Francisco Sánchez
Publicada

En 1973 nació en Málaga una zapatería con nombre de historia de amor. No fue fruto de un estudio de mercado ni de un plan de negocio frío, sino de un diálogo cotidiano, casi de broma, entre dos emigrantes que regresaban a su tierra.

“¿Cómo le ponemos?”, preguntó él. “Como tú quieras”, respondió ella. “Pues como tú, tú… y yo”. Y así, sin más, quedó bautizado Calzados Tú y Yo. Parece mentira, pero este es el origen de uno de los comercios más históricos de la Costa del Sol.

El origen se remonta más atrás. El padre, del barrio del Perchel, en Calle Ancha del Carmen; la madre, de Ronda. Ambos habían emigrado a Argentina, donde crecieron entre Buenos Aires y Trelew. Al poco tiempo regresaron a Málaga para acabar haciendo historia.

La tienda comenzó como tantas en aquellos años: escaparates modestos, luz cálida, olor a calzado nuevo y ese murmullo constante de conversaciones de clientes que volvían una y otra vez. Desde el inicio se especializaron en algo distinto: el calzado ancho especial.

Este calzado, según cuenta Lola Soria, gerente del local, no es ortopédico para mayores, sino pensado para pies con problemas de circulación o fascitis, es decir, zapatos para quienes no podían comprar en internet porque necesitaban probárselos, sentirlos, caminar unos pasos antes de decidir.

La segunda generación, Lola, prácticamente nació en la trastienda. Criada entre cajas de zapatos y mostradores, recuerda cómo cruzaba la calle desde el colegio para hacer los deberes en un rincón de la tienda. No soñaba con heredarlo: de niña quiso ser veterinaria, pero las notas y la vida la llevaron de lleno al negocio familiar a los 16 años.

Uno de sus recuerdos más vivos es su primera compra a un fabricante. Tenía apenas 17 o 18 años y su padre, enfermo, le dijo: “Compra tres partidas”. Ella, convencida, se guió por el consejo del vendedor y compró justo esas tres.

Interior de Calzados Tú y Yo Francisco Sánchez

Más tarde, cuando su padre le dio las riendas, cuando ella tenía 33 años, cometió un error que se convirtió en lección: compró solo lo que a ella le gustaba. “Todo lo que te gusta no se puede comprar”, aprendió. Aquella temporada fue dura, pero le enseñó a comprar para el cliente, no para sí misma.

La zapatería ha sobrevivido a crisis, modas y a la pandemia, que dejó cicatrices profundas. Lola no lo pasó bien, pero su mirada refleja la lucha constante por la que pasa cada día para dar un producto que ayude a las personas que más lo necesitan. “Los que salvamos el negocio seguimos cada día luchando”, afirma.

A pesar de los golpes, hay momentos que guardan luz. El día en que el ayuntamiento reconoció a Calzados Tú y Yo como uno de los comercios más históricos de Málaga la alegría fue doble: por el honor y porque su padre pudo verlo. Su madre, fallecida años antes, ya no estaba para compartirlo, pero el orgullo familiar llenó la tienda.

La clientela de Lola es fiel, aunque cada vez le cueste más ir al centro por el aparcamiento y las obras. Son clientes que saben que, tras una semana de feria y pies doloridos, encontrarán en su tienda unas zapatillas “del cuarto” que alivian de inmediato.

La venta se mantiene estable, pero ella nota menos turistas españoles, que suelen gastar más que los extranjeros de crucero, esos que bajan solo a comprar un imán y una botella de agua antes de irse a Ronda o Granada.

De los 18 zapateros que antaño llenaban las calles de Málaga, hoy apenas quedan tres. El relevo generacional es incierto: Lola no tiene hijos y piensa en ofrecer el negocio a dos de sus empleadas, a las que ha formado durante años. Sabe que no es fácil.

“La gente ahora prefiere ganar menos y vivir más. Yo hace ocho años que no tengo vacaciones”, confiesa Lola, harta de la situación que viven los autónomos en España.

El oficio de vender zapatos, como ella lo entiende, es un arte. “Esto no es despachar, es escuchar a la gente e intuir el problema que tienen “, confiesa con total franqueza. Es psicología, paciencia y memoria de los gustos y necesidades de quienes vuelven año tras año.

Entre las paredes de Calzados Tú y Yo hay más que cajas y modelos de temporada. Hay conversaciones repetidas y otras únicas, hay la sonrisa cómplice de un cliente que encuentra el zapato perfecto.

Hay el olor de los veranos con las puertas abiertas a la calle y el sonido de la campanilla al entrar. Y hay, sobre todo, una historia de amor que empezó con un juego de palabras en 1973 y que, cincuenta años después, sigue dando pasos firmes por Málaga.