El Ibex 35 ha superado sus cotas máximas. Los 16.000 puntos es una altura considerable. Máxime teniendo en cuenta que la subida los tres últimos años ha sido del 100%.
Es verdad que los analistas hace años se asombraban ante las cuotas, inferiores a los 8.000 puntos, a que llegó a estar el Ibex 35. Las cotizaciones de sus empresas estaban irracionalmente bajas. Hubo casos que inferiores a su valor contable (beneficios más reservas), lo cual era un absurdo.
La razón de aquella debilidad compradora en aquellos años en la bolsa española era la falta de confianza de los inversores en su economía.
De hecho, mientras otros mercados bursátiles se recuperaban con mayor rapidez, el Ibex 35 se quedaba rezagado. Era la época en que los asesores financieros aconsejaban invertir en fondos americanos y valores europeos.
¿Por tanto, podría decirse que la bolsa española actual refleja la confianza en la economía española y sus empresas? En parte sí. Los índices de crecimiento de los últimos años son buenos (sobre el 3% del PIB).
La principal preocupación de inestabilidad política en España ha sido de cuestión nacionalista
Las razones de ese crecimiento las hemos descrito en esta columna del “Código Pin” muchas veces, son: la fortaleza del turismo; el consumo privado y público; los fondos europeos de Next Generation; el crecimiento de la exportación diversificada con un componente de servicios profesionales no turísticos importante.
También el giro de la economía mundial hacia la economía de servicios, del talento y el conocimiento, donde España tiene un hueco importante si lo sabe ocupar; la inversión en energías renovables que reduce la dependencia de la exportación de crudo; … ; salarios contenidos con inflación de precios que aumenta el beneficio empresarial; el crecimiento de los autónomos que aumentan la productividad, la aparición de un sector universitario privado dinámico y potente;… una demografía creciente con una emigración en gran parte procedente de Latinoamérica con afinidad lingüística y cultural….
La inversión extranjera, qué aunque flaqueó en este segundo semestre, se recuperará en 2026.
¿Puede haber algún cisne negro que perjudique este horizonte?
La principal preocupación de inestabilidad política en España ha sido de cuestión nacionalista. Sin embargo, esa inestabilidad parece alejada a corto plazo y con visos de mantener la convivencia territorial durante un tiempo.
Un adelanto electoral cambiaría poco esa situación o, incluso, mejoraría la sensación de estabilidad política
Pero el Gobierno se está quedando sin fuelle. A estas alturas nadie confía en que haya presupuestos para 2026 y menos para 2027. A pesar de ello, el Gobierno Sánchez sigue apostando por llegar al 2027 en un equilibrio político inestable al que los inversores parecen acostumbrados.
Porque un adelanto electoral cambiaría poco esa situación o, incluso, mejoraría la sensación de estabilidad política. Si se mantiene el actual gobierno con su coalición multicolor, no habría cambiado nada. Si hay un gobierno de centroderecha con apoyo más estable, los inversores estarían más confortables. Por tanto, el cisne negro electoral no parece amenazar el horizonte económico. Al revés dejaría igual o mejoraría las expectativas.
Otro posible cisne negro puede venir desde el exterior. La guerra comercial de Trump y la posible recesión de Alemania y/o Francia, los buques insignia de la Unión Europea.
La guerra comercial de Trump se está encauzando. Habrá coletazos, como el aumento de aranceles a Canadá. Pero Trump negocia hasta el límite y luego recula si hace falta. De hecho, se anuncia un acuerdo con China.
La recesión en Centroeuropa no es descartable. Eso sí pudiera perjudicar las exportaciones españolas. Por ejemplo, de fruta y hortalizas frescas. También reducir el número de turistas si esa recesión fuera profunda y prolongada en el tiempo.
Algo no descartable, pero improbable, porque el turismo y la comida saludable se han convertido en consumos necesarios para sus clases medias. Por el contrario, una recesión en esos países obligaría al BCE a mantener los tipos de interés bajos, lo que empuja a la renta variable.
En consecuencia, un análisis sereno de la situación es que los 16.000 puntos no es una cima tan alta como para que falte oxígeno a los inversores en España y haya mal de altura.
Antes bien, puede consolidarse y servir de plataforma suelo para el futuro, salvo circunstancias internacionales muy adversas.
Por tanto, en lugar de “mal de altura” lo normal es que el Ibex 35 aún tenga algo de recorrido al alza, con los naturales dientes de sierra que siempre se dan.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.