Román añadió que aunque la picaresca sigue existiendo, cada vez es más difícil que pase desapercibida.

Román añadió que aunque la picaresca sigue existiendo, cada vez es más difícil que pase desapercibida.

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Román, perito en coches, sobre cómo la gente busca ventajas: “Tirar un coche por un barranco para cobrar al seguro sigue pasando”

Según Álvarez, un perito es capaz de detectar daños de una semana o varios años con apenas un vistazo.

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En un momento en el que los seguros, los talleres y los compradores de segunda mano viven bajo una lupa cada vez más estricta, la picaresca sigue encontrando resquicios. Desde golpes antiguos que reaparecen “milagrosamente” en un parte reciente hasta fraudes más burdos, el sector del automóvil continúa lidiando con prácticas que, aunque parezcan exageradas, siguen ocurriendo. Así lo explicó Román Álvarez, perito judicial y formador en automoción, durante una conversación en el canal de YouTube Al Corte.

Cuando el fraude no es tan invisible como parece

Román relató que una de las trampas más habituales consistía en agravar daños tras un golpe leve. Según explicó, era frecuente que tras un roce aparecieran después faros rotos, capós dañados o piezas que no estaban afectadas en el momento del impacto. En otros casos, el peritaje revelaba que el coche llevaba meses o incluso años con el daño, algo que se detectaba por óxidos o deformaciones antiguas.

Pero también describió prácticas mucho más graves. El perito señaló que seguían existiendo casos en los que una avería mecánica importante terminaba en un siniestro provocado. “Hay gente que, al tener el motor mal, tira el coche por un barranco y luego intenta cobrárselo al seguro”, explicó, subrayando que estos intentos dejan rastro en las centralitas y en la diagnosis electrónica del vehículo.

Según añadió, hoy los peritos no solo valoran daños visibles. Analizan datos de consumo, revoluciones, velocidades y registros electrónicos que permiten reconstruir qué ocurrió realmente antes del siniestro.

Reparaciones, talleres y conflictos que acaban mal

Román explicó que muchos conflictos no nacen del asegurado, sino tras reparaciones mal ejecutadas. En esos casos, dejó claro que la responsabilidad recae sobre el taller, independientemente de que la reparación esté vinculada a un seguro. “Si el taller acepta el trabajo y la reparación queda mal, quien responde es el taller”, resumió.

El perito insistió en que los presupuestos deben estar siempre firmados y que cualquier ampliación durante la reparación debe comunicarse y aceptarse de nuevo por el cliente. De lo contrario, el taller puede enfrentarse a problemas legales serios, algo que, según advirtió, sigue ocurriendo con demasiada frecuencia.

Retener el coche es legal, pero pocos lo saben

Uno de los puntos que más sorprendió de la charla fue la retención legal del vehículo. Román explicó que, si un cliente no paga una reparación con la que no está de acuerdo, el taller puede retener el coche. Por ello, recomendó pagar primero y reclamar después, ya que la ley ampara al taller en ese escenario.

También advirtió de que muchos profesionales desconocen la normativa y trabajan mal documentados, lo que les expone a conflictos innecesarios. En su opinión, la falta de protocolos claros y de comunicación escrita sigue siendo uno de los grandes problemas del sector.

Pólizas, informes y la falsa sensación de seguridad

Román defendió el uso de plataformas de informes de vehículos como Carfax o similares, pero advirtió de que no deben tomarse como una verdad absoluta. “La información es poder, pero no sustituye la revisión de un profesional”, resumió, recordando que un coche sigue siendo una máquina susceptible de fallar.

También recomendó leer con detalle las pólizas de seguro, entender conceptos como valor venal, valor de mercado o valor venal mejorado y comprobar qué ocurre en caso de siniestro propio o de accidente con un tercero.

Una experiencia personal que lo confirma todo

El propio Román relató cómo sufrió el robo de su coche en Madrid, un caso que activó todos los protocolos habituales. Falta de una llave, análisis de centralitas y una primera oferta del seguro muy por debajo del valor real del vehículo formaron parte de un proceso largo y complejo.

Su conclusión fue clara. La picaresca sigue existiendo, pero cada vez es más difícil que pase desapercibida. En un sector cada vez más técnico y vigilado, la información, la documentación y la prudencia siguen siendo las mejores defensas para conductores, talleres y aseguradoras.