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Qué son las parejas 'TIL': el nuevo concepto de familia que está aumentando en España
Un 8% de las parejas en España mantienen una relación, pero no conviven en la misma casa.
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En España, actualmente, existen más solteros —más de 14 millones— que parejas —11.307 millones—. De todos ellos, aproximadamente el 73,7% de las personas entre 35 y 64 años viven en pareja, un 57,3% con hijos y un 16,4% vive en pareja sin hijos. Además, a toda esta información se añade un dato más, y es que un 8% de todos aquellos que mantienen una relación no conviven en la misma casa.
Aunque resulte sorprendente, la convivencia no es un objetivo vital para todas las parejas. En nuestra sociedad, asumimos que todas las parejas no casadas que viven separadas están atravesando temporalmente desafíos que, una vez resueltos, llevarán a la pareja a vivir juntos. Damos por entendido que el convivir es el objetivo final, mientras que quizás en esa separación —para muchas personas— está la solución.
De este objetivo nace lo que los expertos denominan las 'parejas TIL' (Together In Life), parejas que mantienen un vínculo afectivo y un profundo nivel de compromiso, pero que, sin embargo, no viven juntos. "Lo que hace unas décadas podía verse como excepción, ahora se acepta socialmente", explica la terapeuta de parejas Ana Domínguez al medio WeLife.
Qué son las parejas 'TIL'
Las parejas TIL —en inglés Together in Life y en español Juntos en la Vida— son un tipo de relación afectiva que construyen una vida en común sin convivir juntos. En España, se calcula que mantienen una relación TIL alrededor del 8% de las parejas y deciden hacerlo por varias razones, pero cada vez más intencionales.
Algunas parejas TIL deciden no convivir por motivos prácticos o logísticos, como trabajos en distintas ciudades o la necesidad de mantener hogares propios debido a hijos de otras relaciones. Otras, en cambio, tienen razones personales y emocionales más complejas, como el deseo de tener intimidad y autonomía individual, respetar los ritmos propios y ajenos o evitar dinámicas cotidianas que puedan derivar en tensiones innecesarias.
La realidad es que, a pesar de que la convivencia se haya concebido como el objetivo de toda relación, no es fácil. Requiere adaptación, negociación, comprensión y la capacidad de aceptar diferencias y encontrar puntos en común. Además, implica aprender a compartir espacios, roles y responsabilidades, lo que puede generar tensiones y conflictos si no se abordan correctamente.
Por este motivo, las parejas TIL que han tomado la decisión de vivir separados de forma permanente creen que este arreglo fomenta su mejor conexión romántica y, de hecho, es el secreto para una relación e incluso un matrimonio duradero, saludable y feliz, ajena a todas las complicaciones que puede suponer vivir en una misma casa.
Las parejas TIL pueden concentrarse y priorizar sus propias necesidades. Vivir separados significa hacer tu propio horario, ver amigos y a familiares sin necesidad de dividir el tiempo o matices tan simples como tener la libertad de decorar la casa a su antojo. Intentan demostrar que la cercanía emocional, el apoyo mutuo, la planificación de proyectos conjuntos y la intimidad no dependen necesariamente de la convivencia diaria.
Tener descansos permite que el tiempo juntos se centre en establecer vínculos y pasar tiempo de calidad, en lugar de solo el paso de las horas. Cuando las parejas TIL están juntas tienden a centrarse en lo que disfrutan el uno del otro y no pasan mucho tiempo preocupándose por las cosas pequeñas.

Imagen de una pareja durmiendo.
A nivel emocional, las relaciones TIL requieren una comunicación más clara y honesta, ya que la falta de convivencia requiere una mayor planificación de los momentos compartidos, así como un esfuerzo extra por mantener la conexión. Sin embargo, estas parejas —por porcentaje— discuten menos, así como tienen mucho más fácil mantener viva la chispa del amor, al no verse de forma constante.
Desde la psicología, se ha observado que este tipo de relación puede reducir ciertos conflictos cotidianos asociados a la convivencia: "como nos repartimos las tareas domésticas, tus ronquidos me impiden dormir, eres más desordenado que yo…"; sin embargo, también pueden echar en falta hábitos como cocinar o ver la televisión juntos.
Para que este tipo de relación funcione, se requiere un nivel elevado de madurez emocional, confianza mutua y habilidades de comunicación, ya que la gestión de la autonomía puede generar tensiones si no existe un entendimiento maduro.