Un perro feliz.

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Ana María Fidalgo de Las Heras, etóloga, da la clave para cuidar a los animales: "Expresamos las emociones de la misma forma"

La primatóloga y profesora en psicología en la Universidad Autónoma de Madrid explica la capacidad de tener emociones, sentirlas y expresarlas de los animales.

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"El debate sobre el bienestar animal ha evolucionado drásticamente, pasando de una simple ausencia de maltrato a la búsqueda activa de un estado mental positivo", afirma Ana María Fidalgo de Las Heras, profesora de psicología en la Universidad Autónoma de Madrid.

El concepto de bienestar siempre surge en discusiones sobre legislación, concienciación e historia, así como de la relación de ese vínculo humano animal. "Sin embargo, históricamente el término ha estado asociado con la mera evitación del sufrimiento o el maltrato, cuando, en realidad, el bienestar es mucho más".

Como dijo Gandhi, "la grandeza de una nación y su progreso moral puede medirse por el trato que reciben sus animales". Aunque hoy se considera algo obvio que los animales son seres sintientes, realmente hasta hace relativamente poco tiempo no era así.

Tratado de Lisboa

Los animales eran considerados como cosas. Este cambio fundamental se formalizó en 2009 con el Tratado de Lisboa, donde se introdujo por primera vez la capacidad sintiente en los animales.

Ser sintiente es la capacidad de tener emociones, de sentirlas y de expresarlas. El punto de inflexión científico que respaldó esta visión fue la Declaración de Cambridge de 2012.

En esta cumbre, científicos especializados en neurofisiología se reunieron para mostrar la evidencia científica de que los animales no humanos son capaces de sentir estas emociones, incluyendo dolor, placer, alegría y miedo.

La expresión de las emociones

La conclusión es clara: "existen sustratos neurofisiológicos, neuroquímicos y neuroanatómicos en animales no humanos que son similares a los humanos en cuanto a la expresión de las de las emociones".

La evolución ha preservado estructuras primitivas que poseen un gran valor adaptativo. Por lo tanto, en el plano emocional, los animales humanos y no humanos comparten la misma maquinaria, tanto neurofisiológica como química como conductual.

"Entre las similitudes neurofisiológicas mencionadas se encuentran estructuras cerebrales compartidas como el hipocampo, la amígdala y el hipotálamo, así como el papel modulador de la corteza prefrontal", explica la profesora.

A nivel químico, se comparten neurotransmisores, neuropéptidos y hormonas del estrés que están muy relacionadas con lo que es las emociones.

Jaak Panksepp

Para evaluar científicamente el bienestar, Fidalgo se refirió a los siete sistemas emocionales básicos en mamíferos propuestos por Jaak Panksepp. Estos sistemas se consideran universales y constituyen la base de la experiencia emocional, permitiendo a los humanos determinar si el entorno de los animales es adecuado o no.

En la actualidad, la base de la ciencia aplicada del bienestar animal es el concepto de los Cinco Dominios. Este modelo, propuesto por Margan Blacket, establece que el bienestar animal depende de los cuidados diarios humanos y que los dominios físico, ambiental, conductual, de salud y emocional están interrelacionados.

El objetivo fundamental de este enfoque es conseguir un estado mental positivo. La profesora concluye enfatizando la meta final del bienestar animal. "Los animales sensibles son capaces de expresar emociones por la simple, pero no menos intensa necesidad de sentirse bien consigo mismos". Para alcanzar este estado mental positivo, no basta con reconocer sus capacidades a nivel de especie, sino también a nivel individual.