Red eléctrica.
Cada gran revolución energética necesita una infraestructura a la altura. Esto lo tienen claro en Bruselas y, por ello, la Comisión Europea ha preparado un paquete normativo y regulatorio destinado a renovar y reforzar las redes eléctricas de toda la Unión: el European Grids Package (“paquete de redes”).
Este paquete es mucho más que una reforma técnica: aspira a desbloquear la transición energética, electrificar la economía, integrar la generación renovable presente y futura, y preparar al sistema para las necesidades del siglo XXI.
La infraestructura eléctrica es ahora un activo estratégico, clave para la seguridad, la competitividad y la soberanía energética.
Según un reciente estudio, 11 Estados Miembros quedarán por debajo del objetivo 15% de capacidad de interconexión en 2030, con España y Portugal a la cola.
Pero su éxito no está garantizado: ahora se abre un complejo proceso legislativo que puede durar más de un año y que requerirá consenso, compromiso y coordinación, además del desafío de una implementación que consiga traducir las directrices comunitarias en inversiones concretas, ágiles y bien planificadas.
Las redes, al límite
Desde hace años los expertos advierten de que las redes actuales —viejas, fragmentadas, con limitaciones de capacidad, sobrecarga de nodos, permisos con plazos de tramitación excesivos, escasa conectividad transfronteriza— constituyen el eslabón débil de la transición energética.
Aunque la Unión apuesta por la generación renovable, la electricidad limpia muchas veces no puede fluir donde se necesita, o la red no está preparada para absorber aumentos de demanda.
Esto genera cuellos de botella, congestiones, sobrecostes, baja eficiencia y, a la larga —como advierten algunas organizaciones— ralentiza la descarbonización e incluso pone en riesgo la seguridad del suministro.
El Grids Package pretende corregir esos desajustes: una red planificada, robusta, interconectada, flexible y bien gestionada puede reducir costes —a medio y largo plazo—, favorecer la electrificación de la industria, abaratar la energía, estabilizar el sistema ante tensiones e impulsar inversiones productivas en Europa.
Redes más eficientes y flexibles crean un entorno más atractivo para empresas, I+D, almacenamiento, redes inteligentes, digitalización…
En suma: el Grids Package pretende dotar a Europa de una “espina dorsal eléctrica” moderna, ágil, integrada y preparada para un mix energético dominado por renovables, más electrificación y mayor interconexión.
Para ello, en primer lugar debemos dejar atrás la lógica “reactiva” de construir solo cuando hay una demanda concreta, y pasar a planificar de forma prospectiva el desarrollo del sistema eléctrico para los próximos 10–20 años.
Se deben reforzar las redes de distribución y transporte y la flexibilidad y resiliencia del sistema, integrando energías inteligentes y fomentando el almacenamiento.
Es asimismo absolutamente indispensable mejorar la conectividad entre los Estados Miembros, haciendo realidad interconexiones largamente reclamadas para terminar con el aislamiento de ciertas zonas. Según un reciente estudio, 11 Estados Miembros quedarán por debajo del objetivo 15% de capacidad de interconexión en 2030, con España y Portugal a la cola.
Y, finalmente, aligerar la tramitación y dar certidumbre regulatoria para atraer capital -público y privado- a una escala que permita encarar la electrificación masiva sin sobresaltos.
Oportunidades en España
Para España, el paquete europeo representa una ventana de oportunidad, pero también pone de relieve la urgencia de corregir déficits estructurales que hoy pesan sobre nuestro sistema eléctrico.
España ya planea inversiones importantes en redes de transporte y distribución hasta 2030: el PNIEC estima que serán necesarios 53.000 millones de euros, lo que supone multiplicar por tres el ritmo inversor en redes del período 2021-2025.
La infraestructura eléctrica es ahora un activo estratégico, clave para la seguridad, la competitividad y la soberanía energética.
El Grids Package puede facilitar que ese proceso se acelere, recorte plazos y atraiga inversión adicional.
Con la red adecuada, nuestro recurso renovable podrá llegar mejor al mercado. Además, industrias intensivas en energía, centros de datos, movilidad eléctrica o hidrógeno verde podrían crecer con menor riesgo de saturación. Redes más eficientes y flexibles crean un entorno más atractivo para empresas, I+D, almacenamiento, redes inteligentes, digitalización… En suma, electrificación y descarbonización.
Pero el proceso no está exento de desafíos. Actualizar la red no es barato, y requiere un plan claro, robusto, con una regulación nacional —y autonómica— que aproveche los fondos y acelere los plazos, y respete el equilibrio territorial de la transición energética.
Si el retorno de las inversiones no está bien remunerado y no existe un modelo de rentabilidad claro para quienes podrían financiar las mejoras, la modernización puede atascarse. España debe garantizar un marco regulatorio atractivo para inversores con rentabilidades adecuadas, estabilidad, seguridad jurídica y transparencia.
La aprobación del Grids Package de la Comisión Europea puede ser una gran oportunidad. Si actuamos con determinación, visión y cohesión —política, empresarial y territorial— podremos convertir este impulso comunitario en una palanca real para modernizar nuestra energía, reforzar la economía y acelerar la descarbonización.
Pero si dejamos pasar esta oportunidad, corremos el riesgo de quedarnos atrás cuando Europa avance. La electricidad —y quienes la gestionan— deben dejar de ser invisibles.
En un contexto global cada vez más competitivo, en el que la energía limpia, barata y estable es un activo estratégico, modernizar la red no es una opción: es una necesidad. Que España responda con ambición.
*** Lola Sánchez es Head of Business Development Alpiq Energía España