Es el turno de Carlos Quílez de mostrarnos las mujeres más inspiradoras de su vida. El periodista ha hecho un recorrido cronológico de cómo ha ido creciendo y madurando de la mano de estos modelos inspiracionales. Termina, como no podía ser de otra forma, con su madre: "Un ejemplo de superación, de bondad y de decencia. Mi referente", dice.

[Las 10 mujeres referentes de Carlos Latre: de la influencer Aida Domenech a su mujer Yolanda Marcos, pasando por su compañera Silvia Abril]

10 mujeres de diferentes ámbitos y pertenecientes a diferentes momentos de la historia, que han dejado huella en el camino de la sociedad.

  • 1 de 10

    Carmen Valero, atleta.

    En el año 1976, tenía yo 10 años. Mis recuerdos, las fotos de aquella época, de mi vida, todo era en blanco y negro.

    Me sentía miembro de un país y de una sociedad que viajaba en el vagón de cola.

    La dictadura, el miedo, la crisis económica, el lastre de la maldita fatalidad española, lo de la furia como réplica a la supuesta falta de talento, el destape y la muleta, la música en inglés que nadie entendía y los vagos y maleantes y la chica yeye. Éramos sin saberlo, adictos o esclavos de ese brebaje en cuya etiqueta se podía leer, “Spain is different” y que nosotros leíamos como “España es inferior”.

    Sin embargo, en el 73,74, 75, 76 y 77, en la segunda cadena, en el UHF, los sábados por la tarde, allá a las cuatro, una mujer brava e inteligente se empecinó en demostrar que nuestros complejos eran infundados.

    Más tarde llegaría Perico Delgado, pero en aquellos años setenta, la atleta, Carmen Valero, conquistaba medallas en algo que ignoro si aún existe y que se llamaba el “Cross de las Naciones”, rimbombante nombre para una competición internacional de carrera campo a través. Carmen Valero, mujer (dato nada baladí), ganaba las carreras delante de las francesas, rusas y alemanas, fornidas, rubias y altas todas ellas. Y ganaba por fuerza y por talento porque tenía más fuerza y más talento que las demás. Y era española. Era una de las nuestras.

    De la mano de Carmen dejé de sentirme un chaval de segunda en un mundo de primera.

  • 2 de 10

    Barbra Streisand. Cantante.

    La descubrí con 10 o 12 años gracias a “Woman in Love”, un álbum firmado junto a Robin Gibb que formó parte de la banda sonora musical de mi juventud y que, como todo lo verdaderamente bueno, nunca pasa de moda.

    La admiro por su extraordinario talento interpretativo y por su voz inigualable. Streisand ha vendido millones de discos en todo el mundo y ha sido un referente para la industria musical y cinematográfica de un país, EEUU, más llamado a idolatrar a bellezones prefabricados que a mujeres de ojos oblicuos y nariz prominente.

  • 3 de 10

    Victoria Camps. Filósofa.

    Ser, parecer y demostrar. Victoria Camps cultivó un concepto de la ética desde la perspectiva de su acepción más hermosa e inclusiva.

    Desde valores progresistas luchó toda su vida, sin venderse a etiquetas ni a corsés preestablecidos, por el empoderamiento de la mujer y por la defensa de la ética como herramienta de cohesión y hermanamiento. Fue Doctora en Filosofía moral y política, profesora, investigadora, escritora y experta en Bioética.

    Siendo un joven universitario asistí a una conferencia de la doctora Camps en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona (UB). Allí aprendí que dudar es un signo de madurez. ‘El gobierno de las emociones’ y ‘Elogio de la duda’, dos de sus obras indispensables.

  • 4 de 10

    Brigitte Bardot. Actriz.

    Vivimos en un mundo de dicotomías: o blanco o negro, o Barça o Real Madrid. O izquierda o derecha. O Rolling o Beatles. Cada uno toma partido según su parecer.

    Yo lo tuve fácil cuando en mi preadolescencia, cuando las hormonas campan raudas y desacompasadas por los vericuetos del cuerpo y el alma, se me planteó el dilema (digamos que yo mismo me lo planteé) entre Brigitte Bardot y Jane Birkin.

    La segunda era la sensualidad entendida desde la imperfección de una belleza quebradiza. Pero frente a ella, la gran Brigitte Bardot, la musa, la femme enfant, el sexo soñado e inalcanzable para aquella España botijera y autocrática en lo cultural. No había discusión.

    Brigitte Bardot era una mujer vintage antes de que se inventara lo vintage. Era divina, traviesa, picante, distinguida, frágil y sobre todo, inaccesible.

    He visto todas sus películas y apenas me acuerdo del título de dos o tres. Da igual, ella era lo importante. Era lo que daba sentido a los sueños húmedos y mitológicos de un chaval de provincias que, por entonces, estrenaba sus primeros pantalones largos.

    La Bardot no necesitaba destape. Sus labios en forma de sonrisa eran ya la mejor invitación a desordenarlo todo. Lo sigue haciendo…

  • 5 de 10

    Selva Orejón, Ciber investigadora.

    A Selva Orejón la conocí hace no demasiados años en un plató de televisión. Nos habían invitado para hablar de ciberdelincuencia y de los peligros de la red, entendida esta como herramienta de posibles crímenes.

    El discurso, la sabiduría y el talento de Selva me dejó apabullado y, como me suele ocurrir cuando algo me apasiona, mi interés por saber más de aquello de lo que ella sabía tanto se multiplicó en mí como una obsesión. Nos vimos, charlamos y los hicimos una y otra vez, fraguando así una amistad dotada, insisto, de una admiración que perdura.

    Selva, mujer, empresaria, investigadora, profesora de policías de todo uniforme y condición sobre cuestiones que parecían reservadas solo a profesores chiflados, frikis y varones.

    Ella solita, sin alardes y sin sobreactuación se ha erigido como un referente de calidad profesional y de maestría didáctica.

  • 6 de 10

    Marguerite Duras, novelista.

    Creo que si la hubiese conocido en persona, me habría enamorado de ella. Bien pensado quizá ya lo hice, sin saberlo, a través de sus novelas y zambulléndome en su apasionante biografía.

    Marguerite Duras escribió, amó, luchó, militó, se despolitizó …en definitiva, vivió con una pasión desbordante, como si el no hacerlo hubiera supuesto un acto de cobardía.

    Indochina, los hombres de su vida, la segunda guerra mundial, el comunismo, la escritura como forma de vida, de exorcismo y de inmortalidad, marcaron el tono y el objetivo de sus novelas, muchas de ellas auténticos best sellers. “El amante”, sin ir más lejos, fue traducida a decenas de lenguas y ha vendido más de tres millones de ejemplares.

  • 7 de 10

    Almudena Ariza. Periodismo.

    Coincidí con ella allá por el año 1989 cuando Almudena coeditaba el informativo H14 de la cadena SER que dirigía el malogrado Carlos Llamas. Por entonces yo era becario en los Servicios Informativos de Radio Barcelona–SER. Mi cometido era apilar las citas magnetofónicas del presentador del informativo y redactar y locutar la información del tráfico.

    Ya por entonces, y desde la lejanía, Ariza me resultaba una periodista especial. Al margen de otras características como el rigor, la profesionalidad, la templanza y la firmeza, quiero destacar de ella su enorme credibilidad. El paso del tiempo la llevó a Televisión Española donde la hemos visto en medio mundo trabajando y viviendo como lo hacen los periodistas de verdad, esos que, como diría un maestro que tuve, llevan tinta en las venas y cuya jubilación es una casilla sin marcar. Valiente a la hora de tratar conflictos sociales o bélicos, nunca rehuyó la primera línea de fuego, no se ha plegado al discurso oficial o políticamente correcto.

    Las cosas son como son, cuando las explica Almudena Ariza.

  • 8 de 10

    Ana Frank, personaje histórico.

    Ana Frank es un símbolo. Un icono.

    Es el nombre y el apellido de la lucha contra el totalitarismo y la barbarie. Su corta vida (16 años), fue suficiente para personificar los sentimientos del oprimido frente a la locura de la maldad.

    En plena guerra, aquella niña vivió en Ámsterdam escondida junto a los suyos durante dos años y medio de la guadaña nazi. Fue detenida y recayó en Auschwitz, Polonia. Recientemente he visitado ese campo de exterminio. La niebla, el frio y el silencio que te apelmaza al llegar a la macro instalación, te trasladaba a aquellos años de aniquilación y exterminio dejándote una amargura helada en la boca del estómago.

    En una de las principales dependencias se conservan varias toneladas de cabellos de los judíos, hombre y mujeres, allí recluidos. Acababa de leer el diario de Ana Frank y me pregunté…: ¿en medio de aquella. montaña de cabellos, estarán los de aquella niña rubia que vivió lo suficiente para explicárnoslo?

  • 9 de 10

    Mitos. Cleopatra.

    De entre todas las Cleopatras me quedo con la que perfiló el gran Terenci Moix. No sé si era la real, la que resulta más verosímil o la que el malogrado escritor fabricó para su regocijo retazo a retazo.

    Sea como sea, me quedo con esa imagen de mujer poderosa en un mundo y en una época en la que aún no se había inventado el feminismo y el patriarcado bebía de la teología y la teología era bisexual.

    Cleopatra sedujo hasta acuclillar a dos emperadores. Julio César y Marco Antonio cayeron subyugados a los pies de una mujer mitológica, de piel blanquísima macerada en leche de burra y de ojos rasgados con jena y sangre de serpiente.

    Con ellos a sus pies, Egipto fue el centro del mundo a pesar de ser un león constante asediado por las hienas que le atosigaban desde Roma o Atenas o Persia.

    Como diría Terenci, Cleopatra vivió recostada en la nube de la divinidad mientras reinaba con mano dura y desaforada crueldad porque para ella la adoración conseguida a hierro incandescente era la verdadera y la perdurable

    Se suicidó cuando de entre sus dedos se escurrieron las riendas del poder que desatendió entre delirios. Antes muerta que…

  • 10 de 10

    Leonor Lázaro. Madre.

    Leonor Lázaro Sáez (Montcada i Reixac, 1936- 2019). De profesión, madre.

    Leonor nació en la más absoluta pobreza, en el marco de una familia desgarrada por la guerra y en un ecosistema social catalán poco amable con la inmigración descamisada, analfabeta, andaluza y roja a la que pertenecían los padres de Leonor, mis abuelos.

    Con 6 años, una madre invalida y un padre huido, se echó la vida por montera y se abrió camino entre montañas de pesadumbres, contra viento, marea, burlas y desprecios por ser una cenicienta sin príncipe azul ni zapatos de cristal. Y lo logró. Y no perdió tiempo en odiar ni en venganzas. Dedicó la vida a ponerla de una vez a sus pies. Formó una familia como la que nunca tuvo. Cuidó de su marido como marcaban los cánones y crio a sus hijos despilfarrando amor que es la mejor forma de paliar la falta de oficio.

    “Arriiiba los de la cuchaaaara, abaaaajo los del tenedoooor….nosooooootros somos anarquiiiiistas con el martillo y la hooooz”, dice que cantaba siendo un bebé en brazos de su padre, pletórico y orgulloso.

    Mucho después, 40 años después, en 1977, la oí decir que acababa de votar a Adolfo Suarez, “porque era el más guapo”. Con el tiempo abrigué la convicción de que, además, le votó para demostrar a mi padre, fiel seguidor y correligionario de don Manuel Fraga, que ella tenía personalidad propia. ¡Y ya lo creo que la tenía! Esa era mi madre.

    Leonor, una ganadora que nunca demandó una medalla.

    Un ejemplo de superación, de bondad y de decencia. Mi referente.