Montaje de dónde estaba instalada la 'Torre Eiffel madrileña' de 1889 en Lavapiés.
La 'Torre Eiffel castiza' de más de 20 metros que se construyó en Lavapiés hace más de un siglo para las fiestas de agosto
Ubicada en la calle del Ave María y bautizada popularmente como 'Infiel', se construyó en madera y tela para San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma.
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Que la Torre Eiffel fue inaugurada en 1889 para la Exposición Universal de París de ese mismo año es algo que todo el mundo sabe. Pero quizá más en el olvido ha quedado que Madrid tuvo su gemela en un periodo coetáneo al auge de sus comienzos como emblema de la ciudad francesa.
Esta no era Eiffel sino 'Infiel'. O, al menos, así la bautizaron los madrileños con el humor que los caracteriza. Y, aunque no era tan espectacular como la original, llegó a medir 21 metros de altura en pleno centro de Lavapiés.
El motivo de su construcción es el mismo que estos días (del 5 al 17 de agosto) congrega a los madrileños en las plazas de Embajadores y La Latina para bailar chotis, vestirse de chulapos y vivir las tradiciones más castizas: las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma.
En ese momento, coincidiendo con el centenario de la Revolución Francesa, un tal "Señor Casal" tuvo la iniciativa de construir una torre que emulase a la francesa, que tan famosa estaba siendo en los periódicos de la época.
De esta forma, lo recoge la información que alberga la Biblioteca Digital Memoria de Madrid, así como los archivos de la prensa del momento. De hecho, la primera de las noticias la daba el diario El Liberal un 27 de julio de 1889, cuando anunciaba el programa de las fiestas de San Lorenzo. "El Señor Casal, ayudado por otros vecinos, construirá en la calle del Ave María una Torre Eiffel de 15 metros de altura".
Ilustración de Primitivo Carcedo publicada en la revista 'La Ilustración Nacional' del 30 de agosto de 1889 sobre las decoraciones urbanas con motivo de la verbena de San Lorenzo de ese año. Destaca la reproducción de la Torre Eiffel en Lavapiés.
Aunque, finalmente, el fugaz monumento -que se construyó en la esquina de esta calle cortando con la de San Simón- fue más alto, pues en las publicaciones posteriores así lo exponen.
"La Torre Eiffel, o lnfiel como la llaman muchos, se levanta majestuosa en la calle del Ave María; ha sido costeada por los vecinos de dicha calle, tiene 21 metros y es de gran efecto por lo bien iluminada que está", publicaba La Monarquía, el propio día de San Lorenzo (10 de agosto).
Estaba edificada en madera y tela; engalanada con banderas, escudos y estandartes, proporcionados por el Almacén de Villa del Ayuntamiento de Madrid, y coronada por unos reflectores de gas de gran fuerza.
Su coste, como también se hizo eco El País, fue de 1.000 pesetas y fue elaborada "con arreglo al mismo por los Señores Corral, Fermín y Villalobos".
De ella también dan cuenta dos documentos conservados en la Hemeroteca y en el Museo de Historia municipales. El primero es la ilustración, obra de Primitivo Carcedo, aparecida el 30 de agosto de ese año en la revista La Ilustración Nacional. El segundo es un cuadro anónimo de nombre Calle madrileña engalanada.
Arcos, farolillos y un submarino
Esos días, la torre solo fue la guinda del pastel de unas calles que se vistieron más que nunca de gala. "Todos los balcones de las casas se hallan profusamente iluminados con faroles a la veneciana y colgados con vistosos tapices o valiosos mantones de Manila", añadía El País.
Desde la primera plataforma ubicada en dicha obra, la banda del Hospicio de San Bernardino y el Orfeón Matritense pusieron la música a la noche.
El cuadro anónimo de nombre Calle madrileña engalanada guardado en el Museo de Historia de Madrid.
También comentados, aunque no tan sonados, fueron otras reproducciones que se instalaron en calles cercanas a 'la Infiel'. Las noticias hablan de "un precioso submarino en la entrada de la calle de la Esperanza" o "los arcos levantados en la calle del Olivar y en la calle de Valencia".
"Tal vez aún más, predomina esta nota en la calle de Argumosa, donde todos los vecinos han hecho gran derroche de pequeños arcos delante de las casas, colgaduras, banderas, e infinidad de faroles a la veneciana", agregaba El Estandarte.
De eso han pasado ya 136 años. Más de un siglo después, las fiestas siguen presentes en el calendario de los madrileños con las guirnaldas y mantones que decoran sus calles, aunque sin algo tan espectacular como la torre que se alzó antaño. Y es que sería difícil intentar superar esas expectativas.