Yulia Navalnaya siempre ha estado al lado de Alexéi Navalny en su lucha contra el gobierno de Vladimir Putin. Con una actitud firme y segura, nunca le importó que fuese su marido el que acaparaba la atención, pero cuando fue envenenado en agosto del año pasado, Yulia Navalnaya no dudó en tomar el relevo. Ahora, tras ser condenado a tres años y medio de prisión, son muchos los que se preguntan qué papel jugará Navalnaya en el tablero político actual.

Nacida en Moscú en 1976, hija de un científico y una funcionaria, Yulia Navalnaya estudió Relaciones Económicas Internacionales en la Academia Rusa de Plejánov. Hizo prácticas en el extranjero, estudió un posgrado y trabajó en uno de los bancos de Moscú.

Conoció a Navalny, abogado de profesión, en 1998, cuando ambos tenían 22 años, durante un viaje a Turquía. Dos años más tarde se casaron y en 2001 tuvieron a su primera hija, Daria, que ahora tiene 20 años y estudia en la Universidad de Standford, en EEUU.

"Él se convirtió inmediatamente en mi guía de vida. Es fuerte, decidido, sabio y decente. Siempre está del lado de la verdad", ha asegurado la propia Yulia.

En 2008, siete años más tarde, nació su hijo Zakhar. Justo un año antes, Navalnaya ya había dejado su trabajo para ser ama de casa o, como ella misma calificó, "la principal en asuntos de la vida cotidiana y la crianza de los hijos", mientras su marido se volvía más activo en su lucha contra el régimen ruso.

De hecho, ese mismo año (2007), Navalny comenzó a ganar fama como político de la oposición gracias a su blog, en el que criticaba al gobierno de Putin. Desde ese primer momento, Navalnaya se convirtió en el principal apoyo de su marido, y la vida de la familia se fue haciendo cada vez más pública.

Navalnaya siempre se ha mostrado elegante y reflexiva, y quienes la conocen la consideran una mujer inteligente y valiente. Además, siempre ha sido muy popular entre los seguidores del opositor. 

Líder desde Berlín

Aunque en estos más de diez años en la oposición la familia ha sufrido las presiones del Kremlin, el punto de mayor agresividad fue el año pasado con el envenamiento de Navaly, que le dejó varios días en coma. 

En un primer momento, un médico ruso afirmó que no había rastro de ningún agente nervioso en el cuerpo del opositor, pero Navalnaya no se conformó y escribió directamente a Putin para que permitiese su traslado a Alemania para ser tratado. Se fue con él a Berlín y cuando los expertos confirmaron el envenenamiento, Navalnaya acusó al doctor ruso de actuar "como voz del Estado", en vez de como médico.

Durante los meses de recuperación de su esposo se mantuvo activa en las redes sociales y continuó denunciando el intento de asesinato. Al despertar, el opositor aseguró que Yulia le había salvado la vida.

"Yo dormía, dormía y dormía. Yulia venía, me hablaba, me cantaba canciones, ponía música. Cuando salí del coma, no reconocía a nadie, no entendía qué pasaba. No podía hablar. Pero todo mi pensamiento estaba puesto en esperar su vuelta. El amor cura y te devuelve la vida. Yulia, tú me has salvado", declaró.

Regreso a Moscú

Le acompañó en su vuelta a Moscú el 17 de enero, pese a saber que lo más probable era que fuese detenido. Cuando se produjo el arresto, nada más aterrizar, Navalnaya no se achantó y declaró que "lo más importante es que Alexéi ha dicho que no tiene miedo".

Yulia Navalnaya y Alexéi Navalny en el avión de vuelta a Rusia. Reuters

"Yo tampoco. Y os pido a todos que no tengáis miedo", expresó con rotundidad, a la vez que agradeció su presencia a todos los manifestantes que acudieron en apoyo a Navalny.

En estas semanas ha seguido al pie del cañón e incluso fue detenida por participar en una protesta por la liberación del opositor. Fue puesta en libertad poco después, pero tendrá que pagar 20.000 rublos (220 euros) como multa. Ella misma publicó un selfie desde el furgón policial.

Alexéi Navalny fue sentenciado este martes a más de tres años de prisión al hacer efectiva una sentencia suspendida de 2014, y el movimiento de oposición ruso se queda así sin una cabeza visible. 

Por esa razón, y dada la popularidad y experiencia de Navalnaya, muchos opinan que podría convertirse en la nueva líder y la comparan con Svetlana Tijanóvskaya, que tomó el relevo de su marido en Bielorrusia, para luchar contra el presidente Lukashenko.

Bajo el liderazgo de Tijanóvskaya, miles de bielorrusos se mantienen en la calles para protestar contra Lukashenko. Ahora habrá que ver cómo actúa Navalnaya para mantenerle el pulso al Kremlin. 

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