Rick se ha mudado a Benalmádena.
Rick, un informático inglés de 38 años que vive en España: "Encontré lo que buscaba, un piso luminoso de 72 metros"
Informático de 38 años, trabajador en remoto y amante del ciclismo, Rick forma parte del creciente número de europeos que han decidido convertir la Costa del Sol en algo más que un destino turístico.
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Rick Turner solo necesitó tres días en Málaga para darse cuenta de que su vida en Manchester se había quedado pequeña. Había venido de vacaciones, con el portátil por si acaso, y con la idea vaga de “ver qué tal se vive por aquí”. Lo que no imaginaba es que algo menos de un año después estaría sentado en la terraza de su nueva casa en Benalmádena, con una compra recién hecha en el mercado y un océano de calma que no encontraba en su ciudad natal. “Aquí puedo respirar”, resume.
Informático de 38 años, trabajador en remoto y amante del ciclismo, Rick forma parte del creciente número de europeos que han decidido convertir la Costa del Sol en algo más que un destino turístico. Pero su llegada no estuvo exenta de sorpresas. La más grande, asegura, fue el mercado inmobiliario. “Pensé que podría comprar más por menos, pero aquí todo vuela en 24 horas”, confiesa. “Me tocó aprender rápido que si dudabas, otro se quedaba la casa”, añade.
Su búsqueda de vivienda comenzó en febrero. Visitó pisos en Torremolinos, Mijas Costa y Arroyo de la Miel. Algunos se escapaban por precio, otros porque necesitaban reformas imposibles para alguien recién llegado. “Yo venía con la mentalidad británica de que todo iba a ser ordenado: visitas, ofertas y firma. Pero aquí es distinto. Hay que moverse rápido y tener paciencia a la vez”.
Tras dos meses y casi una docena de intentos frustrados, encontró lo que buscaba: un piso luminoso de 72 metros, terraza abierta y una urbanización tranquila con piscina comunitaria. “No era el apartamento de revista que uno ve en Instagram, pero tenía algo que no había sentido en otros: hogar”.
Si el mercado inmobiliario fue un impacto, el estilo de vida y la cultura que experimentó en Andalucía fue todo un alivio para él. “En Manchester la gente no te mira ni te habla. Aquí, la primera semana, una vecina me trajo un plato de comida casi como bienvenida. Me quedé en shock”, cuenta aún sorprendido.
Acepta que el proceso burocrático fue complejo, pero lo vivió con menos ansiedad que en Reino Unido. “Aquí la gente se toma la vida de otra manera. Incluso los trámites me parecieron menos hostiles, me explicaban todo con calma, teniendo en cuenta que soy extranjero”, sostiene.
Hoy Rick teletrabaja por las mañanas y dedica las tardes a aprender español o a pedalear por el paseo marítimo. Ha hecho amigos, empieza a entender las conversaciones de la calle y ya planea traer a sus padres en invierno. “Todo esto lo hice buscando un cambio de vida, no un cambio de clima. El sol es un plus, pero lo que me enamoró es cómo vive la gente”, expresa.
Unos meses después de su primer contacto con la Costa del Sol, asegura que no se arrepiente. “La vivienda es cara, sí. Mucho. Y no siempre es fácil adaptarse. Pero cada mañana abro la ventana y pienso: ojalá haber venido antes”, zanja.