Penélope tejiendo el telar hasta el regreso de Odiseo.

Penélope tejiendo el telar hasta el regreso de Odiseo. Wikimedia Commons

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Penélope, la mujer ignorada de la Odisea que podría haber sido su protagonista

Odiseicas (Seix Barral) de Carmen Estrada propone una reinterpretación desde la óptica feminista de la Odisea, recuperando el lugar perdido de sus personajes femeninos. 

4 octubre, 2021 02:36

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"El arte solo es interesante en la medida en que revela a un artista", escribió Samuel Butler en su traducción de la Odisea. Las palabras del escritor y filólogo inglés proponían la posibilidad de que el texto fuese en realidad fruto de la pluma de una mujer, más concretamente de Nausícaa, contradiciendo siglos de estudios en torno al poema homérico. Si bien la teoría de Butler se planteaba en un mar de posibilidades —alimentado por el anonimato de su autor original— fue rápidamente desestimado por sus contemporáneos. 

Los críticos literarios se planteaban la autoría de un escritor ciego o incluso de un conjunto de autores, antes que la de una mujer componiendo sus 24 cantos. Hace un año, el texto de Butler fue recuperado por la editorial Blackie Books como parte de su serie Clásicos Liberados, poniendo sobre la palestra la traducción del novelista y filólogo inglés. 

Escrita o no por una mujer, la Odisea está plagada de figuras femeninas, mortales y diosas que aparecen a lo largo de sus páginas para acompañar o tentar a Odiseo en su regreso a Ítaca. Carmen Estrada presenta ahora Odiseicas (Seix Barral), un ensayo desde el que pretende analizar las características de los personajes femeninos del poema, alejándolos de los estereotipos construidos por siglos de misoginia en los anales literarios.

Portada de 'Odiseicas' de Carmen Estrada.

Portada de 'Odiseicas' de Carmen Estrada. Seix Barral

De su mano descubrimos a mujeres poderosas, como Arete y Atenea; a otras que poseen sabiduría y conocimientos, como Circe y Helena; a las que son inteligentes y astutas, como Penélope y Euriclea, o reivindicativas, como Calipso y Nausícaa. Todas ellas con un peso y relevancia en la historia que la crítica no ha tratado con la profundidad suficiente. 

Estrada no se propone interpretar a los personajes en función de sus apariciones en la mitología ni en las tragedias de la Grecia clásica ni en la literatura de épocas posteriores. La idea es analizar el tratamiento que hace la Odisea de cada mujer como personaje literario, tratando de diferenciar lo que eran las condiciones sociales en que estaban inmersas de lo que es peculiar del poema y que muchas veces contiene un elemento transgresor.

Mujeres simplificadas

Milman Parry formuló la primera teoría que atribuía la construcción de poemas y epopeyas clásicas a una tradición oral continuada y de un profundo carácter coral, rompiendo con la idea del 'genio solitario'. La Odisea no escapó de esta interpretación, dándole una dimensión muy distinta a las reinterpretaciones y traducciones a las que se sometió el texto a lo largo de los siglos, fruto de las decisiones líricas de los rapsodas. 

Estrada acusa a estas relecturas a lo largo de la historia de los cambios que han ido componiendo personajes femeninos unidimensionales, con características o atributos que no estaban presentes en los textos más antiguos. Un ejemplo de esto sería el de los hijos de algunas de sus protagonistas que aparecen en traducciones posteriores, reduciendo a sus personajes femeninos a la categoría de madres, esposas o criadas. 

Los personajes de Circe y Calipso viven solas y funcionan de forma independiente. La primera ayuda a Odiseo a resistir el canto de las sirenas, aunque en las traducciones posteriores se la reducirá al arquetipo de hechicera maligna; la segunda se queja de que los dioses varones puedan tener amantes mortales, reclamando el mismo derecho para las moradoras del Olimpo. 

Penélope

Penélope quizás representa al personaje femenino por antonomasia del texto. Antes de marchar a Troya, Odiseo toma por el brazo a su mujer Penélope y le pide que cuide de todo durante su ausencia, no delegando en ella una tarea, sino dándole plenos poderes, como una súplica con la esperanza de que a su regreso Ítaca sea la misma que dejó. 

Durante los 24 cantos, Penélope se encarga de cuidar del reino de su marido en su ausencia, sin embargo, la acción no se centra en ella sino en el nóstos, el regreso de Ulises, nada sabemos de ella durante el texto, a pesar de que se nos describe como una mujer audaz e inteligente

El poema presenta a Penélope bajo los epítetos de periphroninteligente, prudente y sabia—, también echéphrondiscreta y sensata—. Cuando regresa, solo Argos, su fiel perro, es capaz de reconocerle, ni siquiera Penélope puede hacerlo. La categoría moral de nuevo resulta cuando menos patriarcal, incluso los animales participan más activamente de la historia que las mujeres.

Sin embargo, la crítica ha tratado este episodio con detenimiento, dándole más credibilidad a la posibilidad de que Penélope supiese desde el principio la verdadera identidad de su marido, disfrazado como un mendigo entre los pretendientes que quieren adueñarse de su reino. Homero la describe como Antithée, una fórmula cercana a la de los dioses y que no solía emplearse para los personajes femeninos

Finalmente, la prueba del arco que acaba revelando su verdadera identidad es propuesta durante una conversación que mantienen una noche a escondidas, el poema añade: "A su corazón le parecía que ella ya lo había reconocido y estaba a su lado". Penélope no es el personaje suplicante que espera el regreso de su marido, es una mujer inteligente y que los textos griegos nos presentan con unas características cercanas a las de un semidiós, una interpretación muy distinta de la que la crítica y la ficción han hecho de su personaje.