad para conciliar el sueño.