Málaga

La Real Academia Española define díscolo como alguien "desobediente, que no se comporta con docilidad". La muestra de arte contemporáneo Estival, organizada por la Casa Amarilla, lleva por subtítulo esta palabra en su quinta edición. "Queremos precisamente sacar todo lo que no es correcto ni académico a la calle", explica David Burbano, presidente de la asociación y galería en pleno centro.

Dicho y hecho. Los miembros del colectivo de la Casa Amarilla han organizado una ruta de arte callejero protagonizada por 24 creadores. Las obras trasladadas a mupis (acrónimo de mobiliario urbano como punto de información) podrán verse en 12 locales distintos de hostelería de Málaga capital hasta el 20 de julio. Entre los participantes están viejos conocidos como Lalone, D. Darko y Pintor Dorado.

Le Petit Kaiser, Philip MCQ, Machojos, Honek, Wasabi, Caramalo, Mister Kaikys, Play in colors, Senjuan, Daniela Miazzo, Vaz, Aintzane Cruceta, Lidia Louq, Ana Langeheldt, Veronica Soto, Maite - Neskita, Diana Sunico, La Uonki, Drua, Mendelevunt y Judytt también participan en el itinerario titulado Rutas Magníficas (dos artistas ocuparán cada espacio por bar). 

El público podrá degustar cerveza, tapas y arte a la vez desde esta semana en locales de hostelería como Pez Lola, Central Beers, Taberna del Obispo, Morriseys, Te Piko, Romancero, Cantarrana, Siete Cabezas, Taberna Quitapenas, Vuala, Casa Amigos y Mentidero.

"Ya hemos sufrido críticas porque no es lo normal. Eso es precisamente lo que queremos: exponer cosas a las que no estamos acostumbrados. Sacar todo ese street art. Hay una pulsión muy fuerte en esta ciudad con ese tipo de arte y queremos llevarlo a un entorno más amigable y más amable", explica el presidente de la asociación cultural sin ánimo de lucro mientras recuerda que estos 24 creadores "no son vándalos, sino artistas".

Aunque hace años que está de moda el arte urbano en Málaga, "no siempre está bien visto", hace hincapié Burbano. "Queríamos ofrecerle este año a 24 artistas hacer una muestra de arte con una responsabilidad detrás por parte de la galería y acercar estas creaciones al gran público", explica. 

A todos ellos les une la Casa Amarilla, "el aglutinador de lo que ocurre en la ciudad a nivel artístico". "La idea es conectar a creadores más olvidados desde el punto de vista galerístico y usar la calle. Son artistas que quieren dejar de ser underground y emergentes. Están cansados de serlo porque llevan trabajando 40 años. También hay artistas que llevan 20 o uno, o que acaban de salir de la carrera. Todos caben aquí", subraya. 

Además, se les paga un caché por participar. "Ya está bien de que a los artistas no se les considere profesionales. La visibilidad no se come. La palmadita en la espalda o la visibilidad no paga el alquiler. Ellos quieren euros", deja claro Burbano.

Los artistas callejeros, a pesar de tener el beneplácito del público, y de muchas instituciones, nadan en la ilegalidad exponiendo su persona a la ley, una ley que parece estar a favor del artista en contadas ocasiones, o cuando son las propias instituciones las que financian murales y grafitis.

La razón primera del street art es la de producir arte en espacios olvidados y regenerar lugares poco transitados, o en la cercanía entre ciudades, aportando una visión crítica de la actualidad mediante una obra que, contra todo pronóstico, se convierte en emblema de las ciudades en la mayoría de las ocasiones.

"El objetivo es reforzar la importancia de visibilizar a estos artistas callejeros, ponerles cara y mostrar su obra en un entorno de muestra de arte contemporáneo, en el que se reconozca la labor artística que realizan y la importancia del impacto que el street art ha provocado en la cultura occidental desde hace más de 60 años", declara Burbarno.

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