La Princesa, en su enlace con Daniel Westling.

La Princesa, en su enlace con Daniel Westling.

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Victoria de Suecia celebra sus 15 años de matrimonio: la joya histórica que llevó en su boda y que nunca ha vuelto a lucir

La futura reina de los suecos se casó con su entrenador personal el 19 de junio de 2010. Recordamos la pieza más destacada de su look nupcial.

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El 19 de junio de 2010 se celebró la boda de la princesa Victoria de Suecia con su entrenador personal, Daniel Westling, en la catedral de San Nicolás en Estocolmo. Fue un enlace real grandioso, con una larga lista de monarquías invitadas, entre ellas la española.

Fue un "sí, quiero" por amor, en el que la heredera al trono unía su vida a la de un plebeyo (lo que no gustó mucho a los reyes Carlos Gustavo y Silvia). Juntos han formado una familia, con dos hijos, y se preparan para ocupar el puesto que el destino les depara.

Aquel día, la novia era la gran protagonista y su wedding look, el más admirado. Más allá del vestido, lo que ha quedado guardado en el recuerdo de todos es la Tiara de los Camafeos, una imponente joya histórica, que no ha vuelto a lucir.

La pareja real saluda desde palacio tras el enlace.

La pareja real saluda desde palacio tras el enlace. Gtres

Se trata de una de las piezas más emblemáticas y curiosas del joyero de las Bernardotte, que solo sale de su cofre para ocasiones de especial relevancia. Su majestuosidad y su altura hacen que siempre sea la estrella. Ahora toca conocer sus secretos.

Su origen se remonta al siglo XIX, en Francia. Fue un encargo de Napoleón Bonaparte para agasajar a su esposa en 1805. Es conocida la devoción del emperador por Josefina y la citada joya representa fielmente su sentimiento.

Fue creada por el orfebre parisino Marie-Étienne Nitot, fundador de la casa Chaumet y joyero de la corte imperial. Como su propio nombre indica, está formada por cinco grandes camafeos tallados en relieve y típicos del arte neoclásico francés.

Lo que representan son escenas de la mitología grecorromana, entre ellas la central tiene como protagonistas a Cupido y Psique. Él, hijo de Afrodita, cae rendido ante la mujer a quien su madre desea matar por su belleza. De ahí viene la imagen del dios del amor con sus flechas.

La joya está realizada en oro rojo y decorada con hileras de perlas, lo que hace que sea aún más majestuosa. Y no viene sola, el parure incluye collar, broche, dos pulseras a juego y unos pendientes. La Princesa lució varias piezas en su enlace.

Aunque no se trata de una tiara exclusiva de las reinas, como pasa con la de Flor del Lis del lote de pasar de la Familia Real española, Victoria solo la ha llevado una vez. Su madre, Silvia de Suecia, en cambio, sí la ha lucido en varias ocasiones.

La primera de ellas en su boda con el rey Carlos Gustavo, en 1976. A partir de entonces, la ha elegido para diversos viajes de Estado, para asistir a los Premios Nobel y en retratos oficiales, con todo el conjunto.

La reina Silvia de Suecia, con el parure de los Camafeos.

La reina Silvia de Suecia, con el parure de los Camafeos. Casa Real sueca

¿Cómo llego a Suecia?

A la muerte de su ilustre propietaria original, Josefina Bonaparte, pasó a sus descendientes. Recordar que Napoleón se divorció de ella al ver que no conseguía darle un heredero varón (pese a seguir enamorado); tuvieron dos hijas, Hortensia y Eugenia.

La tiara acabó en el joyero de una de sus nietas, que además llevaba su nombre. El destino quiso que Josefina de Leuchtenberg se casara en 1823 con el príncipe heredero Óscar de Suecia. Cuando la pareja ascendió al trono, la pieza comenzó a formar parte de la casa Bernardotte.

Ha ido pasando de generación en generación y pertenece a la colección privada de la familia. La primera que decidió llevarla en su boda fue la princesa Birgitta, hermana del actual monarca, en 1961, instaurándose así una tradición.

Algún día, Estelle, hija de Victoria de Suecia, la lucirá también en su "sí,quiero". Pero para eso falta mucho porque solo tiene 13 años.

El vestido de la novia

Además de la tiara, el diseño nupcial de la futura reina del país escandinavo también se sigue recordando por su sencillez y elegancia. No podía ser de otro modo, teniendo en cuenta la espectacularidad de las joyas.

La Princesa, del brazo de su padre, el rey Carlos Gustavo.

La Princesa, del brazo de su padre, el rey Carlos Gustavo. Gtres

Fue una creación del diseñador sueco Par Engheden, en blanco níveo, con escote Bardot, falda en A con fajín del que salía una parte del velo y una cola de largo medio. Una opción tan elegante como minimalista que fue expuesta en el Palacio Real.

Aquel enlace nupcial tuvo otras protagonistas. El desfile de invitadas con looks ideales fue memorable. Empezando por la reina Letizia, con un Felipe Varela nude y la tiara floral.

Y siguiendo por la infanta Elena, que pasó a la historia con su conjunto de inspiración taurina de Caprile y la diadema Marichalar. Por su parte, la infanta Cristina, de verde agua con la Cartier. Sin olvidar a Rania y su Armani morado.