Fotograma de 'The Break-Up' (Peyton Reed, 2006).

Fotograma de 'The Break-Up' (Peyton Reed, 2006). Archivo

Actualidad RELACIONES DE PAREJA

El efecto 'fin de vacaciones' se refleja en los juzgados: tres de cada 10 divorcios al año se producen en septiembre

Sólo el año pasado, el país registró 82.991 casos, un aumento del 8,2% respecto al anterior, con estas fechas acaparando la mayor concentración de demandas.​

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Carlos y Teresa lo tienen todo. Trabajos en los que acaban de promocionar, una casa de verano en el norte y tres hijos que han ido abandonando el nido para crecer en las carreras que ellos mismos les inspiraron. El mes pasado, la familia entera se reunió para celebrar el cumpleaños del más pequeño. Pero en aquella celebración aguardaba una sorpresa no muy agradable.

Han decidido separarse para siempre. Su caso es ficticio, pero ilustra la situación por la que pasan miles de españoles. Las estadísticas lo dicen: septiembre es el rey de los divorcios. Concentra buena parte de los casos que se registran al año, hasta tres de cada 10 según datos recientes, lo que convierte el tercer trimestre del año en un período crítico.

Andalucía, Cataluña, Madrid y Valencia lideran el ranking en cifras absolutas, mientras que Canarias, Galicia o Castilla-La Mancha presentan cifras más moderadas. Se constata así que el impacto social del síndrome del noveno mes se distribuye de manera desigual por el territorio, con los mayores focos en las comunidades más pobladas.

Ahora bien, ¿son estas fechas realmente las protagonistas de la crisis matrimonial, o sólo las que se eligen por inercia para dar el paso definitivo? Basta escuchar a quienes están en primera línea para entender el fenómeno.

El verano que separa

Los días largos y las noches cálidas prometen reconciliaciones, pero con frecuencia ofrecen exactamente lo contrario. Yolanda Corchado, abogada especializada en Derecho de Familia y Sucesiones, lo expone sin titubeos: "Las consultas de divorcio se empiezan a mover en agosto, pero la mayoría toma conciencia en el mes posterior".

Fotograma de 'Historia de un matrimonio', película protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver.

Fotograma de 'Historia de un matrimonio', película protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver. Archivo

Las decisiones se postergan durante la época estival, pero eso es sólo un espejismo, ya que esta estación es decisiva. Si la relación está dañada, las discusiones afloran y la realidad se impone. El verano funciona como una lupa social: magnifica cualquier fisura, expone lo que se venía tapando bajo el manto de las obligaciones y deja a la vista las raíces del desgaste.

Isabel Winkels, vicedecana del Colegio de la Abogacía de Madrid, subraya cómo este periodo puede poner de relieve tensiones económicas habitualmente en segundo plano; incluso los gastos extraordinarios asociados a la estación —como los campamentos, viajes o actividades de los niños— pueden convertirse en motivo de roces y discusiones, acelerando distanciamiento.​

Cabe preguntarse si hay parejas más expuestas a esta tendencia o afecta a todas por igual. Sofía Fierro, experta en la resolución de conflictos relativos a este ámbito y miembro de la Asociación Española de Abogados de Familia, aclara: "No hay un único perfil, pero sí predominan matrimonios de entre 40 y 55 años con hijos en edad escolar".

Aquí también entra en juego un componente decisivo: el propio calendario judicial español. En julio y agosto, los juzgados reducen significativamente su actividad, especialmente en procedimientos no urgentes. Esta circunstancia administrativa obliga a muchas parejas a esperar hasta septiembre para iniciar los trámites legales.

Como explican desde el despacho de Fierro Domecq Abogados, el inicio del curso escolar "marca un punto de inflexión", porque hay quienes consideran que es una oportunidad de resetear [esto explica que enero también sea otro mes asociado a estos repuntes] en el momento aparentemente menos disruptivo para la estabilidad emocional de los niños.

Esta percepción puede ser errónea, ya que los pequeños deben afrontar simultáneamente dos cambios: la vuelta al colegio y la ruptura de la unidad familiar. Los centros educativos se convierten en observadores privilegiados de este fenómeno. Septiembre marca el regreso académico y el momento en que afloran las disputas por la educación de los hijos.

Un nuevo marco

Desde abril, con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 1/2025, es obligatorio intentar una mediación o método alternativo (MASC) antes de presentar una demanda contenciosa. El objetivo es evitar juicios innecesarios y fomentar acuerdos dialogados.

"Cada vez hay más separaciones por acuerdo", asegura Sofía Fierro. Los divorcios contenciosos siguen existiendo cuando hay desacuerdos económicos o sobre los hijos, pero "la custodia compartida es hoy la opción más habitual" porque el bienestar propio y de los pequeños se ha convertido en prioridad frente a otros intereses.

En su despacho observa cómo "hay mayor conciencia sobre la corresponsabilidad y el impacto psicológico en los niños". La vivienda "sigue siendo un punto tremendamente sensible, pero cada vez se buscan soluciones más flexibles". Al margen están las demás cuestiones vinculadas al dinero, que "suscitan controversia como siempre", subraya.

No obstante, aunque el marco legal busca fomentar los acuerdos y reducir la conflictividad, Fierro señala que algunas de las nuevas medidas pueden haber complicado el acceso a la justicia para ciertos clientes. Esto, a veces, puede llevar a que las partes se vean inclinadas a aceptar acuerdos menos satisfactorios, motivados por razones de tiempo u otros factores.

La experta subraya que “es deseable que los divorcios sean por acuerdo, eso siempre lo recomiendo, por supuesto, pero no a toda costa”. A su juicio, lo importante es que esos acuerdos surjan de la voluntad real de las partes y no como consecuencia de las "dificultades para acceder a una justicia ágil y eficaz”.

Por su parte, Winkels aporta información sobre el peso del bolsillo en las negociaciones: "Muchas parejas retrasan el momento por miedo a no poder mantener dos viviendas o por la incertidumbre, evitando que la ruptura les deje en una situación insostenible. Son las deudas comunes, los hijos y la economía compartida los aspectos que actúan como 'cemento' y retrasan la decisión".

Además, señala que “los aspectos patrimoniales suelen ser el gran foco de conflicto, especialmente cuando hay hipotecas o empresas familiares. El acuerdo económico debe ser realista y sostenible, no sólo emocionalmente justo".

Un viaje emocional

Si alguien conoce la trastienda emocional del divorcio en septiembre es Vanesa García, coordinadora de Mind Psicólogos y experta en terapia de pareja. Para ella, el verano es un período de convivencia que pone a prueba vínculos ya debilitados: "Pasamos más tiempo con la pareja y las familias políticas, lo que puede generar tensiones que se agravan en septiembre".

Con el regreso a la rutina, tener menos tiempo para el compañero es inevitable, y las relaciones que venían con problemas se resienten: "Independientemente de que haya ocurrido algo grave, como una infidelidad, las crisis que más vemos en consulta tienen que ver con la convivencia, el carácter y, sobre todo, la falta de comunicación".

Suelen ser matrimonios en los que ni un miembro ni el otro quiere cambiar. "Muchos llegan a terapia como última opción, cuando ya han decidido que la relación está rota. Pero hay que acudir antes, dedicar tiempo de calidad, hablar mucho y replantear la forma en que lo hacemos”, recomienda García en los casos en los que aún hay esperanza de que el divorcio sea evitable.

Otras veces no hay siquiera conflictos por medio y todo se resume en que el amor puede romperse de tanto usarlo. Las personas se desencantan. Con suerte ambos, aunque hay casos en que solamente lo hace uno de los dos. ¿Y cómo se gestiona eso emocionalmente? "La ruptura se lleva como cualquier otro duelo", afirma la psicóloga.

Imagen de archivo de una pareja separada.

Imagen de archivo de una pareja separada. iStock

Este, prosigue, tiene cuatro fases: incredulidad, enfado, negociación y deshabituación, la más necesaria para acostumbrarse a una nueva vida. Las separaciones son procesos adaptativos y García insiste en que "es normal pasar momentos duros", e incluso que aparezca la añoranza una vez concluye la relación.

Tampoco es igual una ruptura por desgaste que por la sensación de haber sido traicionado. Todo depende de los factores y del grado de “amortiguación mental” que haya desarrollado la persona. Por ejemplo, "a aquellas que trabajan su bienestar y tienen vidas activas más allá de la relación les resultará más fácil sanar y volver a empezar", afirma.

El acompañamiento es clave

Para las parejas que contemplan la posibilidad del divorcio, es clave comprender las consecuencias prácticas de esta decisión, más allá de la dimensión emocional. Si bien no hay un momento ideal para separarse, es posible facilitar una planificación que reduzca el estrés y contribuya a que el proceso legal se desarrolle de forma más sencilla.

Las abogadas consultadas coinciden en la importancia de recibir orientación profesional desde las primeras dudas. "Son habituales los consejos de amigos o vecinos… y últimamente hasta de la IA. Eso no vale. Cada caso es diferente y hay que conocer las necesidades de las personas para poder asesorarlas", afirma Yolanda Corchado.

Y añade en declaraciones a esta revista: "Yo abogo por la abogacía preventiva. Si ves que hay algo en tu relación de pareja que no funciona o que podría dar lugar a una ruptura, aunque sea a medio plazo, asesórate, guarda esa información y si no tienes que aplicarla, mejor".

Sofía Fierro secunda sus palabras: "El error más común es dejarse llevar por la emoción o la culpa, tomar decisiones precipitadas y no buscar acompañamiento jurídico desde el principio. Antes de dar ningún paso hay que planificar el proceso con calma, especialmente cuando hay hijos, para protegerlos y evitar conflictos innecesarios".

Winkels advierte sobre fallos concretos: "Muchas personas, movidas por la tensión, abandonan el domicilio, interrumpen pagos y llevan a cabo un largo etcétera de actos sin medir las consecuencias. Estas decisiones impulsivas complican después el procedimiento, sobre todo en lo relativo al uso de la vivienda y la contribución de cargas".

Especialmente en el caso de divorcios poco amistosos, sugiere extremar la prudencia con los mensajes y las redes sociales; cualquier conversación puede ser utilizada como prueba y un texto escrito en un momento de enfado puede pesar mucho en el proceso. Mover dinero o dejar de pagar unilateralmente la hipoteca o clases de los niños es otro gran error.

Subraya que la obligación con el banco o los hijos "no desaparece al romper el matrimonio" y la relevancia del impacto fiscal: "Un cambio de domicilio, la venta de una casa o la atribución de custodia tienen implicaciones tributarias que deben planificarse". Conclusión: sea en septiembre o en cualquier otro mes, si se apaga la llama del amor, mejor ponerse en manos de un experto.