Un 16 de diciembre de hace tres años la vida de Ramón Mora cambió de un momento a otro. Iba caminando por la calle Molina Larios cuando sufrió una parada cardiorrespiratoria, se desplomó al suelo y estuvo 21 minutos muerto.
"Siempre me he dedicado a la labor comercial, llevando equipos de comerciales y me fumaba dos y tres paquetes diarios delante del ordenador", explica el malagueño en la nueva campaña del Ayuntamiento de Málaga para dar a conocer la red de desfibriladores que hay en la ciudad.
Un día se notó un dolor en las piernas al andar pocos metros, pero no le dio mayor importancia. Salió con dos compañeros del trabajo a una cena de Navidad. Los tres estaban paseando por el centro de la ciudad cuando de repente y sin sentir "ni dolor ni mareos ni nada me dio la muerte súbita y me caí redondo al suelo".