Mujer sosteniendo un pastillero de píldora anticonceptiva que controla el embarazo.

Mujer sosteniendo un pastillero de píldora anticonceptiva que controla el embarazo. Getty Images

Mujer

La píldora anticonceptiva: el pequeño fármaco que dio libertad a las mujeres y cambió el orden social

Este método anticonceptivo se convirtió en una de las mayores creaciones del siglo XX y en uno de los grandes símbolos de liberación femenina.

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En los años 60 del siglo pasado se creó lo que para la mujer fue un diamante en bruto, un fármaco que les permitió decidir si querían y cuándo convertirse en madres. A todos los niveles, se trata de uno de los inventos más importantes realizados en el siglo XX que, además, fue impulsado por la valentía de dos grandes mujeres: Margaret Sanger y Katharine Dexter McCormick

En una sociedad en la que la legislación, en concreto la Ley Comstock de 1873, prohibía hablar sobre todo lo relacionado con el sexo, ya fuese por la religión, por lo obsceno o por lo que se esperaba de ellas en aquella sociedad, que dos mujeres alzasen la voz e iniciasen una lucha para la creación de un elemento que cambiaría para siempre el orden social era inimaginable. 

Las pioneras

Las dos mujeres que pasaron a la historia por su crucial papel en la llegada de la píldora fueron Margaret Sanger y Katherine Dexter McCormick, anteriormente mencionadas.

Ambas fueron activistas durante toda su vida, lucharon por los derechos de la mujer y, cada una en su campo contribuyó a mejorar la calidad de vida de las mujeres, sobre todo cuando unieron fuerzas para impulsar la creación de la píldora. 

Margaret Sanger, la sexta de once hermanos, quedó huérfana de madre a temprana edad. La muerte de esta se achacó a haber tenido tantos hijos, pues en realidad fueron trece los embarazos aunque de estos solo sobrevivieron once.

Sumida en el desconsuelo, la rabia y las ganas de acabar con el sufrimiento que vio en los ojos de su madre, decidió luchar por cambiar la ley y conseguir un remedio para frenar los embarazos. 

Margaret Sanger.

Margaret Sanger. Getty Images

Enfermera y casada con el arquitecto y político William Sanger, del que cogió su apellido, empezó a escribir para un diario neoyorquino en el que informaba sobre temas femeninos como el ciclo menstrual, la salud reproductiva y los derechos reproductivos de las mujeres.

Sanger fue víctima de la Ley Comstock al pronunciar palabras que se consideraban prohibidas por indecorosas o por estar fuera de lugar en una sociedad machista y basada en la religión. 

En 1914 se convirtió en la fundadora de The Woman Rebel, una revista femenina que promulgaba y afirmaba que todas las mujeres tenían el derecho de ser las dueñas absolutas de su cuerpo y que utilizó para promover el uso de las anticonceptivas.

Una de sus mayores hazañas llegó cuando abrió su primera clínica con el objetivo de atender a mujeres y ofrecer información sobre anticoncepción. Igualmente, se encargaban de colocar diafragmas en las vaginas para evitar el embarazo. 

Una clínica que, aunque con gran éxito desde su apertura, no estuvo exenta de complicaciones. Tanto ella como sus socias fueron procesadas en el trabajo, arrestadas y encarceladas repetidamente por molestia pública, pero nada las paró y consiguieron ampliar la red de sus clínicas con 25 centros de salud en 1920.

Fue la fundadora de la Liga Americana para el Control de la Natalidad que acabaría convirtiéndose en el Planned Parenthood Federation of America, una organización sin ánimo de lucro que ofrece atención de salud sexual.  

Katherine Dexter McCormick fue bióloga, filántropa y defensora activa de los derechos de la mujer. Se casó con Stanley Robert McCormick, el heredero de la empresa internacional Harvester, un hombre con una fortuna que permitió a Katherine apoyar en el futuro el proyecto de Stanger y del doctor Gregory Pincus.  

Katherine Dexter McCormick.

Katherine Dexter McCormick. Cedida

Por su parte, Gregory Pincus, biólogo e investigador estadounidense, se convirtió en líder dentro del campo de la biología reproductiva. En 1934 consiguió la fertilización in vitro en conejos y posteriormente cofundó el Worcester Foundation for Experimental Biology en Shrewsbury, Massachusetts. 

Gregory Pincus.

Gregory Pincus. Getty Images

Los descubrimientos, aportaciones, primeras teorías e investigaciones que Ludwig Haberlandt, científico austriaco; Adolf Buternand, bioquímico alemán; Hans Inhoffen y Walter Hohlweg, científicos alemanes; llevaron a cabo para ayudar a las mujeres a tener un control sobre su reproducción sirvieron a Pincus en el camino de su investigación con la píldora

Uno de los mayores avances para la creación de la píldora llegó de la mano del científico mexicano Luis Miramontes, el hombre que en 1951 creó por primera vez la progesterona sintética. Un avance que se convirtió en uno de los preámbulos más importantes para que Pincus y Rock creasen la famosa y necesaria pastilla con el uso de hormonas sintéticas. 

Su vida dio un giro cuando conoció a Sanger. Se le otorgó una beca para realizar investigaciones sobre las hormonas y la anticoncepción lo que le llevó a descubrir datos relevantes que le servirían en un futuro cercano para desarrollar y crear la píldora anticonceptiva, la pastilla que cambiaría el orden social. 

Unión de tres

Sin saberlo, los tres acabarían estando relacionados, y gracias a cada uno de ellos fue posible crear la píldora. Es posible que más de una vez hayas escuchado la frase popular de "los mejores perfumes vienen en frascos pequeños" y en este caso no puede ser más acertado: una pastilla tan pequeña fue capaz de cambiar la vida de las mujeres desde que se creó, generando cambios sociales y económicos. 

Sanger se ocupó de alzar la voz y contactar con Gregory Pincus y Katherine Dexter. Gregory Pincus se ocupó de crear la fórmula que daría nombre a la píldora y McCormick financió el proyecto en una época en la que la carrera médica por conseguir el medicamento estaba en auge. 

La píldora hubiese existido, se habría creado tarde o temprano, pero gracias a estas dos mujeres llegó para dar aliento a aquellas que no sabían que la necesitaban tanto hasta que no la tuvieron delante. 

La creación

Pincus, una vez convencido por Sanger, trabajó junto con Rock, un ginecólogo que había trabajado y probado anticonceptivos químicos. Ahora sí, los cuatro unieron sus fuerzas para toparse con la gran Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU, más conocida como FDA cuando desarrollaron la progestina semisintética separada que denominaron 'northynodrel'. 

Un fármaco que fue licenciado por la farmacéutica estadounidense GD Searle y lanzado al mercado bajo el nombre de 'Enovid' tras haber sido aprobado en 1957 por la FDA para tratar 'trastornos menstruales'. Este no fue el fin que se esperaba, el germen de su creación fue para que su uso se extendiese a todas las mujeres, independientemente de su estado civil o su condición social.

Finalmente se logró lo que se esperaba, su comercialización se extendió más allá y se pudo usar como un anticonceptivo para todas aquellas mujeres que quisieran controlar cuándo tener hijos. Una pastilla que si se utilizaba de manera correcta las probabilidades de éxito eran exponenciales. 

Enovid, método anticonceptivo.

Enovid, método anticonceptivo. Getty Images

Sombras en el éxito

Su llegada no fue tan bonita como puede parecer. Como sabemos, antes de introducir un medicamento en el mercado se deben realizar una serie de pruebas y estudios con animales y personas para comprobar su éxito. 

Los ensayos debían ser masivos y en Estados Unidos no estaban permitidos, por ello se realizaron en Puerto Rico. Se establecieron en un barrio humilde y cogieron a mujeres de bajos recursos a las que se dijo que se les iba a suministrar un medicamento que les ayudaría a no tener hijos, pero no se les comunicaron los riesgos y efectos secundarios que podrían padecer. 

Aunque no se estaba trabajando de manera ilegal, sí que se vio que la forma no era la más moral y ética. Las mujeres puertorriqueñas fueron víctimas de un ensayo médico sin siquiera saberlo. Las haitianas y las mexicanas también lo fueron. 

Más elementos positivos de la píldora

- Sirvió para trata el acné 

- Aliviar los síntomas del síndrome de ovario poliquístico

- Atenuar los síntomas de la endometriosis

- Aumento del número de mujeres en las aulas de cursos profesionales

- Oportunidad de no seguir con el embarazo o no quedarse embarazada tras haber sido víctima de violencia sexual

Este último punto es importante que se destaque, la píldora ayudó a muchas mujeres a lo largo y ancho del planeta y a cada una en sus circunstancias particulares, pero, sobre todo, a aquellas que fueron y son víctimas de violencia sexual la píldora les brindó la oportunidad de no quedarse embarazadas. Además, nadie tenía porqué saber si estaban tomándola, con lo cual no existía el riesgo de que fueran señaladas por la calle. 

Pastillero con píldoras anticonceptivas.

Pastillero con píldoras anticonceptivas. Getty Images

Control sobre el cuerpo y revolución sexual pasaron a ser sinónimos de 'píldora anticonceptiva' al igual que lo fue el aumento de mujeres en carreras que históricamente habían sido consideradas masculinas.

Esto supuso un cambio social y económico inimaginable cuando este fármaco vio la luz, las mujeres comenzaron a tener sueldos elevados y a pasar menos tiempo en casa a consecuencia del trabajo. 

Empezaron a dar rienda suelta a su sexualidad sin temor a quedar embarazadas y ver sus sueños cambiados, comenzaron a decidir cuándo querían tener hijos, a planificar su futuro, a soñar con sus metas y a luchar por la vida que realmente deseaban sin preocuparse por tener que 'abandonar' sus sueños por haberse quedado embarazadas.