Para muchas, septiembre marca el final de la temporada de playa. Llega el momento de guardar la ropa de baño, los capazos y todos esos complementos que te han acompañado durante los maravillosos días de sol.
Entre ellos, las toallas ocupan un lugar especial: son testigos de nuestras jornadas de mar y, al mismo tiempo, las que más sufren los estragos de la arena, la sal, el cloro de las piscinas y, en ocasiones, manchas mucho más difíciles de combatir.
Este es el tema que plantea esta semana una lectora de Magas llamada Carmen a ‘La Ordenatriz’, la experta en orden y limpieza: “Mi favorita tiene restos de alquitrán, ¿cómo los quito?”.
Con el truco de Bego Pérez podrás guardar las toallas impecables.
Aunque pueda parecer un reto imposible, para Begoña Pérez nada es demasiado complicado. Antes de detallar la solución, conviene entender de dónde provienen este tipo de manchas.
Este residuo que en ocasiones encontramos en la playa suele tener diferentes orígenes: vertidos de hidrocarburos procedentes de embarcaciones, episodios de contaminación marina o incluso fenómenos meteorológicos que arrastran residuos hasta la orilla.
Una vez en la arena o en las rocas, basta un simple descuido para que acaben incrustados tanto en nuestra piel como en las toallas o bañadores. Y es ahí cuando empieza el quebradero de cabeza.
El alquitrán se caracteriza por ser una sustancia oscura, pegajosa y muy grasa, que se adhiere con fuerza a las fibras textiles. A simple vista puede parecer un drama: la mancha queda dura y se integra en el tejido de tal manera que ni los lavados más intensos logran eliminarla.
Sin embargo, la experta asegura que existe un remedio sencillo, económico y al alcance de casi todos. Solo hace falta un spray fijador para el cabello y una cuchara.
El proceso paso a paso
Lo primero es localizar el problema y aplicar el producto directamente. En este caso, no debes pulverizar desde lejos como haces habitualmente con tu peinado, sino hacerlo muy cerca de la tela. A continuación, con ayuda de una cuchara, comienza a arrastrar suavemente los restos.
Puede que no salga todo de una vez; en tal caso, conviene repetir la operación tantas veces sea necesario hasta que la textura pegajosa se despegue por completo.
El truco funciona gracias a los disolventes que contiene la laca. Estas sustancias actúan sobre la estructura del alquitrán, reblandeciéndolo y facilitando que se desprenda de las fibras sin dañarlas.
Una vez eliminado, solo queda lavar la toalla en la lavadora con el programa habitual. Tras el ciclo, quedará limpia, libre de manchas y lista para volver a la cesta del próximo verano.
De esta manera, lo que parecía una desgracia se convierte en una sencilla anécdota. Y es que, con el consejo adecuado, esas toallas que tanto nos acompañan durarán más.
