Maxim añadió que cuando una mercancía es crítica, el precio deja de ser el factor principal.
Maxim, conductor de furgonetas, no se muerde la lengua: “Las rutas de Barcelona a Madrid a 33 céntimos son ridículas”
El joven transportista añadió que los viajes de emergencia o en días festivos suelen pagarse mucho mejor.
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El transporte ligero vive una paradoja silenciosa y Maxim, conductor profesional de furgonetas y responsable de una empresa familiar, lo explicó sin rodeos. Mientras la demanda de envíos urgentes no deja de crecer, muchos autónomos aseguran que las tarifas no cubren ni los costes básicos. En un sector con barreras de entrada bajas, la competencia a la baja se ha convertido en un problema estructural que afecta directamente a los ingresos reales de quienes viven de la carretera.
“A 33 céntimos el kilómetro no salen los números”
En una entrevista en el canal de YouTube Rutas de Éxito, Maxim habló con franqueza sobre cuánto se gana realmente en el sector. El transportista afirmó que “las rutas de Barcelona a Madrid a 33 céntimos el kilómetro son ridículas” y subrayó que, con esas tarifas, el margen desaparece por completo.
Durante la conversación explicó que, tras descontar combustible, salario del chófer, amortización del vehículo y otros gastos fijos, el resultado es prácticamente negativo. “Haciendo números rápidos, no veo el beneficio por ningún lado”, comentó, insistiendo en que ese tipo de servicios solo se sostienen a costa de asumir riesgos constantes o de trabajar sin rentabilidad real.
Cuánto se cobra en furgoneta y cuándo compensa
Lejos de una tarifa única, Maxim señaló que el precio depende del tipo de servicio y del nivel de urgencia. Aclaró que en transporte urgente no existe un techo fijo y que las condiciones lo cambian todo. “He llegado a cobrar más de dos euros por kilómetro en una urgencia de madrugada o en un festivo”, declaró, añadiendo que cuando una mercancía es crítica, el precio deja de ser el factor principal.
El conductor añadió que ofrecer disponibilidad total tiene un coste elevado y que aceptar precios bajos de forma sistemática deteriora el sector. “Si de verdad se necesita el servicio, se paga”, afirmó, defendiendo que el transporte urgente no puede valorarse igual que una ruta estándar.
Costes ocultos y el riesgo de trabajar en negativo
Más allá del precio por kilómetro, Maxim puso el foco en los costes que muchos pasan por alto. Explicó que los cobros a 30 o 60 días obligan a adelantar grandes cantidades de dinero y que mantener la actividad requiere una tesorería sólida. “No es comprar una furgoneta y salir a trabajar; tienes que adelantar seguros, combustible e impuestos”, comentó.
También advirtió sobre el impacto de los impagos y la presión financiera que generan. Relató que había realizado servicios que nunca llegaron a cobrarse y que eso obliga a recurrir a pólizas de crédito. “Tienes que tener una caja muy grande para aguantar cuando no te pagan a tiempo”, añadió.
“Por debajo de ciertos precios, no cojo el viaje”
Como conclusión, Maxim dejó clara su postura ante el mercado. Aseguró que, aunque hay retornos que se aceptan por conveniencia, existen límites claros. “Hay gente trabajando a 20 y pocos céntimos el kilómetro, y eso es ir en negativo”, comentó, defendiendo que aceptar esas condiciones perjudica a todo el sector.
El conductor concluyó que el transporte sigue siendo imprescindible, pero que solo es sostenible si se valoran correctamente los costes reales. En su experiencia, ajustar precios no es una cuestión de ambición, sino de supervivencia profesional.