La RAE ha tardado unos meses en introducir en el diccionario palabras como "confinamiento", "desescalada" o "Covid", sin embargo, 32 años después de que las mujeres entraran en la Guardia Civil, se ha mostrado incapaz de añadir un barra y una "a" a la palabra "picoleto", o poner su uso también en femenino, para que ellas, en el uso de esa jerga, también puedan ser "picoletas".

De hecho, la palabra "picoleta" existe pero no para referirse a las agentes uniformadas de este cuerpo, sino para hablar de una vasija pequeña, como un pistero, o de la piqueta que usa el albañil.

La denuncia la ha realizado 'Mujer y Guardia Civil' que ha pedido directamente a la Real Academia Española que actualice una realidad que lleva 32 años en las calles de nuestro país.

Y es que para el diccionario de la RAE, un picoleto, como miembro de la Guardia Civil, sólo se puede utilizar correctamente en masculino; mientras que en la entrada de "agente" sí incluyen el uso en masculino y femenino y cuando se habla de "policía", hace referencias a un miembro de ambos sexos (m. y f.).

Machismo

La Real Academia Española ya ha dado muestras de las dificultades que tiene para apoyar el lenguaje inclusivo que reclaman los movimientos feministas para, al menos, conseguir una igualdad en el diccionario que muestre la realidad que hay en la calle. Siguiendo ese popular concepto de que lo que "no se nombra, no existe". 

Pues las mujeres existen. Y son muchas las investigadoras que han denunciado la misoginia que se sigue manteniendo en el diccionario que regula nuestro uso de la lengua. Además, ellos mismos, en sus matizaciones, se han metido también en muchas polémicas cayendo en conceptos machistas.

En 2018, y ante un escandaloso conflicto laboral en Córdoba que se produjo porque una empresa se negó a pagar retrasos a un grupo de trabajadoras pues en el convenio ponía "trabajadores" (y no trabajadoras), la RAE tuvo el atrevimiento de intervenir en la polémica para culpar a las mujeres de estas situaciones por su insistencia de utilizar un lenguaje inclusivo.

"Quizá la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer traiga consigo estas lamentables confusiones", aseguró la Real Academia Española en un tuit.

Hasta ese año y tras miles de firmas presentadas, la RAE no cambió, por ejemplo, la quinta acepción del adjetivo "fácil" en la que se hacía referencia a la expresión "mujer fácil" como "dicho especialmente de una mujer: Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales". Obviamente no existía el mismo concepto como hombre fácil y la denuncia de las mujeres era obvia en esta concepción machista de la realidad.

En las últimas ruedas de prensa, su director Santiago Muñoz Machado ha justificado que se sigan manteniendo estos términos machistas en el diccionario porque se utilizan en la calle. Aunque la RAE se ha mostrado mucho más cautelosa a la hora de meter otros usos que están en la calle pero que no se deben considerar de buen gusto.

En enero de este año, Muñoz Machado presentó un informe sobre el lenguaje inclusivo que demandaban desde el Gobierno para introducir cambios como presidente o presidenta del Gobierno, igual que ocurre con Rey y Reina, pero la institución concluyó que no había necesidad en llamar presidenta del Congreso a Meritxell Batet, por ejemplo.

No es de extrañar que ocurran estas cosas en una institución donde la voz de las mujeres está más que recluida. En sus años de historia, han pasado por sus sillones casi 500 hombres y sólo 11 mujeres. Y no fue hasta 1978 cuando se permitió la entrada a la primera académica, la poeta Carmen Conde. La segunda entró seis años después, Elena Quiroga, y tuvieron que pasar 14 más para que Ana María Matute se convirtiera en la tercera mujer de toda su historia.

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