
Alexandra Lapp, con una llamativa chaqueta de plumas.
¿Qué son las 'statement pieces' y por qué importan tanto ahora? El poder de marcar la diferencia en un look
Tras varias temporadas del llamado lujo silencioso, marcas, estilistas y público parecen empezar a demandar otro tipo de prendas más llamativas.
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En tu escaparate más cercano, hay una blusa amarillo mantequilla semitransparente. Probablemente, junto a alguna minifalda con corte globo, que convive con un vestido lencero con detalles de encaje del mismo tono de la camisa, porque cuando un color es tendencia, no puede quedar ninguna duda al respecto.
Poco a poco, los tejidos velados, algún que otro estampado y cortes más o menos sorprendentes se hacen fuertes en la oferta de marcas accesibles, dibujando las llamadas statement pieces, piezas llamativas que son una declaración de intenciones estética.
Y sí, ofrecen un contraste cuanto menos llamativo con respecto a la sobriedad de temporadas anteriores, donde el mantra era el llamado lujo silencioso, o aquello que pretendía imitarlo. ¿A dónde se han ido todas esas prendas hipersencillas (por eso de que el concepto básico puede cambiar de una persona a otra)? ¿Por qué de repente las firmas han decidido que ya no queremos vestir como ricos discretos sino con cierta opulencia que parecía haberse perdido por el camino?

Una minifalda metalizada bien puede ser una 'statement piece'. Getty
¿Qué es una 'statement piece'?
Sí, hay maximalismo entre las tendencias de pasarela que se proponen desde el lujo y que luego terminan, en mayor o menor medida, en las tiendas accesibles. Existe mucha curiosidad en Google por saber qué es exactamente una statement piece: hay indexados 862 millones de resultados cuando se busca el término. Los vídeos en TikTok no son tan numerosos, pero se pueden pasar horas haciendo scroll observando a creadores hablar sobre este fenómeno que, spoiler, tiene distintas interpretaciones pero un consenso claro: son piezas llamativas que actúan como punto focal de cualquier estilismo. Esas prendas con las que se llama la atención, se quiera o no.
Para Celia Bernardo, la activista del color tras la internacional marca Celia B, eso se traduce en "un diseño rotundo, bien por su colorido, estampado, textura o volúmenes; un toque de humor o que transmita una sensación de alegría a quien lo lleve y quien lo vea". Una historia que lleva años tejiendo con acierto y que le ha granjeado éxitos y alegrías, porque su clienta no tiene miedo a las statement pieces sino que las busca.
"Suele ser lo que mejor se vende", afirma la diseñadora. "Online, al por mayor; los distribuidores juegan más sobre seguro", añade. Quien se acerca a su universo, entiende rápidamente lo que es transmitir entusiasmo y diversión sin tener que decir ni una palabra.
Con menos estampados, Nuria Freire, la mujer tras Cléa Studio, coincide en que este tipo de prendas tienen que generar una buena sensación, idealmente "la misma emoción cada vez que la veas, da igual el tiempo que pase". Y, además, debe contar con "un patronaje en el que se pueda ver que alguien le dedicó pensamiento y cariño. Una prenda que cuando alguien te vea llevándola, se pregunte de dónde la sacaste".
Sus camisas cumplen con creces lo que promulga: en sus piezas y sin tener que recurrir a fuegos artificiales innecesarios, no existe el perfil bajo, su aproximación a la sensualidad femenina no se parece a ninguna otra.
El diseño cuidado es tan importante en la ecuación como el componente emocional, pero hay otros elementos que pueden intervenir en la fórmula. Para Maia Curutchet, directora creativa de la marca SKFK, también está la coherencia: la conocida antaño como Skunkfunk nació en la escena streetwear de festivales de música en la época de los 90 y tras años de recorrido y aprendizaje, ha ido tendiendo de manera natural hacia políticas de residuo cero y diseño pausado y consciente.
"Una statement piece es mucho más que una prenda llamativa", afirma Curutchet. "Es un manifiesto en sí misma, una forma de comunicar valores y posicionamiento sin necesidad de palabras. En un mundo donde la moda rápida homogeniza la estética y nos convierte en consumidores pasivos, denota resistencia: es identidad, es artesanía, es una apuesta por el diseño consciente”.
Cómo llevarlas
La directora creativa de SKFK ha tocado hueso: la relación entre las statement pieces y la moda rápida. Porque si una pieza llamativa lo es solo por su superficie, entonces las grandes cadenas tienen las de ganar. Sobre ello reflexiona la estilista de moda Andrea Gumiel: "Para mí, deberían ser piezas de calidad, con cierto diseño especial, con presencia, que nos cuenten algo, una historia, ya sea de la prenda o de ti… Es verdad que con el high fashion puedes encontrar ciertas propuestas que sean así a precios nada altos. Para quien no pueda/quiera, adelante".
Y prosigue: "Pero muchas veces siento que en esas tiendas lo que más podemos encontrar como statement son tendencias pasajeras y la compra de este tipo de ropa debería ser una inversión en tu armario, tu estilo y tus necesidades más allá de la moda del momento".
No deja de ser curioso que esas mismas tendencias llamativas puedan tener, según Curutchet, la capacidad de uniformar; de ahí que detecte que cada vez hay "más personas reivindicando su estilo personal, apostando por piezas con carácter y alejándose del consumo impulsivo".
Pero, seamos realistas, ¿vemos realmente más statement pieces en la calle? Freire muestra su sinceridad habitual: "Tengo la sensación de que no, de que todo el mundo va igual, de que la masa no se divierte de verdad vistiéndose. Hay muy pocas veces que veo a alguien y pienso 'va guapísima, da gusto mirarla'. Y es algo que me gustaría experimentar más".
Una visión en línea con la de Bernardo, que a pesar de sentirse afortunada de "vivir en una ciudad donde la gente se viste con bastante color", cuenta que cuando viaja le cuesta ver "algo cargado de personalidad y significado por la calle". La explicación que le da Gumiel es sencilla: "Cada vez estamos más en este mood, pero no todo el mundo está dispuesto a invertir o sabe jugar con este concepto".
La estilista ofrece una receta que cualquiera puede seguir en casa con lo que ya tiene en el armario: "Una buena técnica para llevar estas piezas puede ser el 70/30: un 70% de prendas básicas y hacer que el 30% restante sea esta pieza". Así, recomienda "llevar solo una por look" y sin forzar, sobre todo en cantidad. "Tener tres o cuatro en tu armario, que te ayuden a jugar con las piezas más base" es más que suficiente.
Deseo de expresión y evasión
El hándicap económico es un buen motivo por el que, quizás, estas profesionales todavía no ven todas las prendas llamativas u originales que les gustaría en el público general. Sin embargo, teniendo en cuenta el sistema capitalista enfocado al sobreconsumo en el que nos ha tocado vivir, no sería raro apuntar a cierto cinismo a la hora de aproximarse a estas prendas: no es descabellado pensar que es lo que las grandes empresas quieren que llevemos para seguir obteniendo beneficios.
"Quizás es tan solo una cuestión de seguir generando dinero, ofreciendo algo 'nuevo' por parte de las marcas", opina Freire. Bernardo apunta en la misma dirección: "La moda es cíclica y tras unos años de lujo silencioso, la industria necesita crear un nuevo objeto de deseo para impulsar el consumo". Hablando claro: la moda, siendo negocio, necesita novedades para seguir vendiendo.
Sin embargo, las dos creativas añaden otra explicación a este cambio de paradigma estético: el que tiene que ver con las personas. "Puede ser una manera de vernos bien, de escapar de nosotros mismos cuando la situación mundial se está convirtiendo en una realidad hostil que no sabemos cómo vamos a navegar", comenta Freire.
Celia Bernardo coincide: "El ambiente socioeconómico y político actual invitan a una forma de evasión y la forma de vestir es una de las mejores formas de mejorar tu estado de ánimo". En tiempos de incertidumbre, la moda puede actuar como refugio (aunque sea por un rato). Y teniendo en cuenta que en los últimos años la norma eran los jerséis lisos y looks dignos del uniforme de Steve Jobs, es natural que el péndulo se mueva en dirección contraria.
¿Es la statement piece la nueva panacea estilística o simplemente la última estrategia de la industria para hacernos abrir la cartera? Probablemente, un poco de ambas. Es innegable que responde a un ciclo de tendencias y a una necesidad comercial, pero también resuena con un deseo genuino de expresión y evasión en tiempos complejos.
Y mientras observamos si la calle se rinde más o menos a esta nueva (o no tan nueva) ola de maximalismo, la invitación está clara: atreverse a jugar, a experimentar y, sobre todo, a encontrar esas pocas piezas que, más allá de modas pasajeras, realmente cuenten nuestra historia.