Si de algo ha presumido, y con razón, el baloncesto nacional en los últimos años es de tener un ambiente muy familiar en sus pabellones y para todos los públicos. La chavalería ha hecho mucho bien en las gradas. Ha dado colorido y también ha aportado diversión y frescura. Pero la pandemia ha hecho mella en los pequeños aficionados en general y para los cajistas en particular. Porque el Unicaja de Málaga, que contaba con el Equipo de Chicui dedicado a los niños menores de siete años, se ha visto obligado a cortarlo de raíz arrastrado por las restricciones. 

Ésta es una piedra más en la mochila del aficionado verde, que le está costando volver al Carpena en esta nueva era. Y es que era una imagen habitual ver a los más pequeños acompañando a sus padres en el pabellón cajista. Un proceso de conversión que también deja huella más pronto que tarde. Los menores de siete años podían sacar este abono por el módico precio de diez euros y con él tenían acceso al pabellón a todos los partidos aunque sin una localidad definida. Es decir, que los peques podían sentarse sin problema sobre su acompañante en el mismo asiento. Era algo que facilitaba y potenciaba el club. 

Ahora, según apuntan a este medio fuentes del Unicaja, las restricciones sanitarias impiden que los mayores de tres años puedan entrar sin localidad al Carpena. Los menores, sí pueden hacer uso de esa entrada Chicui siempre a través de las taquillas. Así, los nacidos antes de 2018 ya tendrán que acceder con entrada infantil, que sin embargo cuenta con un 25% de descuento para todos los que sean abonados, por lo que se arrastra a todos los que están en edad y pertenecieron a este club con anterioridad. Pero no evita que haya que pasar por caja cada partido, lo que supone un incremento del precio total para los acompañantes más jóvenes de la casa.

Lo cierto es que era un club económico para los aficionados e incitaba a acudir al Carpena con niños. Cerca de 500 pequeños cajistas estaban acogidos bajo el paraguas de Chicui y además contaban con una tarjeta identificativa para acceder a todos los partidos del Unicaja en el Martín Carpena, contaban con descuentos e incluso con invitaciones a fiestas infantiles organizadas por el club. Son varios los padres que lamentan que esta iniciativa no pueda llevarse a cabo de nuevo, a la espera de que la nueva normalidad y una campaña de abonos definitiva en el futuro devuelvan el Equipo de Chicui al Carpena.

Abonados atípicos

Y es que la entidad de Los Guindos no ha podido hacer campaña de abonados como tal, sino una fidelización en la que los aficionados que ya estaban hace dos temporadas pueden ir comprando entradas sueltas para cada partido con descuento notable. Esta cifra de fieles asciende a cerca de 7.000 aficionados, aunque por el momento la respuesta en el Martín Carpena no está siendo la esperada.

Y es que aunque la restricción del aforo para los pabellones sigue siendo del 80 por ciento de público, la respuesta en el Martín Carpena e incluso en el resto de equipos de la ACB está siendo notablemente baja. En el último encuentro cajista en casa, ante el Río Breogán, acudieron 4.131 aficionados. Menos de la mitad y muy por debajo de lo esperado, ya que tras un año sin baloncesto parecía que la respuesta sería mayor. E incluso el equipo de Fotis Katsikaris está mostrando mejores prestaciones que el curso pasado, lo que podría ayudar a la llamada.

Estreno de la BCL

Este miércoles a partir de las 20.30 horas será una nueva ocasión para ver si la respuesta de la afición cajista mejora o se mantiene alejada de las pretensiones del club. Porque el Unicaja juega en casa ante el Lavrio Megabolt griego en el segundo partido de la Basketball Champions League pero el primero de la historia en el Carpena. 

Tras ganar el primer encuentro en tierras rusas, los de Katsikaris buscarán seguir sumando para entrar por méritos propios en la siguiente fase en este grupo de cuatro donde el primero accede de manera directa. Los verdes tienen la dudad de Axel Bouteille, que arrastra problemas físicos. 

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