Pedro III de Aragón, recordado como el Grande, hijo de Jaime I el Conquistador, fue "el rey más audaz y atrevido de la historia de España", según Jorge Molist. El escritor y novelista histórico considera que este monarca consiguió abrir las puertas del Mediterráneo a la Corona de Aragón y, en consecuencia, al futuro Imperio español. Lo logró en el siglo XIII, con una determinación admirable, abanderando un enfrentamiento contra enemigos mucho más poderosos, como la Iglesia y Francia, personificada esta última en la figura de Carlos de Anjou.

La época resulta irresistible tanto a nivel de tramas como de personajes para un novelista que rebusca en el pasado, se lo estudia a fondo y lo ficciona. "Es como un Juego de Tronos, pero todavía más fascinante porque estos hechos ocurrieron de verdad", dice Molist. En Canción de Sangre y oro, obra galardonada con el Premio de novela Fernando Lara 2018, narró esa lucha por el poder en la Europa medieval a través de la figura de Pedro III. Ahora regresa a las librerías con La reina sola (Planeta), una suerte de continuación, pero otorgando el protagonismo principal a una mujer: la soberana Constanza II de Sicilia.

"El lector se va a encontrar con emociones, amor, odio, traiciones, venganzas... Es una historia emocionante y desconocida", asegura el autor, que también avisa de que ha acometido un gran esfuerzo para que sea una novela independiente a la anterior. Guerras e intrigas palaciegas son algunos de los ingredientes que arman este thriller histórico de estilo muy directo, con diálogos ágiles y de fácil lectura.

Constanza de Suabia (1248-1302) era hija de Manfredo de Suabia, rey de Nápoles y Sicilia, y de Beatriz de Saboya, nieta del emperador Federico II. Tenía catorce años cuando se casó con el infante Pedro de Aragón a través de un matrimonio concertado. Su padre, enemigo de la Santa Sede y los príncipes franceses, falleció en la batalla de Benevento (1266), enfrentándose a las tropas de Carlos de Anjou, que se haría con los territorios sicilianos. Tras ser nombrados monarcas aragoneses, Pedro y Constanza apoyaron una rebelión en la isla italiana contra el emperador mediterráneo.

La mujer regresó a los dominios que había gobernado su padre para colocarse al frente, en solitario, mientras su marido se citaba en Burdeos con Carlos de Anjou para batirse en un duelo. "Constanza es una mujer que demuestra lo que las mujeres han sido capaces de hacer en la historia. Empieza su reinado insegura, con miedo, no sabe los terrenos que pisa, se siente abandonada y sola, pero va creciendo hasta convertirse en una gran reina. Es un personaje fascinante", señala Jorge Molist. Incluso Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia y contemporáneo de los hechos, la calificó como "la madre del honor de Sicilia y Aragón".

Historia y ficción

Además de las conspiraciones cortesanas, encabezadas principalmente por la maquiavélica baronesa Macalda de Scaletta, la reina de Aragón y Sicilia, como su marido, tuvo que hacer frente a los tres grandes poderes de la época: "Francia, que entonces tenía 16 millones de habitantes por uno solo de la Corona aragonesa; Carlos de Anjou, el asesino de su padre; y un papa cruel que quería a toda costa que los franceses recuperasen Sicilia", explica el autor.

"Fue una mujer de su época, muy religiosa, pero que tuvo que superar unas circunstancias adversas que no todo el mundo hubiera podido", añade Molist, creador de otras exitosas novelas como El anillo. "La dejaron en medio de todos esos problemas y demostró una gran habilidad política y capacidad de aguante. Supo usar esa firmeza en los momentos necesarios y logró transmitir la herencia mediterránea a sus herederos, que sería muy importante para España". Constanza pasó la última etapa de su vida, tras luchar en favor de sus hijos, en un convento franciscano de Cataluña. Sus restos descansan en la actualidad en la catedral de Barcelona.

No es la primera figura histórica femenina que Molist recupera en una de sus novelas. Ya hizo lo mismo con Bruna de Béziers en La reina oculta (Planeta, 2012). "Las mujeres han sido importantes en la historia, pero han sido muy ignoradas porque la historia la han escrito los hombres", señala el autor, aunque con un matiz: "La mujer con poder se ha comportado de forma parecida que el hombre con poder".

Y en el debate entre dónde colocar la barrera que no se debe traspasarse a la hora de combinar hechos históricos con la ficción, ¿cuál es la opinión del novelista? "De lo que yo he escrito, el 95% de lo que se narra ocurrió y lo mismo sucede con los personajes. Luego tienes que poner el cemento que consolide todo. Las crónicas no cuentan las emociones, pero las puedes adivinar por lo que pasó. Una vez conoces bien cómo actuaron, sabes cómo son los personajes y no es tan difícil recrearlos", señala.

Y cierra: "Reivindico la novela histórica como forma de entretenimiento, pero ese placer se multiplica cuando sabes que lo que lees ha ocurrido y no lo sabías. Reivindico el género para transportar durante un tiempo a mi lector a un mundo pasado, para que se evada de sus problemas actuales, lo pase muy bien y aprenda cosas que no sabía. Esa es la función de la buena novela histórica".

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