Calles vacías, comercios cerrados y mucha incertidumbre. Estos han sido tres de los protagonistas de la jornada de este lunes en la que un apagón masivo ha sorprendido a toda España y que a muchos malagueños les ha hecho viajar en el tiempo cinco años atrás hasta aquel marzo de 2020 en el que la pandemia del covid obligó a todo el país a permanecer en casa.
A las 12.30 horas de este lunes se hizo la oscuridad en Málaga con el sol brillando en todo su esplendor. La luz se había ido y no había manera de contactar con nadie. Los semáforos se apagaron y el Metro de Málaga dejó de funcionar. Nadie sabía nada, solo que no era algo de uno solo, sino de muchos.
Minutos más tarde, los comercios del centro de la ciudad empezaban a bajar sus persianas, aquellos que podían, en otros los trabajadores se han tenido que quedarse en la puerta de sus locales para que nadie entrara porque la persiana era automática y no podían bajarla.
Los corrillos no paraban de sucederse a lo largo de la calle. Los malagueños se preguntaban unos a otros si sabían qué había pasado y los turistas miraban extrañados cómo las tiendas estaban a oscuras y en los restaurantes les comentaban que si querían algo no podían darles algo caliente.
“Parece que hemos vuelto a la pandemia”, se decían un grupo de amigos mientras caminaban por calle Especerías buscando un lugar en el que sentarse y observando cómo las persianas de los comercios estaban todas bajadas, una imagen que la última vez que se vio a plena luz del día era marzo de 2020.
En algunos bares se han decantado por ofrecer a sus clientes todo tipo de bocadillos, pero fríos. “Hay que dosificar y mantener la calma”, le explicaba una camarera a otra mientras cogía una bandeja hasta arriba de bebidas y se iba a la terraza.
Mientras tanto, en el interior del local otro trabajador comentaba con los clientes lo que estaba ocurriendo y aseguraba que esto era “volver a la antigua” y ponía un poco de humor a una situación que ha dejado a toda la ciudadanía sorprendida y sin saber realmente cómo gestionar lo que ocurría.
Al recorrer todo el centro de la ciudad se observan grandes contrastes en los diferentes establecimientos de restauración. Todos sin luz, pero al mismo tiempo que unos tenían la terraza hasta arriba de clientes, otros se decantaron por cerrar hasta que la luz regresara.
Esto es lo que se observó durante la tarde de este lunes en calle Granada, ya que mientras los locales cercanos a la plaza del Siglo estaban abiertos, el Pimpi había cerrado sus puertas. Además, esto ha ocurrido en otras zonas de la capital como en Huelin, donde el Pichi de Caí ha bajado la persiana.
Al llegar a calle Larios se repetía la misma situación que en el resto del centro de la capital: comercios cerrados y otros abiertos con los trabajadores en las puertas intentando bajar las persianas automáticas.
En esta vía se inauguraba un negocio este lunes: la nueva tienda oficial del Málaga C.F. En ella sus trabajadoras se mantuvieron en el local a oscuras y con la persiana a medio bajar hasta que les comunicaron que cerraran y se fueran a casa.
En el caso de Casa Mira estuvieron vendiendo hasta el mediodía todo lo que han podido porque el helado se les estaba derritiendo y en el estanco, las trabajadoras se quedaron en sus puestos vendiendo “de lo que nos acordamos del precio, pero sobre todo piden tabaco y agua”.
De esta manera, a las 17.00 horas, la mayoría de los negocios ya estaban cerrados, pero algunos aguantaron. El quiosco Arturo y la farmacia de calle Larios eran dos de los pocos negocios que quedaban abiertos, dos de los últimos negocios tradicionales que quedan en esta emblemática vía de la capital.