Manuel reveló que suele cobrar entre 60 a 120 euros por coche.

Manuel reveló que suele cobrar entre 60 a 120 euros por coche.

Motor

Manuel, emprendedor, revela cómo un lavado manual le devolvió su inversión en dos años: “Puse 35.000 y hoy gano limpio”

Manuel reveló que su negocio cuenta con un margen de rentabilidad que alcanza el 80%.

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Montar un lavado de coches puede parecer una apuesta arriesgada, pero para Manuel se convirtió en una inversión rentable. Este emprendedor apostó por el modelo manual, una opción más artesanal, de contacto directo con el vehículo y con márgenes que sorprenden. Con una inversión inicial de 35.000 euros, logró recuperar el dinero en apenas dos años, demostrando que la rentabilidad también puede venir del trabajo meticuloso y la atención personalizada.

Una inversión baja, con márgenes altos

Mientras los lavados automáticos o a presión requieren entre 45.000 y 70.000 euros solo en maquinaria, el manual arranca con menos capital y menos burocracia. “Aquí lo importante es la constancia”, explica Manuel en una charla con el influencer Adrián G. Martin.

En su instalación, él y su equipo limpian entre tres y seis coches al día, dependiendo del estado de cada vehículo. Los precios varían según el tipo de servicio: desde 60 hasta 120 euros por lavado detallado, con márgenes de rentabilidad que alcanzan el 80%, ya que los gastos fijos son mínimos y el mantenimiento es sencillo.

La fórmula combina dedicación y control de gastos. “No hay máquinas que se rompan ni luz que se dispare, solo trabajo bien hecho”, comenta. El modelo es ideal para quienes buscan autoempleo y prefieren un negocio estable, aunque más difícil de escalar por la dependencia del personal especializado.

El día a día en un lavado que apuesta por la calidad

En su local, Manuel supervisa cada detalle. Desde la recepción del coche hasta la entrega final, todo el proceso es manual: lavado exterior, aspirado, limpieza de tapicería y detallado de interiores. “Cada coche tiene su historia, y aquí tratamos de devolverle el brillo original”, afirma. La jornada puede extenderse entre 12 y 14 horas, un esfuerzo físico considerable que, sin embargo, le permite mantener un estándar de calidad que los clientes valoran.

Su clientela es fiel y exigente. La mayoría son personas que cuidan su coche como una extensión de sí mismos, y que prefieren pagar más por un resultado impecable. “Saben que un lavado rápido no es lo mismo. Aquí no solo limpiamos, restauramos el coche”, dice con orgullo. Manuel también ha implementado estrategias de fidelización, ofreciendo lavados gratuitos cada cinco servicios y descuentos por suscripción, un modelo que le asegura ingresos constantes durante todo el año.

Además de atender a los clientes, se encarga del mantenimiento de los equipos, la compra de productos y la gestión del negocio. “Ser dueño implica estar encima de todo. Si no lo haces, se pierde la calidad del servicio”, comenta. Para él, el éxito radica en mantener la confianza de los clientes y reinvertir en pequeñas mejoras que eleven la experiencia.

Competencia, escalabilidad y fidelidad del cliente

En el mismo sector, los lavados automáticos y a presión ofrecen ventajas distintas. El automático multiplica el volumen de coches por hora, pero con un alto coste energético y de mantenimiento; el lavado a presión, por su parte, funciona casi sin personal y es más fácil de replicar, aunque sus márgenes son menores.

Manuel, en cambio, apuesta por la fidelización y el servicio personalizado. Su clientela, principalmente de clase media y alta, valora la precisión y el trato cercano. “El que viene, repite”, afirma. Su fórmula ha probado que un negocio basado en la calidad y el esfuerzo puede ser tan rentable como cualquier modelo automatizado, si se cuida la gestión y se reinvierte a tiempo.