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Soy fisioterapeuta y este es mi ejercicio favorito para eliminar la papada y tener una mandíbula más definida
Se trata de una práctica funcional que activa y tonifica grupos musculares olvidados, pero esenciales en la estructura del rostro y el cuello.
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La papada es uno de los problemas estéticos más comunes en el siglo XXI. Esta acumulación de grasa debajo de la barbilla, también llamada doble mentón, no siempre está relacionada con el sobrepeso y puede aparecer —e, incluso, atenuarse— debido a una variedad de factores, como la genética, una dieta desequilibrada o una mala posición.
Porque sí, uno de los motivos por los que la papada es una de las preocupaciones estéticas más populares hoy día es que, la postura que empleamos al usar los dispositivos móviles ha hecho que esta circunstancia se agrave. Por ello, cada vez más expertos no solo recomiendan ejercicios para atenuarla, sino para corregir nuestra propia posición.
En este sentido, el ejercicio recomendado por la fisioterapeuta Daniela Toro busca abarcar ambas circunstancias, la reducción de la papada y la estabilización de la mandíbula. Para realizarlo, solo tenemos que seguir cuatro simples pasos y ser constantes.
El ejercicio de la fisioterapeuta
El ejercicio propuesto por la fisioterapeuta se trata de una práctica funcional que activa y tonifica grupos musculares olvidados, pero esenciales en la estructura del rostro y el cuello. Su eficacia se basa en el principio de la activación muscular específica, combinado con una mejora del control postural, lo que no solo favorece la apariencia del doble mentón, sino que también contribuye al equilibrio funcional de la mandíbula y el cuello.
Cuando realizamos este ejercicio, estamos trabajando de forma directa con los músculos suprahioideos, los digástricos y el músculo platisma, entre otros. Estos músculos tienen un papel fundamental en el sostenimiento del mentón, la movilidad mandibular y la definición del cuello.
Con el paso del tiempo y la falta de activación específica, estos tejidos tienden a perder tono, lo que se traduce visualmente en la flacidez bajo el mentón. Cuando ejercitamos la zona de forma constante, conseguimos no solo eliminar esa apariencia, sino que conseguimos corregir la postura de la cabeza y el cuello, dos factores que suelen pasar desapercibidos, pero que tienen una gran influencia sobre el aspecto facial.
La ejecución correcta es clave para que este ejercicio tenga resultados reales y sostenibles. Según indica la fisioterapeuta Daniela Toro, estos son los cuatro pasos que debemos seguir:
- Coloca las manos en el pecho haciendo una pequeña tracción hacia abajo.
- Miramos hacia arriba sin extender en exceso la cabeza.
- Es importante que la lengua esté en el paladar y desde esta postura hacemos un movimiento de la mandíbula hacia delante.
- Volvemos la posición neutra manteniendo la postura.
La colocación de la lengua en el paladar durante todo el ejercicio es importante. Esta acción ayuda a activar una cadena muscular interna que va desde el suelo de la boca hasta el cráneo, reforzando la sujeción de los tejidos blandos del rostro. A partir de esa postura, se lleva la mandíbula hacia delante de manera controlada.
Este movimiento requiere atención y conciencia corporal, ya que debe hacerse desde la musculatura mandibular y no desde una tensión exagerada en el cuello o los hombros. La clave está en proyectar el mentón hacia adelante sin perder la elongación cervical ni la tensión suave de las manos en el pecho.
Como cualquier otro ejercicio muscular, la progresión es una parte fundamental. Si en las primeras sesiones se nota cansancio o dificultad para adelantar la mandíbula, "deberíamos reducir el rango de movimiento o el número de repeticiones". Con el tiempo, la musculatura se irá adaptando, mejorando tanto en fuerza como en resistencia, lo que permitirá realizar el ejercicio de forma más eficaz.
Además del beneficio estético, este ejercicio también tiene una función terapéutica: estabiliza la articulación temporomandibular (ATM). Muchas personas sufren de molestias en esta zona por bruxismo, tensión emocional o malos hábitos posturales.
Al trabajar de forma específica la musculatura que da soporte a la mandíbula, se consigue un mayor control sobre esta articulación, reduciendo el riesgo de sobrecarga y mejorando la movilidad funcional de toda la zona.
Según indica la fisioterapeuta, la recomendación para obtener resultados visibles y duraderos es realizar dos series de diez repeticiones, preferentemente a diario o al menos tres veces por semana. Así como pasa con otros ejercicios, es importante ser constante para ver cambios.