Cristina Gómez Silvia Pérez

Alina Agüero y Pilar Valles son diferentes pero muy parecidas y, como sus trabajos, se complementan perfectamente. Mientras la primera no le teme a posar frente a la cámara de dos desconocidas y a charlar de todo un poco, la segunda prefiere comenzar con la entrevista y volver a su lugar seguro, su laboratorio. Sin embargo, ambas sienten pasión por la ciencia, concretamente la ciencia de los materiales y fueron de las primeras en convertirse en jefas de laboratorio en España, en una época en las que las mujeres todavía eran relegadas, en muchas ocasiones, a otro tipo de trabajos.

Son dos de los cientos de científicos del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), el centro tecnológico del Ministerio de Defensa y uno de los más importantes de España. En sus instalaciones, rodeadas de una importante seguridad, se realizan actividades de investigación científica y de desarrollo de sistemas y prototipos de aeronáutica, militares y hasta espaciales y se trabaja conjuntamente con algunas de las agencias científicas más importantes del mundo. 

Alina Agüero (Santiago de Cuba, 1956) es doctora en Ciencias Químicas y jefa del Laboratorio de Procesos y Tecnología del Área de Materiales Metálicos del INTA desde 2007. Alina fue, durante años, una trotamundos. Aunque nació en Cuba, creció en Venezuela, país al que su familia emigró por estar en contra del régimen de Fidel Castro. Decidió estudiar Ciencias Químicas porque se consideraba a sí misma una "exploradora", siempre con ganas de saber el porqué y el cómo de las cosas.

"Hice el primer año de Ingeniería Química. Recuerdo que un día nos pusieron la fórmula de termodinámica y yo pregunté de dónde salía, me dijeron: 'Aprende a usarla y que los científicos se preocupen de saber de dónde viene'. Fui a hablar con el profesor, le pregunté cómo era la carrera y me dijo que por las preguntas que le hacía, me veía más como científica, así que me cambié", cuenta a MagasIN en la sala de conferencias de la sede del INTA en Torrejón de Ardoz (Madrid). Al graduarse se trasladó a Francia para hacer el doctorado. 

La doctora Alina Agüero en su laboratorio del INTA. Silvia Pérez

Más tarde volvió a cruzar el charco y se mudó a la tierra de su primer marido: Canadá. Allí adquirió experiencia en empresas de I+D y cambió "la química de pucheros, -la típica de probeta y líquidos-", por la ciencia de los materiales. Pero el fin del matrimonio, unido a ese tiempo helado al que no se logró acostumbrar, hizo que se plantease el volver a Europa. Para su sorpresa, acabó aterrizando y asentándose en España, aunque al llegar no las tenía mucho consigo. 

"A mí me encantaba vivir en Europa, era lo que quería. En una conferencia conocí al que es mi actual marido y me dijo: 'Bueno, para qué te vas a ir a Francia, inténtalo en España'. Me pareció un poco raro porque en aquel momento en España lo que es la investigación y el desarrollo, estoy hablando de los años 90, no era algo que sobresaliera mucho. Tú ibas a las conferencias y si encontrabas un español era por pura casualidad. Entonces me dio un poco de cosa, pero al final lo intenté y llegué en enero de 1996".

Unos meses después ya estaba en el INTA. "Entré como alumna en prácticas después de haber dirigido un laboratorio", comenta entre risas. Gracias a su experiencia consiguió ascender rápido hasta ganarse su plaza y en 2007 se convirtió en jefa de laboratorio. 

Por su parte, Pilar Valles (Eibar, Guipúzcoa, 1953) es también doctora en Ciencias Químicas y jefa del Laboratorio de Caracterización Microestructural y Microanalítica del Área de Materiales Metálicos desde 1998.  

Valles lleva gran parte de su vida detrás de un microscopio, aunque desde pequeña dijo que quería ser médica. "Toda la vida había dicho que quería ser médico y mi abuelo incluso me hizo la matrícula para entrar en Medicina, imagínate. El caso es que me dio por pensar que iba a tratar con gente y si me equivocaba... Me dio miedo. Así que elegí Químicas, que también me gustaba, y ya dentro de la carrera escogí la especialidad de Análisis".

Inmediatamente después entró a trabajar en el Ministerio de Defensa, y desde entonces ya no ha ido a ningún otro sitio. Primero en el TPYCEA (Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería), donde estuvo 16 años. Allí manejó uno de los primeros microscopios electrónicos que se trajeron a España y llegó también a ser también jefa de laboratorio metalúrgico. En 1993 se trasladó al INTA y, como si fuese cosa del destino, nada más llegar comenzaron un proyecto para el que hacía falta un microscopio electrónico de transmisión que solo ella sabía utilizar. 

La doctora Pilar Valles es jefa de laboratorio en el INTA desde 1998. Silvia Pérez

"Era un proyecto en el que se estudiaban nuevos materiales con aplicaciones aeronáuticas, los cuasicristales, y llevaba consigo un dinero para la compra de un microscopio electrónico de transmisión. Cuando lo trajeron no había nadie para manejarlo y entonces llegué yo, y como ya tenía toda la formación del otro microscopio, pues me cayó directamente", recuerda risueña como quien piensa en sus regalos de Navidad.

Desde entonces no se ha despegado del microscopio y por sus manos han pasado una gran cantidad de materiales y objetos que analizar: desde partes de aviones hasta instrumentos que más tarde han terminado en el espacio. 

Importancia de los materiales

Y es que, aunque no se hable mucho de la ciencia de los materiales, los trabajos de Pilar y Alina son claves para el desarrollo de proyectos militares, espaciales, petroquímicos, aeronáuticos... Además, cada una trabaja en un laboratorio, pero sus investigaciones no podrían ser sin la ayuda de la otra. 

Por un lado, Alina lidera un laboratorio de procesos que se encarga de hacer recubrimientos para distintos materiales, de crear esas fórmulas que un día le dijeron que solo tenía que preocuparse por aplicarlas. "A la hora de poner el recubrimiento preocupa la parte de las propiedades mecánicas, que sea fuerte, y la reacción que va a tener si trabaja, por ejemplo, a temperaturas muy altas, con el aire o con productos químicos indeseados. También si hay dos piezas que están en movimiento relativo y se desgastan, pues hacerlas más duras...", explica. 

Entre los tipos de recubrimiento que Alina y su equipo han creado, algunos se han utilizado para proteger los elementos de una turbina aeronáutica o de generación eléctrica frente a una corrosión de alta temperatura. En esta línea, en el INTA están trabajando actualmente recubrimientos para plantas petroquímicas de ExxonMobil y en plantas de electricidad que usan biomasa. Pero sin duda uno de los proyectos más innovadores en los que van a empezar a trabajar es el estudio de la degradación de los materiales en la Luna y en Marte.

"Varios países están planificando instalar estaciones en la Luna para explotar los recursos y es un medio muy adverso para los materiales metálicos. Por otro lado, se están enviando los Rover a Marte y ya se ha visto que las ruedas de los robots se empiezan a degradar después de muy poquitas horas de rodar por la superficie. Queremos simular esas condiciones en el laboratorio y ver cómo proteger todos los materiales".

Las jefas de laboratorio, Pilar Valles y Alina Agüero, en la biblioteca del INTA. Silvia Pérez

Este proyecto pionero en el mundo al que han llamado 'Quimera' empezará en septiembre y en él participarán investigadores del Centro de Astrobiología y expertos en la radiación del espacio. 

En el laboratorio de Pilar se prueban y analizan, entre otras cosas, los recubrimientos que crea el equipo de Alina. Para ello hacen falta unos conocimientos y tecnologías tan específicas que empresas privadas y otros laboratorios envían muestras y piezas para resolver problemas o caracterizar nuevos materiales.

"Es un laboratorio muy multidisciplinar", comenta Pilar, que explica que hubo una época que tenían tanto trabajo que casi no les daba tiempo a desarrollar proyectos propios. Aunque, por suerte, eso ha cambiado. Ahora trabajan, por ejemplo, en el diseño y fabricación de prototipos para el espacio con metamateriales o proyectos de impresión 3D y manufactura aditiva que podrán tener aplicaciones aeronáuticas.

Además de analizar los materiales cuando se están desarrollando, una de las labores clave de su laboratorio es el estudio de los fallos en servicio, averiguar qué ha ocurrido y por qué después de un accidente. "Se busca saber si el material estaba bien o si ha tenido algún fallo de tipo microestructural, mecánico o si hay una superficie de rotura". 

"Para cualquier accidente que pasa dentro el Ministerio de Defensa hay una comisión de accidentes e incidentes que lo envían a nuestro laboratorio, generalmente para hacer la resolución". No siempre se trata de analizar materiales que han formado parte de un accidente mortal, pero Pilar recuerda claramente uno de los casos más mediáticos en los que trabajó: el accidente de un avión de Spanair en el Aeropuerto Madrid-Barajas de 2008, que dejó 154 fallecidos. 

"Analizamos las partes del avión que nos llegaron del Ministerio de Transportes y recuerdo que el juez venía todos los días. No podíamos hacer nada si no estaba él presente, los abogados defensores... Teníamos yo que sé la cantidad de gente observando y nosotros ahí, haciendo nuestro trabajo".  

Alina no es la única que trabaja en proyectos espaciales. El equipo de Pilar participó en la misión ExoMars analizando uno de los instrumentos que se iban a mandar al planeta rojo.

"El departamento del Espacio del INTA creó un instrumento para examinar la atmósfera de Marte. Si mandas un instrumento contaminado no sabes si lo que estás analizando es de la propia contaminación que has enviado o es la atmósfera. Lo que hicimos fue crear y validar un procedimiento para hacer análisis de la contaminación que pueda a haber. Aunque usan salas limpias, había pequeñas partículas de aluminio, acero inoxidable... Así que hicimos el estudio de la contaminación y de cómo se fue reduciendo según ellos lograron mejorar el método".

Parte del equipo de Alina Agüero en el INTA. Silvia Pérez

La ciencia en España

Las dos jefas de laboratorio trabajan tanto en proyectos propios del INTA como en investigaciones financiadas por Europa o colaboraciones con la industria, que muchas veces contacta con ellas al ver sus publicaciones y la calidad de los trabajos. Aunque en España la ciencia siempre se ha visto con ciertas reticencias, ambas admiten que, en los años que llevan en esta organización pública, ha mejorado la situación, pese a que todavía queda mucho por hacer. 

"Muchas veces no llega el dinero aunque tu proyecto sea muy bueno. Es casi más fácil que te den un proyecto en Europa a que te lo den en España. De hecho, nosotros el año pasado pedimos dos en Europa, que era la primera vez que lo hacíamos, y nos los han concedido, hay mucho más dinero. Además, en España hay muchos intereses, mucho tejemaneje. Sin embargo, cuando vas a Europa lo que valoran es lo que estás proponiendo, no si tienes algún contacto, es mucho más aséptico", critica Pilar.

Alina, que llegó a España sin confiar mucho en el nivel científico español, afirma que "ha mejorado mucho, pero todavía queda camino". "La diferencia es abismal desde el 96 hasta hoy. Tú ahora vas a cualquier conferencia y está lleno de españoles en los proyectos europeos, pero todavía hace falta más apoyo del gobierno. Desgraciadamente todavía hay mucha gente que piensa que en vez de invertir en I+D lo que se hace es gastar, no se convencen de que hay una correlación directa entre el crecimiento de un país y su gasto en I+D". 

También apuesta por simplificar los procesos y dejar a un lado la burocracia, que muchas veces dificulta el trabajo de los investigadores. "Tenemos que hacer tanto trabajo administrativo que nos quita tiempo para dedicarnos a lo que de verdad tenemos que hacer, investigar. Hay muchísimas capas de jerarquía y las instituciones son demasiado piramidales en vez de horizontales. Espero que los españoles que se han ido y han vuelto sabiendo cómo se pueden hacer las cosas puedan ir cambiándolo a mejor cuando tengan influencia".

Mujeres en los laboratorios

Otra asignatura pendiente de la ciencia española es el techo de cristal. Tanto Alina como Pilar aseguran que, al menos en el campo de las Ciencias Químicas, ya hay muchas mujeres, pero aún no llegan a las cúpulas directivas. "En mi laboratorio, por ejemplo, la mayoría somos mujeres, ha coincidido así. Se nota que cada vez somos más", abunda Pilar. "En Jefatura depende. En mi caso, soy jefa de laboratorio desde el año 98 y no he tenido problemas, pero sí que veo que a la hora de llegar a puestos más altos (jefe de área o jefe de departamento), la mayoría son hombres", lamenta. 

Pilar Valles observando materiales analizados con el microscopio. Silvia Pérez

Pilar ya tiene 66 años, por lo que no aspira a ninguna jefatura para el tiempo que le queda dentro del INTA, pero admite que quizá hace unos años sí le habría gustado. "Hace más tiempo igual sí que habría pensado que me podría interesar, pero nosotros solo podemos estar hasta los 70 años y me gusta mi trabajo, por eso sigo. Por ahora aquí estoy, al pie del cañón". 

Alina, sin embargo, no quiere oír hablar de ascensos porque su vocación es dirigir un laboratorio. Llegar más alto, afirma, sería convertirse en una burócrata, algo a lo que ella se niega. "No quiero ser jefa de nada, salvo de mi laboratorio. De hecho, mis responsabilidades administrativas las delego y eso lo sabe mi jefe, odio la burocracia", comenta entre carcajadas.

Pero, aunque lo descarte para sí misma, es consciente de que llegar a las "primeras tres capas jerárquicas" es aún complicado para una mujer. "Aquí en Torrejón no hay ninguna mujer en esas capas, y no es porque no haya mujeres con suficiente preparación y capacidad para hacerlo. Lo mismo ocurre a nivel universitario, fíjate en cuántas universidades de España hay mujeres rectoras, y no es porque no haya profesoras".

Ella aboga por ir a la raíz del problema: la educación. Sabe la influencia que tiene porque lo vivió en casa. Su madre, al emigrar a Venezuela, tuvo algunas dificultades que no había vivido en Cuba, así que se encargó de que su hija pudiese valerse por sí sola. "Yo siempre escuché: No dependas nunca de nadie, ni de tu familia ni de ningún hombre. Tienes que sacar tu potencial hasta donde puedas, tienes que ser autosuficiente, tienes que ser independiente... Eso fue constante".

"Por eso creo, además de animar a las chicas a estudiar y hacer ciencias, hay que animar a los padres a que eduquen a sus hijos de otra manera. Nosotras hemos luchado y seguiremos luchando, pero todavía hay una asignatura pendiente que ellas tendrán que resolver. Porque, ¿cuántas mujeres directores de orquesta conoces? ¿Cuántas chef, cuando la cocina es tradicionalmente femenina? Sigue habiendo luchas que todavía las mujeres tienen que conseguir para lograr esa igualdad y para mí es fundamental la educación en casa. Que te enseñen lo que puedes hacer y que te ayuden a creer en ti misma y hasta dónde puedes llegar", sentencia.