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Andalucía está llena de lugares donde se puede comer de maravilla, pero hay pueblos que logran destacar no solo por su cocina, sino también por su riqueza cultural e histórica. Son rincones que combinan el sabor auténtico con el encanto de su patrimonio.

Cada provincia andaluza tiene su propia identidad gastronómica, con recetas que se transmiten de generación en generación. En Granada, por ejemplo, muchos de los platos más representativos se disfrutan en los pequeños pueblos del interior, como es el caso de Monachil.

Este pueblo ha conseguido llamar la atención de expertos y guías gastronómicas gracias a restaurantes con personalidad propia. Reconocido con la distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin, que premia una excelente relación calidad-precio.

Esta zona cuenta con lugares de singular belleza como Los Cahorros, la Laguna de las Yeguas, el Trevenque o las fuentes Frí­a y del Hervidero. El Parque Natural de Sierra Nevada, fue declarado en 1986 Reserva de la Biosfera debido a la diversidad y singularidad de su flora (se le ha llamado también "joya botánica de Europa") y a su caracterí­stica fauna.

El río Monachil en su tramo final, antes de llegar al pueblo, ha excavado a lo largo de los años una impresionante cerrada en la majestuosa roca caliza que configuran las últimas estribaciones de Sierra Nevada.

Se trata de los Cahorros, una atracción turística muy famosa en la provincia, que permite caminar, en el fondo de la misma por un recorrido con puentes colgantes, cuevas y estrechos pasos abrigados por los imponentes muros de roca.

Cascada de los Cahorros de Monachil, Granada. Ayuntamiento de Monachil

Gastronomía

La gastronomía de Monachil también es muy reseñable. Uno de los restaurantes se ha ganado un lugar especial en la escena culinaria combinando tradición y creatividad.

Según aseguran los críticos de Michelin, la Cantina de Diego "destaca por su auténtico ambiente rústico-regional, reflejado en su terraza de verano y sus dos atractivos comedores".

El chef y propietario, Diego Higueras, dirige la cocina con una filosofía centrada en la tradición y los productos locales, "apostando por una cocina sin grandes complicaciones técnicas pero siempre fiel a los sabores autóctonos de temporada y kilómetro cero.

Especialidades

Entre las especialidades del restaurante se encuentran el revuelto de morcilla de Monachil y los tacos de bacalao fritos con tomate. El solomillo de la sierra con guarnición es otro de los platos estrella. Para el postre, la Marcelina, un dulce típico de la zona, según resaltan.

Terraza del establecimiento. La Cantina de Diego

Todo empezó con un pequeño huerto familiar junto al río. Allí, Diego y María José, entre tomates, calabacines y lechugas, crearon un espacio para abrir, solo en verano: una pequeña terraza con una diminuta cocina, según explican en su web.

En ella, Diego preparaba platos con los productos que tenía al alcance de la mano, y los amigos disfrutaban comiendo a la sombra de los cerezos y las higueras. Poco a poco, durante los cuatro años en los que mantuvieron aquel pequeño negocio, se ganaron una clientela fiel.

Así nació La Cantina de Diego, un restaurante familiar que mantiene la cercanía y la calidad en sus productos, reflejo de ese proyecto pionero. La oferta culinaria va cambiando con el calendario, en función de la temporalidad de sus principales productos.