Una habitación vacía en una residencia de ancianos.

Una habitación vacía en una residencia de ancianos. iStock

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Los abusos sexuales a ancianas, un drama que afecta al 1%: así actúan los centros para evitarlo

El 31 de mayo comenzó el juicio contra un auxiliar de enfermería de una residencia de Palma de Mallorca, acusado de abusar de una anciana con demencia senil.

9 junio, 2022 02:06

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Las personas mayores son uno de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Soledad, dependencia económica, física, deterioro de la salud... Los problemas a los que se enfrentan las personas durante la vejez son muchos y, por desgracia, más de uno se aprovecha de esta vulnerabilidad. Según la OMS, casi el 16% de los mayores de 60 años sufren maltrato. En España, la Unión de Pensionistas (UDP) denunció en 2018, que el 7% de los mayores de 65 padecen algún tipo de abuso, una cifra que "representa la punta del iceberg". 

Dentro de estos deleznables casos, impacta principalmente los de abuso sexual que, según la OMS, sufre casi el 1% de los ancianos. Uno de estos sucesos salió a la luz recientemente en una residencia de Palma de Mallorca, donde un auxiliar de enfermería presuntamente abusó sexualmente de una anciana de 95 años con demencia senil.  

Los hechos ocurrieron en la residencia La Bonanova en 2019. El trabajador fue a cambiar el pañal a la mujer y entonces comenzó a abusar de ella, llegando a introducir su pene en la vagina de la víctima, hasta que, según Confilegal, fue descubierto por una compañera.

Más tarde, el equipo médico de la residencia practicó una exploración médica a la víctima y se encontraron indicios de lesiones que "podrían ser compatibles con una agresión sexual", explicaron distintos medios.

Juicio por abuso

Durante el juicio, que comenzó el pasado 31 de mayo en la Audiencia Provincial de Baleares, el hombre, de 27 años, pidió disculpas a la familia y se justificó diciendo que lo hizo porque "fumaba mucha marihuana y bebía mucho".

"Recuerdo que llevé a la anciana a la habitación para acostarla, la volteé, le cambié el pañal y empecé a masturbarme", afirmó en declaraciones recogidas por Europa Press. "Estaba con depresión sin tratar, fumaba muchos porros y bebía alcohol para intentar no estar mal. Además, tomaba pastillas que cogía de La Bonanova".

El acusado insistió en que en esa época su situación personal era "muy mala" por lo que "ese día empecé a tomar cervezas antes de ir al trabajo. De camino al mismo me lie un porro y luego me llevé más marihuana para fumar durante el trabajo. Además, me mediqué porque no me sentía bien".

Al día siguiente contó lo ocurrido a su familia y amigos y "por como me miraban y me hablaban, decidí que no estaba bien lo que había hecho". Según su testimonio, pidió ser ingresado en un hospital o se quitaría la vida. Fue a los centros hospitalarios Son Espases y Son Llàtzer para pedir que lo trataran, y ahí fue dónde confesó los hechos. "Pedí disculpas a la víctima", aseveró.

Al final de su declaración, pidió disculpas a la familia y dijo que está "muy arrepentido". También subrayó que "ahora" lo ve mejor, pero cuándo pasaron los hechos estaba "muy descontrolado y muy nervioso".

El fiscal pide para el acusado diez años de prisión por un delito de abuso sexual, inhabilitación absoluta para el ejercicio de la profesión, orden de alejamiento, así como una indemnización de 30.000 euros.

Actuación contra el maltrato

Después de conocerse este dramático caso, el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) elaboró un proyecto piloto para actualizar el protocolo de detección y atención a las personas de la tercera edad que sufren algún tipo de maltrato. 

Bajo el nombre Protocolo de actuaciones ante las situaciones de maltratos domésticos y de autonegligencia, esta regulación persigue "regularizar los procesos para detectar y poner solución a los casos de ancianos maltratados por parientes o personas que conviven con ellos, que quedan desamparados por algún cambio de circunstancias vitales o por problemas de salud o que no pueden valerse por sí mismos ni tienen ayuda suficiente para vivir en condiciones dignas en sus hogares".

El documento, recoge indicadores de detección de posibles abusos como heridas, quemaduras sin explicación, pérdida de cabello sin explicación o indicadores conductuales.

En el caso específico de los abusos sexuales, apunta que los trabajadores y familiares deben sospechar si ven: dificultad para caminar de la víctima; ropa interior rasgada o manchada de sangre; dolor o picor en las zonas genitales; enfermedades venéreas; contusiones o hemorragias en el pecho, los genitales externos, el área anal o vaginal; rechazo sin explicaciones a cooperar con la higiene. 

El problema con los ancianos

Entre los factores de riesgo justamente está la demencia, como la que padecía la víctima de La Bonanova. El problema es que ante este tipo de enfermedades, es muy complicado detectar estos abusos. La invisibilización del problema, unida a la falta de información y a estos factores de salud, provocan que haya muchos casos que no se conozcan. 

Además de las inspecciones periódicas en residencias y los documentos de incidencias, existen algunos métodos que pretenden facilitar la revelación de estos casos. Por ejemplo, las autoridades canadienses desarrollaron el CASE (Caregiver Abuse Screen), una prueba para detectar posibles abusos

Este método se basa en ocho preguntas con respuestas de sí o no que debe contestar el cuidador. Si dice que sí a cuatro de las preguntas o más, es indicativo de más de un mayor riesgo de abuso. Aunque no es un sistema infalible, se trata de una herramienta para luchar contra esta lacra que sufren en silencio tantos ancianos.